El h¨¦roe y su mejor amigo
Cuando habla de su impresionante curr¨ªculo, Fabio Capello suele subrayar el scudetto ganado con el Roma. Ese vale m¨¢s que otros t¨ªtulos, porque el Roma carece del car¨¢cter simple y recio de otras instituciones m¨¢s familiarizadas con la victoria. Roma es Roma: teatro, exageraci¨®n, fantas¨ªa, victimismo, simpat¨ªa y un concepto peculiar del trabajo. El vestuario de Trigoria, el campo de entrenamiento romanista, suele tener alta la temperatura emocional.
Cuando el Roma contrat¨® a un muchacho caprichoso y genial llamado Antonio Cassano, en 2001, no s¨®lo tuvo que buscarle un lugar en el campo. Eso fue relativamente f¨¢cil. Lo complicado fue encontrarle un papel en el imaginario colectivo. Ning¨²n club del mundo tiene en sus filas un jugador tan influyente como Francesco Totti; para encontrar algo similar habr¨ªa que remontarse, salvando las distancias, al Santos de Pel¨¦. Totti es giallorosso de nacimiento, s¨®lo ha jugado en el Roma, es con mucho el mejor futbolista de su equipo y de toda Italia y su contrato le ata al Roma hasta la jubilaci¨®n. Por otra parte, un jugador tan competente como Totti carece de opciones de ganar nada importante en un Roma en crisis que, para satisfacer sus exigencias salariales, ha tenido que ir vendiendo a?o tras a?o el resto de sus figuras. Todo eso crea un ambiente especial. En el vestuario de Trigoria s¨®lo se es alguien en relaci¨®n a Totti.
Cassano, alocado pero no tonto, decidi¨® enseguida lo que quer¨ªa ser: el mejor amigo del protagonista. Compr¨® su casa al lado de la de Totti. Quer¨ªa bromear con Totti, salir a cenar con Totti, inventar jugadas con Totti y dejar claro que por detr¨¢s del h¨¦roe Totti s¨®lo estaba ¨¦l. Incluso en materia de ingresos. Cuando comenz¨® el tortuoso y fallido proceso de renovaci¨®n de su contrato, Cassano insisti¨® en que deseaba un salario ligeramente inferior al de Totti pero claramente superior al de los dem¨¢s.
La tormenta magn¨¦tica generada por la relaci¨®n entre Totti y Cassano fue controlable mientras en el vestuario permanecieron un grupo de profesionales empe?ados en entrenarse con seriedad, ganar todos los partidos posibles y volver temprano a casa: eran tipos como Capello, Emerson, Samuel, Aldair, Caf¨². Pero esa gente se fue. El Roma perdi¨® competitividad y estabilidad emocional, cada vez m¨¢s volcada en la dependencia de Totti y en los caprichos de un Cassano que, sin la autoridad de Capello, desbarraba con creciente frecuencia.
Cassano quer¨ªa ser el centro de la atenci¨®n y ya no le bastaba serlo gracias al reflejo de Totti. Tambi¨¦n quer¨ªa ganar, algo fuera del alcance de un Roma en desguace. Cassano ya no se limitaba a meter el dedo en el caf¨¦ ajeno o a mojar las camas de los dem¨¢s: se quejaba, insultaba, molestaba, arrastraba los pies. No hab¨ªa quien le aguantara. Cuando Totti hizo lo ¨²nico que pod¨ªa hacer y se puso de lado de las v¨ªctimas de Cassano, es decir, de todos sus dem¨¢s compa?eros. Cassano se sinti¨® v¨ªctima de una traici¨®n colosal: ?c¨®mo pod¨ªa Totti darle la espalda?
Estos ¨²ltimos meses, todo se redujo a encontrarle un nuevo equipo al enfurru?ado Cassano. Pod¨ªan ser Juventus o Inter, al final fue el Real Madrid. El chico de Bari Vecchia se larg¨® sin despedirse y echando pestes de sus ex compa?eros. De entre ¨¦stos, quien se mostr¨® m¨¢s amable fue Taddei, llegado en verano: "Yo apenas le trat¨¦, no tengo nada contra ¨¦l", dijo. El ¨²ltimo d¨ªa de Cassano en Roma, el veterano Panucci organiz¨® una cena con toda la plantilla para mejorar las relaciones y empezar a superar la pesadilla cassanesca. Cassano no acudi¨®, evidentemente. No hizo falta. A Panucci se le ocurri¨® contratar a un imitador para amenizar la sobremesa, y el imitador result¨® estar especializado en Cassano.
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