Visitas
Han coincidido estos d¨ªas en visita oficial cuatro personajes de singular car¨¢cter: Melchor, Gaspar, Baltasar y Evo Morales. Los tres primeros son viejos amigos, pero ni su asiduidad ni su ilimitada generosidad han conseguido disipar la reserva que albergamos hacia sus personas. Aunque aparecen en forma conspicua en los Evangelios, la Iglesia celebra la festividad de los Reyes Magos, pero no los venera como a santos. A lo sumo se les tiene por patronos de los fabricantes de naipes. De ellos nada se sabe, salvo que proced¨ªan de oriente, donde los reyes y los magos no se aten¨ªan a normas de conducta dignas de imitaci¨®n ni elogio. Aparte de meter la pata con Herodes, no sabemos qu¨¦ hicieron antes ni despu¨¦s de la visita. Ni la tradici¨®n ni la leyenda cuentan de qu¨¦ hablaron en el viaje de ida y en el de vuelta, qu¨¦ fue de ellos: si continuaron juntos o se separaron sin m¨¢s, a qu¨¦ se dedicaron, c¨®mo murieron. Su presencia es frecuente en el arte, pero casi inexistente en la imaginer¨ªa devota: nunca he visto un rey mago en un altar, salvo en los retablos, como testigos de la divinidad: figuras ornamentales, extras de lujo.
En su cita anual con nosotros, se limitan a recorrer las calles envueltos en el m¨¢s aparatoso kitsch municipal, y su paso provoca una fascinaci¨®n en la que el miedo se lleva la mayor parte. Los ni?os temen encontr¨¢rselos en casa por la noche, metidos en faena. La escasa simpat¨ªa que despiertan descansa en la rancia y sospechosa bonhom¨ªa del rey negro y en la promesa de unos regalos no siempre acertados, pero siempre inmerecidos. La magnanimidad de los reyes es, por definici¨®n, caprichosa y extravagante.
Evo Morales es harina de otro costal. Ha sido elegido limpiamente y es evidente que encarna las expectativas leg¨ªtimas de un sector de su pa¨ªs que est¨¢ harto de explotaci¨®n, de abuso y de desprecio. Ya se ver¨¢ si es trigo limpio, si su populismo es algo m¨¢s que apariencia, si detr¨¢s de su llaneza se oculta el puro af¨¢n de poder. Es sabido que a veces tambi¨¦n la buena voluntad engendra tiran¨ªa. De momento, cautela, firmeza y buena cara. Nuestro papel, en uno y otro caso, es el de quien recibe las visitas. Luego el tiempo dir¨¢ si los que vienen colmaron o frustraron nuestras benditas ilusiones.
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