Mentiras
Me sorprende mucho que, a estas alturas de la pel¨ªcula, alguien pueda dudar del enorme poder de la mentira. Lo dijo Kant hace casi tres siglos: "Un mundo sin mentira no puede ser habitado por seres humanos". Y a decir verdad, si la mentira desapareciera de la faz de la tierra, el mundo caer¨ªa de inmediato en el absurdo, en el caos y posiblemente en la desintegraci¨®n social. Teresa de Jes¨²s dec¨ªa que no se deb¨ªa mentir ni para salvar un alma, pero si no se echara mano del embuste, las relaciones humanas ser¨ªan imposibles, entre otras cosas porque no estamos preparados para o¨ªr la verdad, sobre todo la verdad sobre nosotros mismos. Ya sea piadosa o diplom¨¢tica, la mentira nos hace m¨¢s amables y nos exculpa de situaciones dif¨ªciles y hostiles. Decirle a nuestro vecino del quinto que tiene un aspecto envidiable cuando sabemos de antemano que padece un mal irreversible y que apenas le quedan dos meses de vida es una trola bienintencionada pero solemne; la misma que soltamos a esos amigos que acaban de tener un beb¨¦, arrugado y fe¨ªto en su Jan¨¦ aerodin¨¢mico, y nos lo muestran felices para escuchar de nuestra boca: "Joder, es precioso, ?y a qui¨¦n se le parece?".
Desde bien ni?os mentimos para salvar el pellejo, para defendernos ante un conflicto, ante una posible desaprobaci¨®n o, simplemente, para que nos quieran m¨¢s. "Te la has ganado, Vidal", le dije a un compa?ero de colegio grande y desalmado que me acababa de reventar la nariz en el patio del colegio, "mi padre es polic¨ªa y MI primo, que va a PREU, te va a esperar en la puerta". Claro que no ten¨ªa ning¨²n primo grandull¨®n ni mi padre era un antidisturbios con porra y pistola, pero la mentira sirvi¨® para que me dejara en paz y se metiera con otro. Se miente para encubrir una infidelidad o para esconder un pensamiento. Si el general Mena se hubiera metido en la funda del sable su opini¨®n sobre Catalu?a y su af¨¢n intervencionista ahora no estar¨ªa pagando el castigo que se merece. Deber¨ªa saber que el colectivo m¨¢s embustero es el de los pol¨ªticos, seguido de comerciantes, publicistas y criminales. Mentir es una t¨¢ctica de supervivencia y, desgraciadamente, la norma social m¨¢s arraigada a nuestras vidas.
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