Por una iniciativa de la izquierda europea
Tras la crisis provocada por los 'noes' franc¨¦s y holand¨¦s a la Constituci¨®n europea, la izquierda progresista debe liderar un nuevo impulso para la construcci¨®n de la UE
Desde los noes franc¨¦s y holand¨¦s, Europa est¨¢ averiada. Est¨¢ en manos de los pol¨ªticos conseguir que esta crisis no tenga car¨¢cter destructivo, sino constructivo. El necesario relanzamiento no provendr¨¢ de unos gobiernos que, en su mayor¨ªa, se resignan al fracaso del tratado constitucional. El impulso tiene que venir de la izquierda progresista que sit¨²a Europa en el coraz¨®n de su proyecto pol¨ªtico.
Sin obviar el hecho de que el Tratado tambi¨¦n ha sido aprobado por numerosos Estados miembro, queremos aprender del no expresado en los referendos y del creciente malestar respecto a la construcci¨®n europea. Los ciudadanos europeos critican tres aspectos que requieren una respuesta concreta.
Proponemos una renta m¨ªnima, una Seguridad Social profesional y un fondo de apoyo a la infancia
Primera cr¨ªtica: Europa es ineficaz. Los ciudadanos tienen la sensaci¨®n de que Europa ha fracasado en su ¨¢mbito de competencia, la econom¨ªa. Llevan raz¨®n. Desde mediados de los a?os noventa, la UE es una de las zonas de menor crecimiento mundial. Los pa¨ªses emergentes reducen sus diferenciales con nosotros y Estados Unidos nos adelanta. Mientras Europa muestre esta debilidad, los ciudadanos no apostar¨¢n por la construcci¨®n europea. Sin embargo, s¨ª existe un plan para el crecimiento en Europa que es objeto de un amplio consenso. Incluye un marco estructural, la Agenda de Lisboa, que pretende conseguir la transici¨®n desde la econom¨ªa industrial de ayer a la econom¨ªa del conocimiento del ma?ana mediante fuertes inversiones en investigaci¨®n, innovaci¨®n, ense?anza superior e infraestructuras, y un marco macroecon¨®mico: pilotar la zona euro. Hemos creado una zona econ¨®mica integrada pero no la gestionamos y, por ello, no extraemos su potencial.
Tenemos un plan, pero no lo aplicamos por falta de instrumentos. La Europa econ¨®mica es un proyecto inacabado: est¨¢ a medio camino y hace agua. Para salir de este impasse, debemos dotar a Europa de competencias (legislativas, presupuestarias e institucionales) que permitan poner en marcha su plan de crecimiento. En particular, ello implica poner en marcha un Consejo de Ministros para el Crecimiento que apruebe por mayor¨ªa las normas que sean necesarias, as¨ª como un aumento y una reorientaci¨®n masiva del presupuesto de la UE hacia las prioridades del futuro. Tambi¨¦n requiere una institucionalizaci¨®n del Grupo Euro (la reuni¨®n de los ministros de finanzas de la zona euro) para que puedan coordinar de modo eficaz la pol¨ªtica econ¨®mica, particularmente en materia fiscal y presupuestaria.
Segunda cr¨ªtica: Europa no es suficientemente protectora. Los ciudadanos demandan protecci¨®n porque forma parte de sus valores comunes y porque requieren apoyo frente a un mundo globalizado cambiante y abierto. Sin embargo, sienten que Europa ya no constituye una barrera eficaz frente a la amenaza de la globalizaci¨®n, e incluso consideran que a veces act¨²a como su caballo de Troya. Esta situaci¨®n es insostenible. Europa debe dar respuesta a las expectativas de los europeos. S¨®lo ella tiene la masa cr¨ªtica suficiente para afrontar los desaf¨ªos inherentes a la globalizaci¨®n. Por ello, el proyecto europeo debe abarcar la protecci¨®n de los ciudadanos en el plano social, medioambiental y de seguridad. Debemos construir la Europa del Bienestar para el siglo XXI que emancipe y proteja.
Proponemos tres medidas prioritarias en materia social: una renta m¨ªnima europea, que contemple el derecho fundamental de todo ciudadano europeo a un nivel de vida m¨ªnimo; una seguridad social profesional, como primer derecho social europeo, que garantice los salarios contra las quiebras profesionales provocadas por el nuevo capitalismo globalizado, y un fondo de apoyo a la infancia para dotar a los ciudadanos de un capital cognitivo necesario en la econom¨ªa del conocimiento.
En el ¨¢mbito de la justicia y de los asuntos internos, no se puede pretender luchar adecuadamente contra la criminalidad organizada y la amenaza terrorista, o incluso gestionar eficazmente nuestras fronteras exteriores, por no poner m¨¢s que estos ejemplos, sin profundizar institucionalmente para superar el corset de las prerrogativas nacionales. La libertad y los derechos de nuestros ciudadanos, el concepto mismo de ciudadan¨ªa europea, dependen de ello.
Tercera cr¨ªtica: Europa no tiene legitimidad democr¨¢tica. Los ciudadanos tienen el sentimiento de no controlar las decisiones europeas. Quieren que Europa se haga con ellos, no sin ellos, y menos contra ellos. La separaci¨®n entre una Uni¨®n de alto contenido pol¨ªtico y de d¨¦bil legitimidad democr¨¢tica es insostenible. Hacer emerger la Europa democr¨¢tica es un imperativo categ¨®rico. Implica una reforma institucional. Uno de los principales retos es la transformaci¨®n de la Comisi¨®n en un verdadero ejecutivo democr¨¢tico de la Uni¨®n, elegido por el Parlamento, surgido de la mayor¨ªa pol¨ªtica salida de las urnas y, por tanto, responsable ante los ciudadanos.
Pero las instituciones no son m¨¢s que una parte. Ellas se expresan, pero los ciudadanos no las entienden, y a la inversa. Falta en Europa un espacio democr¨¢tico que anime la vida p¨²blica europea, que ponga en contacto ciudadanos e instituciones. Algunas reformas claves contribuir¨ªan a su creaci¨®n. En primer lugar, situar la elecci¨®n del presidente de la Comisi¨®n en el coraz¨®n de las elecciones europeas. Estas ¨²ltimas saldr¨ªan reforzadas: designar al jefe del Gobierno es el principal reto pol¨ªtico de todo escrutinio legislativo. Despu¨¦s, elegir los comisarios de entre los diputados europeos: el atractivo de las elecciones europeas para los responsables pol¨ªticos aumentar¨ªa. Otra reforma, reservar una parte de los esca?os del Parlamento europeo (por ejemplo, un 20%) a los parlamentarios elegidos en listas paneuropeas: ello estimular¨ªa el debate europeo desconectando la elecci¨®n de la escena nacional. Por ¨²ltimo, proceder a la proclamaci¨®n unificada de los resultados de las elecciones europeas, lo que inducir¨ªa a una lectura europea, y no nacional, del escrutinio.
Faltan los ciudadanos. Es una de las principales lecciones de la experiencia del Tratado Constitucional: queremos hacer Europa, pero nos hace falta europeos. Se puede facilitar la emergencia de la conciencia europea a trav¨¦s de multitud de iniciativas. Proponemos fundamentalmente la generalizaci¨®n del programa Erasmus, la ense?anza de la historia, las culturas y las instituciones europeas en los colegios, la ense?anza obligatoria de una segunda lengua europea desde la escuela primaria, un apoyo financiero mayor para la producci¨®n de obras culturales europeas, la creaci¨®n de un gran medio audiovisual p¨²blico europeo con vocaci¨®n europea, o tambi¨¦n la puesta en marcha de un foro permanente de debate sobre Europa en cada Estado miembro.
Hacer de la Europa econ¨®mica un ¨¦xito. Construir la Europa-providencia que emancipe y que proteja. Hacer emerger la Europa democr¨¢tica. Tales son los ejes de la iniciativa por un relanzamiento de la construcci¨®n europea que hemos elaborado en el marco de nuestros thinks tanks. Le corresponde ahora al Partido de los Socialistas Europeos, y, por extensi¨®n, a todos los progresistas, hacer de ello su prioridad pol¨ªtica.
Firman este art¨ªculo: Massimo d'Alema, ex primer ministro italiano; Anna Diamantopoulou, diputada griega, antiguo miembro de la Comisi¨®n Europea; Kinga G?cz, ministra h¨²ngara de la Juventud, de la Familia, de Asuntos Sociales y de Igualdad de Oportunidades; Bruno Liebhaberg, presidente de la Izquierda Reformista Europea (B¨¦lgica); Diego L¨®pez Garrido, de la Fundaci¨®n Alternativas (Espa?a); Dominique Strauss-Kahn, ex ministro franc¨¦s de Econom¨ªa y Finanzas, diputado. Traducci¨®n de Bel¨¦n Montes Gadea.
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