Un legado pol¨ªtico ca¨®tico
La salud de Ariel Sharon parece haber acabado, al final, con la carrera pol¨ªtica del que muchos en Occidente han aclamado como un "hombre de paz" valiente e innovador. La visi¨®n que se tiene en el mundo ¨¢rabe es bastante distinta y mucho menos elogiosa. En su vida pol¨ªtica -a diferencia de sus aventuras militares-, Sharon recurr¨ªa muchas veces a t¨¢cticas llamativas cuando no pod¨ªa inventar estrategias y pol¨ªticas fruct¨ªferas. Era un ilusionista pol¨ªtico que entr¨® en escena en una ¨¦poca en la que su pueblo necesitaba una fuerza emocional y una capacidad de inspirar confianza como las que ¨¦l ofrec¨ªa, pero lo que deja atr¨¢s es un panorama confuso, dividido e incierto, tanto en Israel como en Palestina. Ahora llega al final de su carrera pol¨ªtica despu¨¦s de haber fracasado claramente en el objetivo que, seg¨²n ¨¦l, m¨¢s se esforz¨® en lograr toda su vida: garantizar la seguridad y la aceptaci¨®n de Israel en Oriente Pr¨®ximo. Su confianza en la fuerza militar y la audacia t¨¢ctica termin¨® por resultar muy espectacular, pero estrat¨¦gicamente ineficaz.
M¨¢s que un hombre de paz, es un creador de caos, como pronto descubrir¨¢n sus sucesores israel¨ªes en el poder. Ingres¨® en el hospital mientras se desarrollaba un episodio de pol¨ªtica exterior que constituye uno de los ejemplos m¨¢s ir¨®nicos e indignantes de la fatal mezcla de amateurismo pol¨ªtico y recurso a la fuerza que le caracterizaba. Estaba llevando a cabo en el norte de la franja de Gaza una reproducci¨®n fren¨¦tica, casi hist¨¦rica, del mismo tipo de "zona de seguridad" que fracas¨® estrepitosamente cuando lo intent¨® en el sur de L¨ªbano hace m¨¢s de dos d¨¦cadas.
El Ej¨¦rcito israel¨ª que ¨¦l dirig¨ªa ocup¨® gran parte del sur de L¨ªbano en 1982 y permaneci¨® all¨ª hasta el a?o 2000; recurri¨® a todas las combinaciones posibles de fuerza bruta, intimidaci¨®n pol¨ªtica, fuerzas libanesas colaboradoras, adem¨¢s de muerte, destrucci¨®n y medidas de castigo generalizadas, para someter a una poblaci¨®n libanesa que rechazaba la ocupaci¨®n del Ej¨¦rcito israel¨ª. Al final, Israel se retir¨® unilateralmente en la primavera de 2000. Y ¨¦l nunca aprendi¨® la lecci¨®n del sur de L¨ªbano: que s¨®lo un pa¨ªs verdaderamente libre y soberano puede vivir en pac¨ªfica vecindad con Israel.
Su cacareada retirada unilateral de la franja de Gaza no ha impulsado el proceso de paz con los palestinos ni ha llevado la tranquilidad a esa frontera de Israel. Fue la retirada de un mago, una ilusi¨®n, en la que Israel sigue controlando muchas dimensiones de la vida, los movimientos y la econom¨ªa de los palestinos en Gaza. Su construcci¨®n de la valla de separaci¨®n que a¨ªsla cada vez m¨¢s a las comunidades palestinas, incluidas la zona ¨¢rabe de Jerusal¨¦n Este y Bel¨¦n, junto a la expansi¨®n continuada de asentamientos en Cisjordania, han suscitado nuevos niveles de resentimiento entre los palestinos, que acaban por traducirse en nuevas formas de resistencia.
No pudo o no quiso aceptar el consenso mundial de que Israel, al final, tendr¨¢ que retirarse de todos los territorios que ocup¨® en 1967, de modo que descart¨® las negociaciones de territorios a cambio de paz que pod¨ªan desembocar en una soluci¨®n de dos Estados. En su lugar propuso su pol¨ªtica unilateral: la construcci¨®n del muro, el abandono de Gaza, el asesinato constante de militantes palestinos y el poder para decidir si los palestinos pod¨ªan intervenir en las discusiones pol¨ªticas, y cu¨¢ndo.
Se neg¨® a tratar con Yasir Arafat, pero luego demostr¨® que no ten¨ªa nada que hacer cuando se encontr¨® con el presidente palestino reci¨¦n elegido, Mahmud Abbas, cuya campa?a se hab¨ªa centrado en un plan para detener la resistencia armada y negociar la paz con Israel. Al no poder construir la paz con los palestinos, enga?¨® a los ingenuos norteamericanos. Se vendi¨® como "hombre de paz" a una Casa Blanca que era tan ignorante y beligerante como ¨¦l a la hora de tratar con los palestinos respetando los dictados del derecho internacional, para no hablar de la simple dignidad humana.
Sharon deja atr¨¢s un panorama dividido y ensangrentado, caracterizado por la tensi¨®n y el enfrentamiento con los palestinos, adem¨¢s de confusi¨®n en la sociedad israel¨ª. El motivo es que sus pol¨ªticas, en realidad, consist¨ªan m¨¢s en arrogancia que en un verdadero valor basado en la sinceridad. A lo largo del ¨²ltimo cuarto de siglo, ocup¨® cargos desde los que defini¨® las pol¨ªticas israel¨ªes de defensa, seguridad y ocupaci¨®n, la expansi¨®n de los asentamientos y, ¨²ltimamente, la pol¨ªtica exterior en general. Ese tiempo le sirvi¨® para que surgieran unas comunidades palestinas fragmentadas, a menudo sin jefes, y llenas de palestinos corrientes, tremendamente indignados y escandalizados.
Los frutos del trabajo de toda su vida se han vuelto contra ¨¦l de varias formas: la anarqu¨ªa en muchas partes de Palestina, una direcci¨®n palestina d¨¦bil y desacreditada, la incertidumbre sobre la futura condici¨®n de Gaza, grandes probabilidades de que Ham¨¢s y otros grupos islamistas obtengan muy buenos resultados en las elecciones parlamentarias palestinas que se celebrar¨¢n este mes, y la extensi¨®n de los sentimientos anti-israel¨ªes en todo el mundo ¨¢rabe e incluso m¨¢s all¨¢.
Si la medida de un hombre nos la dan los frutos de toda una vida de trabajo, hay que ver a Ariel Sharon como un gran proveedor de caos, confusi¨®n, incertidumbre y miedo. Condensar este legado en una estrategia que cuenta con que toda una naci¨®n se encierre detr¨¢s de un muro no s¨®lo es un tremendo y perdurable fracaso pol¨ªtico, sino adem¨¢s una gran tragedia humana, la tragedia de unos animosos guerreros que no supieron dejar de luchar y recurrieron a los trucos de ilusionista cuando les dieron las riendas del poder.
Rami G. Khouri es editorialista del peri¨®dico de Beirut Daily Star, que se publica en todo Oriente Pr¨®ximo junto con The International Herald Tribune. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Rami G Khouri / Agence Global, 2006.
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