Los costes pol¨ªticos del silencio hist¨®rico
La limitada simpat¨ªa a nivel popular que las propuestas del Estatuto aprobadas por el Parlamento catal¨¢n han tenido en Espa?a, junto con las dificultades que el Gobierno socialista espa?ol ha encontrado en poder aprobarlo, sin que ello pudiera suponerle un coste electoral, es el precio que las izquierdas est¨¢n pagando por su complicidad en el silencio que ha existido en Espa?a sobre lo que fue la Rep¨²blica (que acept¨® la plurinacionalidad de Espa?a), lo que signific¨® la dictadura y c¨®mo se realiz¨® la transici¨®n (en t¨¦rminos muy favorables a las fuerzas conservadoras). Tal silencio supuso, en la pr¨¢ctica, la aceptaci¨®n de la visi¨®n conservadora de Espa?a promovida durante la dictadura y aceptada despu¨¦s en la transici¨®n: una Espa?a uniforme, que neg¨® la plurinacionalidad de Espa?a, incluso a costa de interrumpir su existencia con un golpe militar el a?o 1936.
Las ¨²nicas comunidades aut¨®nomas que rompieron este silencio fueron Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, que, bajo gobiernos nacionalistas conservadores, reescribieron la historia de Espa?a, presentando la Guerra Civil como un conflicto entre Espa?a, por un lado, y Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, por el otro. Al hacerlo, ignoraron que la Guerra Civil fue predominantemente una lucha de clases, en la que las clases dominantes de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco apoyaron, en general, el golpe fascista militar, aunque hubo tambi¨¦n un conflicto interterritorial, consecuencia de la victoria de la Espa?a centralista uniforme de los golpistas (que se autodefinieron como nacionales) sobre la Espa?a plurinacional liderada por las fuerzas republicanas populares y de izquierdas, las cuales tambi¨¦n protagonizaron en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco la lucha por la identidad nacional catalana y vasca durante la dictadura, hecho ignorado en la historiograf¨ªa nacionalista conservadora catalana y vasca. En el resto de Espa?a, las izquierdas, que hab¨ªan sido las protagonistas en la lucha por la justicia social, la libertad y las identidades nacionales (a lo largo de toda Espa?a hubo manifestaciones ilegales durante la dictadura bajo pancartas que ped¨ªan libertad para Espa?a y Estatuto de autonom¨ªa para Catalu?a), aceptaron durante la transici¨®n una Constituci¨®n que reproduc¨ªa una visi¨®n de Espa?a predominantemente uniforme, que neg¨® su plurinacionalidad y que inclu¨ªa elementos que significaban una clara renuncia a muchas aspiraciones que las izquierdas hab¨ªan tenido hist¨®ricamente en Espa?a, aceptando, entre otras concesiones, la existencia de una Monarqu¨ªa, convirti¨¦ndose sus s¨ªmbolos en los s¨ªmbolos del Estado espa?ol, transform¨¢ndose la bandera borb¨®nica, que fue la bandera del bando franquista (con eliminaci¨®n de sus s¨ªmbolos fascistas), en la bandera espa?ola, y una Marcha Real en el Himno Nacional; la consolidaci¨®n de la escuela privada (mayoritariamente de propiedad de la Iglesia) como paritaria con la escuela p¨²blica; la perpetuaci¨®n de los privilegios de la Iglesia cat¨®lica; la asignaci¨®n del Ej¨¦rcito como garant¨ªa de la unidad de Espa?a (convirti¨¦ndole as¨ª en un organismo policial de car¨¢cter dom¨¦stico); una excesiva protecci¨®n de la propiedad privada (que est¨¢ dificultando, por cierto, la resoluci¨®n del enorme problema de la vivienda en Espa?a), y otras muchas concesiones que fueron aceptadas a cambio de muchos otros aspectos de la Constituci¨®n que fueron y contin¨²an siendo aut¨¦nticamente progresistas. Entre ¨¦stos, el m¨¢s importante fue la aceptaci¨®n por parte de las fuerzas conservadoras de que todo poder y legitimaci¨®n en el Estado espa?ol procede de la voluntad popular, hecho que hist¨®ricamente las fuerzas conservadoras en Espa?a no hab¨ªan respetado.
Otra gran cesi¨®n por parte de las izquierdas fue el silencio sobre su propia historia, as¨ª como la aprobaci¨®n de la amnist¨ªa para los responsables de las violaciones de los derechos humanos realizadas durante la Guerra Civil y durante la dictadura, pertenecientes en su mayor¨ªa a las fuerzas conservadoras y derechistas en Espa?a. Se me dir¨¢ que, considerando la correlaci¨®n de fuerzas en aquel momento, no hab¨ªa otra alternativa. Pero aun aceptando tal lectura del momento hist¨®rico, el silencio que las izquierdas adoptaron fue no s¨®lo una profunda injusticia, sino tambi¨¦n un gran error pol¨ªtico, pues permiti¨® la perpetuaci¨®n de la visi¨®n conservadora de Espa?a, uniforme, centralista y esencialista, que se convirti¨® en la visi¨®n dominante de lo que es Espa?a, hecho que se interpret¨® err¨®neamente como la desaparici¨®n de las dos Espa?as. Silencio signific¨® acatamiento, reproduciendo una enorme ignorancia de lo que fue la otra Espa?a, la republicana, que hist¨®ricamente fue siempre la que luch¨® por la libertad, por la justicia social y por la diversidad de los distintos pueblos y naciones de Espa?a, silencio que incluso alcanz¨® situaciones extremas como la prohibici¨®n de la bandera y del himno republicanos.
Aunque las izquierdas guardaron silencio, no lo hicieron las derechas, que continuaron promoviendo su visi¨®n de Espa?a, honrando -como hace constantemente la Iglesia cat¨®lica- a sus muertos, presentando al bando republicano como el responsable de sus muertes. Las izquierdas, en lugar de estar silenciosas, tendr¨ªan que haber mostrado -en los medios p¨²blicos de informaci¨®n televisiva y radiof¨®nica que ten¨ªan a su alcance- el papel antidemocr¨¢tico que la Iglesia tuvo durante la Rep¨²blica en defensa de sus intereses corporativos, realizados a costa de los intereses de las clases populares, lo cual explica -aunque no justifica- que sectores de estas clases populares decidieran en muchas partes de Espa?a -incluyendo Catalunya- tomar la justicia por sus manos el 19 de julio (el d¨ªa despu¨¦s del golpe militar). Las izquierdas, sin embargo, callaron, subvencionando extensamente a la Iglesia, y ofreciendo los medios p¨²blicos de informaci¨®n y persuasi¨®n televisivos y radiof¨®nicos para la promoci¨®n de su ideario.
Este olvido por parte de las izquierdas de sus ra¨ªces hist¨®ricas fue acompa?ado de una diluci¨®n de su ideolog¨ªa, sustituyendo ¨¦sta por un deseo e imagen de modernizaci¨®n que diluy¨® su especificidad. En lugar de presentarse como herederos de la Rep¨²blica -que fue, por cierto, la ¨¦poca m¨¢s modernizada de la historia de Espa?a en la primera mitad del siglo XX- enfatizando el discurso (narrativa y terminolog¨ªa) de izquierdas, ¨¦ste fue sustituido por un patriotismo constitucional, tal como ocurri¨® tambi¨¦n en Alemania, olvidando que en aquel pa¨ªs el nazismo gan¨® unas elecciones y goz¨® de un gran apoyo, mientras que en Espa?a el fascismo se impuso tras una enorme resistencia popular de tres a?os, a pesar del apoyo militar que Hitler y Mussolini dieron al bando golpista nacional. En Alemania, la Constituci¨®n significaba la necesidad de olvidar un pasado colectivo. En Espa?a, las izquierdas no ten¨ªan por qu¨¦ olvidarse de las conquistas sociales de la Rep¨²blica y de la resistencia frente al golpe fascista y a la dictadura. En realidad, el gran temor de las derechas -como ha quedado reflejado en muchas de las declaraciones de sus dirigentes- es que las izquierdas quieran conseguir los derechos pol¨ªticos y sociales que el alzamiento militar interrumpi¨® durante la Rep¨²blica.
Pero este olvido llega a situaciones extremas cuando la visi¨®n "nacional" centralista se reproduce en sectores de la izquierda que est¨¢n anteponiendo su nacionalismo a los compromisos que las izquierdas debieran siempre tener con las clases populares, tal como ocurre cuando exigen al Gobierno socialista espa?ol que cambie de alianzas y se apoye en el partido de las derechas catalanas en lugar de un partido de izquierdas (por ser independentista). Tales voces muestran gran desconocimiento de Catalunya (en la que la mayor¨ªa de catalanes nos sentimos espa?oles), donde veintitr¨¦s a?os de Gobierno de derechas fue una de las causas del escaso desarrollo de los servicios p¨²blicos tales como educaci¨®n, sanidad, servicios de ayuda a la familia y otros, y ello como resultado de su apoyo a los servicios privados, situaci¨®n que ha cambiado significativamente con el nuevo Gobierno catal¨¢n (que incluye el partido independentista). Es m¨¢s, cuando los gobiernos espa?oles gobernaron con el apoyo de las derechas catalanas 1993-2000, el gasto p¨²blico social por habitante descendi¨® (primero, en t¨¦rminos absolutos, y despu¨¦s, en t¨¦rminos relativos) en comparaci¨®n con la UE-15. Esta situaci¨®n ha cambiado significativamente a partir del nuevo Gobierno espa?ol, y ello como resultado de la presi¨®n realizada por las izquierdas (incluyendo ERC), de la cual las clases populares, no s¨®lo de Catalu?a, sino de toda Espa?a, se est¨¢n beneficiando. ?Hasta cu¨¢ndo antepondr¨¢n el nacionalismo centralista a su compromiso con las clases populares?
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universitat Pompeu Fabra.
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