'La palabra olvidada'
Acabo de leer un libro francamente recomendable: La palabra olvidada (Ellago Ediciones, Castell¨®n, 2005). Su autora, Pilar Altamira, ha conseguido provocarme cierta inquietud y, sobre todo, me ha contagiado su curiosidad por las cosas m¨¢s simples y cercanas. Supongo que ser la nieta del historiador y jurista Rafael Altamira, ese hombre sabio y poli¨¦drico que, a decir de muchos, fue el mejor orador de la pasada centuria, no justifica toda su clarividencia, pero algo gen¨¦tico se puede adivinar en esta escritora, actriz y pedagoga art¨ªstica que se mueve con olfato y destreza por los vericuetos de la filosof¨ªa, la antropolog¨ªa y el arte. Pilar confiesa desde el principio su gran deuda con los viejos maestros, los pensadores de la Grecia cl¨¢sica, pero tambi¨¦n su fascinaci¨®n por el fil¨®sofo austriaco Rudolf Steiner. Su experiencia en el campo del teatro y la oratoria le permite trazar, con firmeza y conocimiento, la historia del habla, desde que el ser humano emiti¨® los primeros sonidos, hasta el concepto de logos y mito del mundo cl¨¢sico. Y es que nadie pod¨ªa imaginar, desde la perspectiva atrofiante de nuestro tiempo, que una cosa es hablar y otra, hacerlo con conciencia. Utilizamos la palabra arbitrariamente, sin reparar en todo lo que encierra, en sus enormes cualidades, en su capacidad y en su poder. Ni siquiera sabemos que ¨¦sta, la palabra, est¨¢ ¨ªntimamente unida a los cuatro elementos: el fuego, el aire, al agua y la tierra. S¨®lo hay que distinguir sus matices; el fuego, el calor, producir¨¢ palabras c¨¢lidas, templadas o, en su ausencia, fr¨ªas y hasta g¨¦lidas; el aire las dotar¨¢ de ligereza y levedad; el agua aportar¨¢ fundamentalmente fluidez y transparencia; y la tierra, solidez y forma.
Pilar Altamira nos invita a hacer un alto en el camino y recuperar nuestra asignatura pendiente con la palabra, ese instrumento de cualidades formativas y sanadoras que da luz y sentido al progreso del hombre, pero, sobre todo, la autora nos recuerda que no basta con saber que las cosas existen, necesitamos sentirlas, acudir a su llamada secreta, rescatarlas de la neutralidad y del silencio.
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