Confidencias al piano

El imparable crecimiento de los niveles t¨¦cnicos de interpretaci¨®n en los nuevos pianistas ha producido, curiosamente, un grado de uniformidad en lo m¨¢s alto. Dicho de otra manera: cada d¨ªa son m¨¢s escasas las personalidades; cada d¨ªa es m¨¢s evidente que la mayor¨ªa de los pianistas tocan de parecida manera. Es la apoteosis del virtuosismo y de la perfecci¨®n formal. Hasta tal punto que un pianista de la clase de Daniel Barenboim ha llegado a afirmar, en una entrevista con Axel Br¨¹ggemann, que "hoy tenemos que tratar un nuevo mal en la m¨²sica, la especializaci¨®n. Hoy d¨ªa la m¨²sica se trata con una gran profesionalidad. Pero la profesionalidad esconde el riesgo de que nos distanciemos de la propia responsabilidad. La profesionalidad, al igual que lo pol¨ªticamente correcto y que cualquier ideolog¨ªa, paraliza la mente".

El brasile?o de Minas Gerais Nelson Freire (1944) no entra en la categor¨ªa de los virtuosos a ultranza y se mueve en un terreno pr¨®ximo a la confidencia. Su personalidad es indiscutible y se sustenta en que hace m¨²sica, o la susurra en ocasiones, con un criterio dialogador, recogido, cercano. Hace m¨²sica en funci¨®n de la propia m¨²sica y no en funci¨®n de las matem¨¢ticas de la misma. T¨¦cnica tiene para parar un tren pero la utiliza en funci¨®n de la musicalidad. Crea ambientes con sosiego, se deleita en lo mas deliciosamente cotidiano, sublima en sugerente lo puramente descriptivo. Y uno se siente a gusto con esa manera de estar tan amigable, con ese pianismo tan familiar.

Acercamiento

Era l¨®gico, pues, que cautivara con las im¨¢genes de Debussy -Reflects dans l'eau, Poissons d'or- y que hechizara con las piezas de Villa-Lobos -A lenda do cabocio, As tr¨ºs Marias-, un intercambio brasile?o con la tradici¨®n occidental. Pero los peque?os detalles de buen gusto aparec¨ªan, de una u otra forma, en cada lectura. Salpicaban los n¨²meros del Carnaval, de Schumann; daban un toquecito de elegancia y alegr¨ªa a Mozart a trav¨¦s del rond¨® alla turca, pongamos por caso, e infund¨ªan una mirada intimista y afectuosa a pasajes como Evocaci¨®n, de Alb¨¦niz.

Tengo la sensaci¨®n de que a pesar de la admiraci¨®n que le profesan monstruos del piano como Martha Argerich, Freire no est¨¢ valorado a la altura de sus m¨¦ritos musicales, al menos en nuestro pa¨ªs. Bien es verdad que actuaciones como la de anteayer contribuyen a un mayor acercamiento. En unas semanas volver¨¢ con Ricardo Chailly en uno de los conciertos de piano de Brahms; el otro lo acaba de hacer con V¨ªctor Pablo P¨¦rez. Hoy, jueves, act¨²a en la Filarm¨®nica de Bilbao, una sala id¨®nea para su estilo interpretativo, con un programa similar al ofrecido en Madrid.