Ni Terminator ni Termidor
La inclinaci¨®n a ver las cosas sombr¨ªamente goza del prestigio que a la inteligencia se atribuye. Vicente Verd¨² parte de esa constataci¨®n en este ensayo sobre el estado actual del mundo. Nuestra ¨¦poca, dice, tiene mala prensa. ?l, no obstante, la considera con el necesario sosiego ir¨®nico y con su acostumbrado estilo sucinto y preciso. Ni quiere igualarse a los necios que se sienten tan c¨®modos en ese mundo ni a quienes lo condenan y desprecian, para sentirse tan dignos ellos. Tan satisfechos, a?ado, de su presunta perspicacia de desencantados.
El atractivo del enfoque de Verd¨² radica en que es un autor que no se anda con chiquitas. Un excepcional analista del mundo contempor¨¢neo que elabora argumentos amplios con retazos de la vida cotidiana, con migajas a veces de los acontecimientos m¨¢s banales de lo que es nuevo. La eficacia de su enfoque estriba en que hace abstracci¨®n de lo tradicional y lo heredado para contemplar siempre lo inesperado. A Vicente Verd¨² le interesa, sin dejar nunca de vista la vida cotidiana de las gentes, lo que les afecta masivamente hoy mismo: Internet, la blogosfera, la publicidad, la precariedad del trabajo y el ¨¦nfasis sobre el consumo. Su modo de ver sale de un cosmopolitismo asaz radical. Y la eficacia de su pensamiento, de considerar siempre la ambivalencia de casi todas las cosas que considera. La mayor parte de las que van constituyendo nuestro mundo son ambivalentes. Ni cataclismo general, ni salvaci¨®n universal. Ni lleg¨® un Terminator mundial ni ahoga un nuevo Termidor reaccionario toda nuestra esperanza en la tierra.
YO Y T?, OBJETOS DE LUJO
El personismo: la primera revoluci¨®n cultural del siglo XXI
Vicente Verd¨²
Debate. Barcelona, 2005
198 p¨¢ginas. 17 euros
Vicente Verd¨² acepta que la cultura consumista est¨¢ al borde ya de acabar con la cultura liberal ilustrada que nos nutri¨®, pero se niega persuasivamente a decretar que la que se perfila es solamente zafia, analfabeta e inculta. (Disc¨²lpeseme que me refiera a una posible cultura inculta). Acepta la considerable pobreza de lo nuevo en algunas de sus facetas. Piensa, por ejemplo, que la mera presentaci¨®n medi¨¢tica de los grandes sufrimientos, del terror y del hambre, sirve tambi¨¦n para calmar nuestros sentimientos culpables a trav¨¦s de una abstracta compasi¨®n por los desgraciados. Sin embargo, al mismo tiempo, una y otra vez subraya la capacidad de pertenencia activa, aut¨®noma, de millones y millones de personas, en la cultura emergente. As¨ª, funcionan hoy en el mundo cientos de millones de blogs: ?puede uno no sentir curiosidad intelectual por semejante acontecimiento?
Si Yo y t¨² no tuviera lo que hay que llamar una "tesis fuerte" que le d¨¦ coherencia, ser¨ªa de por s¨ª lo suficientemente entretenido para recomendarlo sin ambages. Ser¨ªa un libro de paseante solitario, de fl?neur del siglo XXI, maravillado por sus inauditas innovaciones pero alarmado por sus espantables miserias de nuevo cu?o. Este nov¨ªsimo paseante, empero, propone una teor¨ªa interpretativa sobre la que pivota toda su reflexi¨®n. Simplific¨¢ndola mucho, el autor asume que en su actual fase de desarrollo, no ya la econom¨ªa pol¨ªtica de nuestra ¨¦poca, sino la econom¨ªa cultural, est¨¢ subjetivizando a los objetos. Es decir, hemos pasado, seg¨²n ¨¦l, de una larga fase en que la producci¨®n industrial de objetos manufacturados impon¨ªa un mercado homog¨¦neo de bienes y formas de vida a otra en la que se ha personalizado el consumo. En sus propias palabras, crece la subjetividad del objeto y la objetividad del sujeto. De la ideolog¨ªa clasista hemos pasado a la personista. Los nuevos sobjetos del tiempo presente son gentes que se pretenden aut¨®nomas -cada cual escoge su pareja, su m¨¢s o menos ef¨ªmero matrimonio, los bienes y estilos de vida que puede dentro de un margen de tr¨ªa bastante amplio- pero se encuentran a la vez dentro de una l¨®gica consumista implacable. El simulacro esconde determinismos y ¨¦stos no son totales. De nuevo la ambivalencia. No s¨¦ si somos, o no, objetos de lujo, como reza el t¨ªtulo del ensayo. Pero s¨ª que, si lo leemos con la atenci¨®n que merece, seremos menos lerdos. Menos objetos.
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