"?La calle es m¨ªa!"
He aqu¨ª una famosa frase de Fraga Iribarne cuando, desde un ministerio franquista, justificaba las represiones contra las manifestaciones populares. Fraga quer¨ªa decir, simplemente, que la calle no pertenece al pueblo, sino al Estado o, mejor dicho, a los que hab¨ªan usurpado el poder del Estado.
Es ¨²til recordarla ahora, con motivo de la publicaci¨®n del libro Cops de gent, de Roger Adam, Andr¨¦s Autebi y Pablo Gonz¨¢lez (Viena Edicions), una cr¨®nica de las movilizaciones ciudadanas acaecidas en Barcelona de 1890 a 2003, es decir, desde la instituci¨®n del 1 de mayo como jornada obrera reivindicativa hasta la manifestaci¨®n contra la guerra de Irak. Son 41 cops de gent en las calles barcelonesas para reclamar mejoras en el bienestar social: la readmisi¨®n de obreros despedidos, el grado de soberan¨ªa de Catalu?a, la paz, la amnist¨ªa, la libertad de expresi¨®n, la repulsa al terrorismo y los asesinatos, la necesidad de vivienda digna, el reconocimiento de la homosexualidad, etc¨¦tera. Visto en conjunto, impresiona la coherencia de esas demandas callejeras multitudinarias, m¨¢s pertinentes que las decisiones pol¨ªticas a las que se opon¨ªan. S¨®lo hay dos excepciones, en las que la salida a la calle era un esfuerzo organizado desde el Estado y las dos coinciden con el momento m¨¢s impositivo del franquismo: la ocupaci¨®n de Barcelona por el ej¨¦rcito faccioso en enero de 1939 -mezcla de sumisi¨®n desesperada, de entusiasmos partidistas y de ingenua alegr¨ªa por el fin de la guerra civil- y la manifestaci¨®n contra la ONU en diciembre de 1946, que quiso ser un apoyo a Franco cuando los vencedores de la guerra mundial propon¨ªan sanciones al r¨¦gimen. Todo ello se relata con textos descriptivos, con una abundante ilustraci¨®n gr¨¢fica y con un interesant¨ªsimo elenco de esl¨®ganes: "Volem pa!", "?abajo el clericalismo!", "llibertat de consci¨¨ncia", "fora la pena de mort!", "?que si viene Maura, que si viene Dato, lo que nunca viene es el pan barato!", "volem la llibertat dels pobles!", "per la integritat de l'Estatut", "abaix el feixisme!", "assassins", "llibertat, amnistia, estatut d'autonomia", "a mujer violada, picha cortada", "oa-oa-oa, nuclears a la Moncloa", "No a la LOAPA, som una naci¨®!", "Reagan a la lluna", "pressupostos militars per despeses escolars!", "Felipe, Guerra, el poble est¨¤ a l'esquerra", "pisos s¨ª, barracas no", "l'¨²nic terrorista, l'Estat capitalista", "ocupa y resiste", "papeles para todos", "el riu ¨¦s vida", "abans la sang que l'aigua", "no m¨¦s sang per petroli", "guerra a la guerra" y tantos otros con los que se podr¨ªa hacer un cat¨¢logo de reivindicaciones que ya han sido atendidas o que se mantienen todav¨ªa como proclamas populares incuestionables. S¨®lo los esl¨®ganes de las dos concentraciones franquistas -"?viva Cristo Rey!", "si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos" y parecidas- pierden su autenticidad y su permanencia porque corresponden a manifestaciones disfrazadas como populares pero promovidas desde el poder. La calle es de la ciudadan¨ªa y no de los poderes impositivos ni de los intereses partidistas. Es el lugar de la participaci¨®n de las clases mal consideradas por el poder.
La primera lecci¨®n del libro que comentamos es, por lo tanto, la validez y la coherencia de las reivindicaciones populares y, vistas ahora con cierta distancia, su discreta madurez. Todas corresponden a posiciones pol¨ªticas de la izquierda, de la clase trabajadora y de las ideolog¨ªas socialmente progresistas, que logran as¨ª participar pol¨ªticamente frente a las inercias del poder. La derecha, a pesar de los deseos de Fraga, no tiene tradici¨®n callejera, seguramente porque no le hace falta y no se atreve a expresarse en la lucha de clases dentro del entusiasmo colectivo.
Adem¨¢s, el texto introductorio del libro, escrito por Delgado, Horta y Monnet, del Instituto Catal¨¢n de Antropolog¨ªa, ofrece un estudio que relaciona el tipo de manifestaciones y sus itinerarios con la estructura y la significaci¨®n de los espacios p¨²blicos de Barcelona del que se pueden deducir consideraciones urban¨ªsticas importantes. Los autores analizan el fen¨®meno con precisi¨®n y explican c¨®mo "salir a la calle" es una afirmaci¨®n de la cultura urbana y una base de la convivencia: "Fluxos humans que ocupen un espai el qual es veu convertit, aix¨ª, en el que d'alguna manera ja era o havia de ser: p¨²blic, o sigui, accessible a tothom a fi de retre compte de finalitats que no han de ser per for?a, ni de bon tros, sempre submises i col¡¤laboradores". La morfolog¨ªa de la ciudad, es decir, sus espacios colectivos, condiciona la oportunidad y la expresi¨®n de las manifestaciones, las hace posibles y le sirven para constatar y reforzar los valores urbanos. Las manifestaciones populares s¨®lo se producen en la ciudad, sobre todo en el "coraz¨®n de la ciudad", all¨ª donde vive y trabaja la ciudadan¨ªa, y donde los espacios son dignos, comprensibles y transitables por la multitud espont¨¢nea. He aqu¨ª, pues, una posible definici¨®n de lo que tiene que ser el coraz¨®n de la ciudad, a partir de ese an¨¢lisis sociol¨®gico: espacio representativo y pisable por una multitud coincidente. La calle y la plaza determinan los dos actos fundamentales de la manifestaci¨®n: itinerario y estabilidad.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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