Etolog¨ªa pol¨ªtica
El aplazamiento de la reuni¨®n -fijada inicialmente para hoy- entre el presidente Zapatero y los representantes de ERC ha interrumpido inopinadamente la continuidad de las conversaciones convocadas en el palacio de la Moncloa para solemnizar el presunto buen fin de las negociaciones del Gobierno con los partidos firmantes de la propuesta del Estatuto de Catalu?a. La serie de entrevistas programadas esta semana pretend¨ªa festejar la clausura de los trabajos del Gobierno y de los grupos parlamentarios dedicados desde comienzos de noviembre a consensuar unas enmiendas al texto que ser¨¢n posteriormente debatidas -a partir de febrero- en la Comisi¨®n Constitucional del Congreso. Esos encuentros en la cumbre con alto valor simb¨®lico fueron inaugurados el pasado s¨¢bado con la presencia en el palacio de la Moncloa del presidente de Conv¨¨rgencia, Artur Mas, que repetir¨ªa dos d¨ªas despu¨¦s la visita en compa?¨ªa de Duran Lleida en tanto que reyes consortes confederales de CiU; las ruedas de prensa posteriores presentaron los resultados de esas conversaciones como un acuerdo vinculante para todos los negociadores.
La espantada protocolaria de los dirigentes de ERC no s¨®lo niega la existencia de ese supuesto consenso global, sino que tambi¨¦n rechaza la f¨®rmula para definir a Catalu?a como naci¨®n y exige garant¨ªas sobre la financiaci¨®n. Pero no s¨®lo de pan o de patriotismo vive el hombre: la sospecha paranoide de que Zapatero y Mas conspiran para forzar el calendario de las elecciones auton¨®micas y preparar una gran alianza en Catalu?a a costa de ERC y del actual tripartito tambi¨¦n juega un papel en el desencadenamiento del berrinche republicano. Finalmente, tal vez un acercamiento etol¨®gico al comportamiento no verbal de los pol¨ªticos permitir¨ªa analizar su libidinosa urgencia de realizar despliegues rituales peri¨®dicos en los espacios simb¨®licos de vida p¨²blica; para los dirigentes de ERC, las prelaciones del protocolo en La Moncloa pueden pesar tanto como la definici¨®n de Catalu?a y su d¨¦ficit fiscal.
A la espera de que ERC marque en los pr¨®ximos d¨ªas el casillero en la quiniela (adherirse con leves matices al acuerdo de Zapatero con Mas, votar en contra o buscar f¨®rmulas intermedias de empate), hay razones para suponer que las negociaciones sobre la propuesta de Estatuto aprobada el 30 de septiembre por el Parlamento catal¨¢n -maximalista por sus contenidos y confederal por su vocaci¨®n- han reducido considerablemente las aparatosas distancias y las sustanciales discrepancias entre los enfrentados interlocutores. Aun siendo cierto que se ha producido ese notable acercamiento de las posturas y esa apreciable disminuci¨®n de las diferencias, ser¨¢ necesario examinar con atenci¨®n el contenido de las enmiendas consensuadas cuando sean publicadas en el Diario de Sesiones: la letra peque?a, la ambig¨¹edad terminol¨®gica y la sintaxis retorcida de las leyes suele cargarlas el diablo.
Los adversarios dial¨¦cticos del Gobierno y del PSOE durante las negociaciones no fueron s¨®lo tres formaciones pol¨ªticas competidoras en las urnas (CiU, ERC e ICV), sino tambi¨¦n la organizaci¨®n federada de los socialistas en Catalu?a (PSC-PSOE), a la que pertenecen el presidente de la Generalitat, un ministro de Zapatero y una veintena de congresistas. Esa sorprendente presencia de los socialistas en los campos opuestos de una negociaci¨®n librada a cara de perro tal vez haya servido para engrasar los mecanismos capaces de promover el entendimiento; sin embargo, tambi¨¦n ha creado fuertes tensiones dentro de un PSOE cuya militancia no est¨¢ familiarizada -fuera de Catalu?a- con la esquizofrenia pol¨ªtica. El PP seguramente alberga la esperanza de que su actual soledad merezca la futura recompensa de recibir votos procedentes de electores socialistas hostiles al pacto entre el Gobierno y los nacionalistas catalanes. Sin embargo, la energum¨¦nica, radical y desestabilizadora estrategia puesta en marcha por los populares para recuperar el poder a toda costa no puede sino ahuyentar a los votantes moderados de centro-izquierda, por muy irritados o patriotas que se sientan; Rajoy escal¨® ayer el ¨²ltimo pelda?o del disparate al proponer dos medidas inconstitucionales en defensa de la Constituci¨®n: el recurso a la iniciativa popular para convocar un refer¨¦ndum consultivo en toda Espa?a contra el Estatuto.
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