Ex Camps
Francisco Camps proyect¨® su candidatura a la Generalitat como el repristinador del sentimiento valenciano. Ese prop¨®sito supon¨ªa una frontera natural entre ¨¦l y su antecesor, que sin ninguna convicci¨®n al respecto, usaba o abusaba seg¨²n fuera de su inter¨¦s personal. Camps trataba de conferirle naturalidad y normalidad en un momento en que el consenso alcanzado en la Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua (AVL) aportaba un horizonte de serenidad. Entonces, en la intimidad manifestaba emociones equilibradas y sus intenciones estaban acolchadas de concordia. Lo recuerdo con esa impresi¨®n sentado en un taburete de la desaparecida cafeter¨ªa Astoria de Valencia ante un vaso de agua mineral hablando con una cierta complicidad de asuntos considerados sensibles. Aquella conversaci¨®n me arrug¨® de alg¨²n modo su habitual imagen de opositor de notar¨ªas recitando fichas empolladas, con la que sin embargo me hab¨ªa tenido que enfrentar apenas momentos antes con una grabadora de por medio en una entrevista. Mientras explicaba puntos de vista ¨ªntimos y realizaba libaciones en agua mineral, la presidencia de Camps incluso me pareci¨® una oportunidad de renovaci¨®n org¨¢nica en la mara?a de afectos y provechos que hab¨ªa tejido Zaplana. Tres a?os despu¨¦s, su trayectoria presidencial apenas guarda relaci¨®n con aquel ingenuo prop¨®sito de partida, incluso el aplicado opositor de notar¨ªas ha sido reemplazado por un agraviado vociferante que acaba echando mano incluso de s¨ª mismo como combustible para avivar su propia incandescencia. Bajo su mandado se han reabierto cicatrices resta?adas en lo que fue el conflicto civil valenciano durante la transici¨®n, se ha recrudecido el enfrentamiento oficial con Catalu?a y se ha amordazado a la AVL (la misma que ayer tuvo que salir a hacer llamamientos para que no se instrumentalice pol¨ªticamente la lengua). Incluso han regresado los asaltos de encapuchados a librer¨ªas y se ha instalado en la ret¨®rica del Consell el alto voltaje verbal del radicalismo anticatalanista extraparlamentario. Espero que Camps, por lo menos, conserve la pureza en la intimidad de sus aguas minerales.
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