El ?rtico enfrenta a Canad¨¢ y EE UU
El primer ministro electo, Stephen Harper, recuerda a EE UU la reivindicaci¨®n canadiense sobre el Paso del Noroeste
Canad¨¢ afirma que las heladas aguas del archipi¨¦lago ¨¢rtico son suyas. El resto del mundo nunca lo ha visto as¨ª, pero para qu¨¦ pelear por un mar de hielo en el que desde hace 450 a?os se han perdido tantas vidas de los exploradores que trataron de cruzarlo. Ahora, el calentamiento global franquea el Paso del Noroeste en ciertas ¨¦pocas del a?o: es tentador establecer una ruta mar¨ªtima entre Europa y Asia, a trav¨¦s de Norteam¨¦rica, varios miles de millas m¨¢s corta que la que pasa por el canal de Panam¨¢. Pero el asunto va a complicar el deshielo pol¨ªtico entre Washington y Ottawa.
El conservador Stephen Harper, primer ministro electo de Canad¨¢ y que critic¨® las malas relaciones de los liberales de Paul Martin con Estados Unidos y el triste estado en el que se encuentra el Ej¨¦rcito, planea desplegar en las disputadas aguas submarinos, buques rompehielos armados, aviones no pilotados de control y tropas. El mi¨¦rcoles, el embajador de Estados Unidos en Ottawa, David Wilkins, dijo que no hac¨ªa falta porque se trata de "aguas neutrales". Al d¨ªa siguiente, Harper sac¨® las u?as: "Dej¨¦ muy claro en mi campa?a que tengo planes importantes para la defensa nacional y la defensa de la soberan¨ªa, incluyendo la del ?rtico. Y nuestro mandato emana de los canadienses, no del embajador de Estados Unidos".
La ruta del Atl¨¢ntico al Pac¨ªfico fue un im¨¢n para las grandes exploraciones tras el descubrimiento de Am¨¦rica. Los espa?oles buscaron con ah¨ªnco el Paso y lo llamaron el estrecho de Ani¨¢n, influidos por lo que Marco Polo cont¨® sobre una supuesta provincia china llamada An¨¢n. Hern¨¢n Cort¨¦s encarg¨® en 1539 a Francisco de Ulloa subir por la costa de California para encontrarlo. Lo mismo hizo en 1542 Juan Rodr¨ªguez Cabrillo. Los dos, como tantos otros -Martin Frobisher en 1576, Henry Hudson en 1610, William Baff en 1616-, dejaron sus vidas en el intento.
En 1906, el noruego Roald Amundsen logr¨® cruzar el Paso del Noroeste hasta Alaska despu¨¦s de tres a?os de expedici¨®n. En 1944, un velero de la Polic¨ªa Montada de Canad¨¢ pas¨® tambi¨¦n, y en 1957, dos guardacostas de Estados Unidos hicieron la primera navegaci¨®n de ida y vuelta. En 1969, americanos y canadienses exploraron la viabilidad para grandes mercantes y petroleros, y vieron que era m¨¢s barato construir un oleoducto.
No ocurri¨® nada hasta 1985, cuando un rompehielos de Estados Unidos cruz¨® el Paso, desde Groenlandia hasta Alaska. Canad¨¢ denunci¨® que Washington no hab¨ªa pedido permiso. ?Para qu¨¦?, dijeron los estadounidenses: el oc¨¦ano ?rtico es una zona de aguas internacionales. En 1986, Canad¨¢ aprob¨® una declaraci¨®n en la que afirmaba su derecho, pero ni Estados Unidos ni la Uni¨®n Europea, Rusia o Jap¨®n lo reconocieron. La reivindicaci¨®n canadiense se basaba en que las aguas hab¨ªan sido toda la vida de los inuit, pobladores ind¨ªgenas de las costas del ?rtico. En 1993, los inuit formalizaron su apoyo a Ottawa con el Acuerdo de Nuvanut. Desde entonces, la tensi¨®n ha crecido y las chispas han saltado con cada traves¨ªa, especialmente la realizada en 2005 por submarinos nucleares de Estados Unidos.
Un crucero rompehielos ruso, el Kapitan Khlebnikovi, ofrece un recorrido tur¨ªstico por 10.000 d¨®lares (8.176 euros) en el que se incluyen visitas a las comunidades inuit, seg¨²n The Globe and Mail. El diario cita al profesor canadiense Michael Byers, que teme las consecuencias para el medio ambiente si el Paso se populariza. Byers celebra el plan de Stephen Harper para reforzar la presencia militar canadiense en el ?rtico, pero cree que "deber¨ªa haber un acuerdo internacional sobre el status de estas aguas".
?Llegar¨¢ la sangre al hielo? "Estados Unidos defiende su soberan¨ªa y Canad¨¢ defender¨¢ la suya", dijo Harper, queriendo demostrar que no es un cachorro del imperio, como le acusaron sus rivales. Harper no tiene nada que ver con la bronca permanente que el Gobierno liberal manten¨ªa con Washington -arriesgada, si se tiene en cuenta que EE UU es el principal socio pol¨ªtico y econ¨®mico de Canad¨¢-, pero tampoco se va a dejar mangonear. "La pol¨ªtica hacia Estados Unidos no va a cambiar sustancialmente con Harper", seg¨²n Fred Judson, decano del Departamento de Pol¨ªticas de la Universidad de Alberta. "Va a cambiar el discurso, pero con cautela. La m¨²sica del nacionalismo canadiense tambi¨¦n suena en el cerebro de Harper, no s¨®lo porque sea ¨²til pol¨ªticamente, sino porque es una reflexi¨®n genuina de su sentimiento de identidad nacional, que ahora quiz¨¢ se desarrolle algo m¨¢s".
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