Testigos de Auschwitz
Auschwitz no es un nombre desconocido en Ir¨¢n. La mayor¨ªa de los iran¨ªes cultos han o¨ªdo hablar de ¨¦l y saben claramente que representa un lugar infame. Pero no demasiados iran¨ªes sienten la necesidad hist¨®rica de visitarlo. Ni siquiera aquellos que viajan a Polonia por razones de estudios o de negocios suelen volver a Ir¨¢n con la experiencia personal de Auschwitz. Yo visit¨¦ Auschwitz en febrero de 2004, con ocasi¨®n de un viaje a Polonia para hablar con diversos intelectuales y artistas polacos para una edici¨®n especial de una revista iran¨ª. Tras reunirme con Wislawa Szymborska en Cracovia, decid¨ª coger un taxi para visitar Auschwitz. Era una tarde fr¨ªa y fui uno de los ¨²ltimos visitantes del campo. Me aterraba la idea de lo que iba a ver en las cercan¨ªas de la ciudad polaca de Oswiecim. A medida que el coche se aproximaba al campo de exterminio, ante m¨ª se extend¨ªa una sola v¨ªa f¨¦rrea, que desaparec¨ªa en un edificio de ladrillo rojo: la terminal de una v¨ªa a Auschwitz-Birkenau construida en la primavera de 1944. Hab¨ªa alambres espinosos y barracones de ladrillo hasta donde se perd¨ªa la vista. Los crematorios en ruinas estaban alrededor, todos cubiertos por una capa de nieve. Visitar Auschwitz bajo la nieve reci¨¦n ca¨ªda hace asomar la verdadera esencia de esta creaci¨®n b¨¢rbara producida por mentes racionales modernas.
El principal prop¨®sito de Auschwitz era destruir a hombres, mujeres y ni?os cuyo ¨²nico delito era ser jud¨ªos. Los transportaron desde Grecia, Hungr¨ªa, Francia, B¨¦lgica, Holanda y Polonia para matarlos en las c¨¢maras de gas y reducirlos a cenizas; sus dientes de oro, el cabello y las ropas eran reciclados y convertidos en materias primas para el esfuerzo b¨¦lico nazi. Hace muchos a?os le¨ª las memorias de algunos supervivientes, como Si esto es un hombre, de Primo Levi, o La noche, de Elie Wiesel, pero no hace falta decir que la experiencia directa del horror del campo de exterminio es algo que supera a la imaginaci¨®n. Es una de las experiencias m¨¢s terribles que cualquiera puede experimentar en la vida. Visitar Auschwitz no es como visitar cualquier campo de prisioneros o c¨¢mara de tortura. La expresi¨®n aterradora de la crueldad y la locura humanas ser¨ªa ciertamente sobrecogedora en ambos lugares. Pero lo que convierte a Auschwitz en un lugar ¨²nico no es s¨®lo la horrible impresi¨®n que uno experimenta al recorrer su cadena de montaje mortal, sino principalmente el amargo regusto de asco hacia la humanidad que se te queda durante horas, d¨ªas y meses.
En verdad, la lecci¨®n m¨¢s importante que se puede aprender al visitar Auschwitz no es que el Holocausto es simplemente un acontecimiento tr¨¢gico en la historia jud¨ªa, sino que es un desaf¨ªo a la existencia humana. Lo inaudito de Auschwitz se debe a que no es un crimen ordinario consistente en el asesinato de millones de seres humanos. Auschwitz es el fracaso de la ¨¦tica y una aberraci¨®n de los cimientos de la civilizaci¨®n, porque es la degradaci¨®n y la destrucci¨®n ilimitadas de la condici¨®n humana. Contemplado desde el punto de vista moral, nadie es inocente por no saber qu¨¦ ocurri¨® en las c¨¢maras de gas de Auschwitz, ni siquiera quienes voluntariamente cierran los ojos ante la verdadera esencia del horror. Auschwitz no es un accidente o un error ocurrido en la historia; es un trauma para la civilizaci¨®n humana. Presentar Auschwitz con palabras es con seguridad una tarea imposible para poetas, fil¨®sofos y pol¨ªticos. Pero dado que con Auschwitz lo imposible se hizo posible, ya no queda nada imposible. No olvidemos lo que Paul Celan dijo del lenguaje despu¨¦s de Auschwitz: "El lenguaje permaneci¨®, no se perdi¨®, s¨ª, a pesar de todo. Pero ten¨ªa que superar su propia carencia de respuestas, superar un aterrador enmudecimiento, superar las mil oscuridades del habla provocadora de la muerte. Lo hizo y no devolvi¨® palabras por lo ocurrido; pero super¨® este suceso. Lo super¨® y pudo salir nuevamente a la luz, enriquecido por todo esto". Sin duda, Auschwitz es un advenimiento incalificable de lo inhumano, pero es nuestra responsabilidad atestiguar hoy lo incalificable de Auschwitz, como modo de poner l¨ªmites a lo humano.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es director del Departamento de Estudios Contempor¨¢neos en el Cultural Research Bureau de Teher¨¢n. Traducci¨®n de News Clips
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