Prisioneros en sus propios pa¨ªses
Los escritores latinoamericanos buscan en las editoriales espa?olas una proyecci¨®n internacional
El Hay Festival de Cartagena de Indias, que se cierra hoy, es mucho m¨¢s que mesas redondas y charlas de escritores. Es, sobre todo, encuentros de pasillos, de caf¨¦s, copas y cenas, la oportunidad de conocerse e intercambiarse libros, de recomendarse autores. Este festival, nacido en el Reino Unido y que cada vez se expande por m¨¢s pa¨ªses, es "un proyecto cultural de la globalizaci¨®n", seg¨²n Jaime Abello, director de la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo Iberoamericano. Pero esa globalizaci¨®n no ha impedido que persista el desconocimiento entre los pa¨ªses latinoamericanos. En Colombia no se sabe lo que se publica en Argentina y en M¨¦xico se ignora lo que se produce en Chile, y as¨ª hasta el infinito.
Quiz¨¢ por eso, los autores de la otra orilla suspiran por ser publicados en Espa?a. "Si mi libro aparece en Espa?a me da la posibilidad de estar presente no s¨®lo en Argentina, sino en toda Am¨¦rica Latina", afirma el cineasta y escritor argentino Edgardo Cozarinsky. El colombiano H¨¦ctor Abad Faciolince es m¨¢s pesimista: "Me da la impresi¨®n de que no interesamos a Espa?a ni al mundo. Las editoriales espa?olas lo intentan, pero ni a los lectores ni a los medios les interesamos. Lo que escribimos no corresponde a lo que Europa espera de nosotros. Ahora, all¨¢ gusta m¨¢s lo que llega del antiguo Este o los temas relacionados con el terrorismo isl¨¢mico".
Ambos autores, sin embargo, est¨¢n ilusionados. Cozarinsky tuvo bastante ¨¦xito en Espa?a con el libro de relatos La novia de Odessa y con el ensayo Borges. El cinemat¨®grafo, que sac¨® Emec¨¦ (Grupo Planeta), pero cuando esta editorial entr¨® en fase de hibernaci¨®n, sus libros desaparecieron. En 2004 public¨® en Argentina la novela El rufi¨¢n moldavo y el ensayo El museo del chisme. Ahora ha sido redescubierto por Seix Barral, que lanzar¨¢ estos libros y otros anteriores. "Seguro que ahora s¨ª cruzar¨¦ fronteras".
Abad Faciolince, autor de libros como Tratado culinario para mujeres tristes, Fragmentos de amor furtivo o Basura, asegura con humor que todo lo que ha escrito hasta ahora son g¨¹evadas. "Arrastro un trauma desde hace 18 a?os, cuando en Medell¨ªn los paramilitares asesinaron a mi padre, que era un dirigente de derechos humanos, un hombre de derechas y liberal. Durante mucho tiempo no he sido capaz de enfrentarme literariamente a esta tragedia que marc¨® mi vida, pero ahora s¨ª, ahora me he lanzado de cabeza y s¨®lo me faltan 30 p¨¢ginas para acabar la novela".
El colombiano Jorge Franco (Rosario Tijeras y Para¨ªso Travel) tiene otra opini¨®n. "A¨²n persiste el s¨ªndrome de las colonias: quien triunfa en el extranjero regresa a Am¨¦rica como un h¨¦roe. Pero creo que esto est¨¢ cambiando un poco. Yo, por ejemplo, no he logrado impacto en el extranjero. De todas maneras, nosotros, los colombianos, los argentinos o los mexicanos tenemos un patrimonio importante, unos padres literarios, los del boom, que hace que los ojos del mundo se fijen un poco en estos pa¨ªses".
Franco tiene lista una nueva novela, a¨²n sin t¨ªtulo, que trata de un siglo de la historia de Colombia a trav¨¦s de tres generaciones. "La goc¨¦ escribiendo. Rosario Tijeras la escrib¨ª con dolor y rabia. ?sta est¨¢ m¨¢s trabajada, aunque mantiene la vertiginosidad y velocidad de la narraci¨®n". En Colombia la publicar¨¢ Seix Barral y en Espa?a, Mondadori.
"Los autores del boom no fueron m¨¢s de 10 o 12. Aparecieron simult¨¢neamente con aparentes lenguajes comunes. Las cosas han cambiado, nuestros pa¨ªses se han diversificado y es dif¨ªcil buscar un denominador com¨²n. Persisten entre nosotros unas barreras que no acabo de entender. En los a?os sesenta, los libros de Losada circulaban por todo el continente. ?Qu¨¦ ha pasado?", se pregunta el colombiano William Ospina.
El venezolano Antonio L¨®pez Ortega, con una notable obra en su pa¨ªs e in¨¦dita en Espa?a, responde a Ospina. "Durante el largo silencio del franquismo, el foco editorial se instal¨® en Argentina, en M¨¦xico y en menor medida tambi¨¦n en Colombia. En buena parte la edici¨®n fue estimulada por los exiliados republicanos. Con la muerte del dictador las cosas cambiaron. Los sellos espa?oles crecieron y se instalaron en Am¨¦rica Latina y los latinoamericanos se debilitaron. Estas empresas eligen a los mejores autores de cada pa¨ªs y los publican en los cat¨¢logos locales, pero no en Espa?a. Nos sentimos prisioneros en nuestros pa¨ªses. Algunos autores logran dar el salto, pero la mayor¨ªa no. Yo tengo una teor¨ªa. Si el mercado no puede lograr ese salto y con ¨¦l la diversificaci¨®n, lo tiene que hacer el Estado, los Estados, para que haya una verdadera interconexi¨®n entre nosotros". La tambi¨¦n venezolana Victoria de St¨¦fano opina que encuentros como el de Cartagena de Indias son imprescindibles para que se profundice en el conocimiento mutuo. De St¨¦fano publicar¨¢ su primer libro en Espa?a, Lluvia, en la peque?a editorial Candaya. Saldr¨¢ en mayo. Ospina, poeta reconocido desde hace 30 a?os y ensayista de prestigio, con obras tan potentes como Auroras de sangre, sobre la conquista americana, permanece in¨¦dito en Espa?a, aunque se luch¨® mucho porque este libro cruzara la frontera. Lo va a conseguir con su primera novela, Ursua, que apareci¨® en Colombia en 2005 y va por la cuarta edici¨®n. La publicar¨¢ Alfaguara este a?o. Ursua es una de esas novelas de las que hablan todos los escritores. "Ya en mis ¨²ltimos poemas y ensayos hab¨ªa introducido elementos narrativos, pero cuando acab¨¦ Aurora de sangre vi claro que este tema lo ten¨ªa que explicar no como una reflexi¨®n, sino como la reconstrucci¨®n narrativa de una historia. Siento mucha curiosidad por c¨®mo se reciba en Espa?a, porque es una mirada poco convencional sobre la conquista, sobre la complejidad de dos mundos que se enfrentaban. Hay una mirada severa sobre la barbarie y los cr¨ªmenes que se cometieron, pero tambi¨¦n un esfuerzo de exaltaci¨®n de la lengua que hablamos".
Todos est¨¢n convencidos. El espa?ol es lo que de verdad une a estos escritores, m¨¢s all¨¢ de los encuentros y desencuentros editoriales o de su permanente obsesi¨®n de atravesar fronteras dentro de una misma lengua. Edgardo Cozarinsky es biznieto de emigrados rusos en Argentina y lleva 34 a?os residiendo en Par¨ªs, aunque cada vez pasa m¨¢s tiempo en Buenos Aires. Lo tiene claro. "Se podr¨ªa decir que soy hijo de la di¨¢spora jud¨ªa o de la argentina, pero yo lo que de verdad me siento es ciudadano del espa?ol".

La felicidad de Laura Restrepo
La colombiana Laura Restrepo es probablemente la escritora m¨¢s feliz y desconcertada del Hay Festival. Cuando estaba por tomar el avi¨®n para Cartagena de Indias le lleg¨® la noticia de que hab¨ªa ganado el Premio Grinzane Cavour a la mejor novela extranjera por Delirio, con la que obtuvo el Alfaguara en 2004.
Ante las felicitaciones continuas apenas sab¨ªa qu¨¦ contestar. "Yo es que no s¨¦, s¨ª, dicen que es importante, pero realmente es que no s¨¦". Hasta que se encontr¨® con Javier Cercas, que lo consigui¨® por Soldados de Salamina, y le someti¨® a severo interrogatorio. Satisfecha, coment¨® al final que est¨¢ dispuesta a viajar a Tur¨ªn para recogerlo.
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez ha dejado de ser el "patrocinador intangible". Est¨¢ en todas partes, tranquilo, relajado y de muy buen humor. El viernes se pas¨® media tarde en el hotel Charleston, sede de la organizaci¨®n del festival. Cuando se le pregunta por su salud se da unos golpecitos en la cabeza y dice "toc, toc". "Espero que bien, espero que haya suerte". Firm¨® ejemplares a todos quienes se lo solicitaron. "Ah, usted compr¨® ese libro pornogr¨¢fico", le dijo a un entusiasta que le llev¨® Memoria de mis putas tristes. Y a quien le pidi¨® una dedicatoria del grueso volumen de Vivir para contarla, le coment¨® entre risas: "No s¨¦ qui¨¦n me escribi¨® este libro tan largo".
Le gusta recordar sus tiempos de Barcelona, sobre todo si hay espa?oles cerca. "Yo conoc¨ª a Alfonso Mil¨¢, y cuando me dijeron que estaba construyendo una casa al lado de La Pedrera decid¨ª comprar un piso. Luego tuve que irme, pero Carmen Balcells se encarg¨® de todo. Est¨¢ en un sitio espl¨¦ndido. ?La redacci¨®n de EL PA?S en Catalu?a est¨¢ cerca de La Pedrera? Pues no se vaya usted nunca de Barcelona", dijo a esta periodista.
Hac¨ªa tres a?os que Gabo no estaba en Cartagena de Indias, donde tiene una casa maravillosa. "Lo he encontrado todo exactamente como estaba". Por la noche fue a la fiesta de la Embajada espa?ola. Est¨¢ contento porque est¨¢ en Cartagena y porque el festival funciona de maravilla.
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