A?os santos
El cardenal Juli¨¢n Herranz Casado, de Baena, en el camino entre C¨®rdoba y Granada, monse?or de alt¨ªsimas responsabilidades vaticanas, habl¨® en Madrid sobre el retroceso de la civilizaci¨®n. Han sido puestos al mismo nivel, dec¨ªa monse?or Herranz, "la verdad y el error, la libertad y el ego¨ªsmo, el deseo y el derecho, el inter¨¦s privado y el bien p¨²blico". Estoy de acuerdo con el cardenal, aunque quiz¨¢ no coincidamos en los contenidos del error y de la verdad.
Monse?or avisaba de los peligros que acechan a las sociedades que quieren ser demasiado laicas. Bien est¨¢ la distinci¨®n entre Estado e Iglesia, pero es hora de tomarse en serio la religi¨®n, y ense?arla obligatoriamente en las escuelas estatales. Parece absoluta y peligrosamente cierto: hay que tomarse muy en serio la religi¨®n. Hac¨ªa tiempo que la religi¨®n no era tan importante como hoy. Bush y Blair son profundamente cristianos, practicantes, y Bush estuvo atento a la voz de Dios antes de desatar una guerra de alcances todav¨ªa insospechados. El momento internacional depende ahora mismo de unas caricaturas de Mahoma en remotos peri¨®dicos n¨®rdicos. Las naciones debaten sobre si se puede tomar el nombre de Dios en vano sin castigar p¨²blicamente a los ofensores de Dios y sus profetas.
La religi¨®n se ha convertido en un ineludible y acuciante problema pol¨ªtico, en una cuesti¨®n b¨¦lica. El mundo andaba mal porque no ten¨ªa suficiente religi¨®n, dec¨ªan los devotos. Ahora est¨¢ fatal, aunque sufre un exceso de religi¨®n. Se ha dado un salto acrob¨¢tico, arriesgad¨ªsimo, de cientos de a?os, hacia el pasado, y las creencias religiosas vuelven a pesar sobre la vida p¨²blica. Sabemos de casos rid¨ªculos, como el de aquellas cofrad¨ªas sevillanas que quer¨ªan meter en la c¨¢rcel al autor de un videojuego inane, una broma sobre la Virgen y Nuestro Se?or Jesucristo entre disparos a una banda de zombis. Y ahora o¨ªmos que el Parlamento brit¨¢nico ha aprobado por fin una ley contra delitos antirreligiosos, a la que llaman "contra el odio religioso", como si una emoci¨®n fuera susceptible de medida y, por tanto, de juicio, aunque se trate del odio.
Vuelven aquellos tiempos en que ofender a Dios era una buena contrase?a para acceder al pat¨ªbulo. Vuelven los comit¨¦s, consejos y guardianes que persiguen las ofensas a la moral y las buenas costumbres. Es el violento retorno de las religiones. El cardenal Silvestrini, insigne diplom¨¢tico cat¨®lico, responsable papal para las Iglesias Orientales, llama a la rebeli¨®n en Europa contra quien se burle de los s¨ªmbolos religiosos, mientras fieles musulmanes se manifiestan airadamente en Ir¨¢n, Irak, Jordania, Palestina, Pakist¨¢n, Bangladesh y Gran Breta?a, rebeldes contra la blasfemia. No s¨¦ si estos creyentes han visto las vi?etas danesas que les parecen ultrajantes, pero no importa: en tiempos de fe, basta creer, seguir al gu¨ªa espiritual. Es una cuesti¨®n de fe, no de experiencia. Todav¨ªa recuerdo cuando, hace poco, a prop¨®sito del refer¨¦ndum europeo, un alto responsable pol¨ªtico andaluz les dec¨ªa a los electores que no era necesario conocer el proyecto de Tratado Constitucional para votar a favor.
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