El adi¨®s de los mosqueteros
Antonio Giraudo ha tenido asuntillos de droga, como Mick Jagger. Luciano Moggi se las ha visto con la justicia, como Keith Richards. Y Roberto Bettega es un se?or tan tieso como Charlie Watts. Son los viejos rockeros de la Triada, los Rolling Stones del calcio. "Giraudo, Moggi y Bettega son como los tres mosqueteros", dice Fabio Capello, y yo soy el cuarto, D'Artagnan". Es otro punto de vista. Los tres m¨¢ximos dirigentes del Juventus son m¨¢s antip¨¢ticos que los mosqueteros, pero tienen tantos enemigos como ellos. Porque despu¨¦s de 12 a?os llevando los asuntos de la Vieja Se?ora turinesa, a estos Rolling s¨®lo les soportan en su casa, y no del todo: John y Lapo Elkann, dos de los herederos del imperio Agnelli y, por tanto, copropietarios de la sociedad, detestan la imagen arrogante y sarc¨¢stica que la Triada ha conferido a la sociedad.
Giraudo, Moggi y Bettega, los tres altos dirigentes de 'la Juve', son igual de antip¨¢ticos
Lo que pasa es que son buenos en lo suyo. Antonio Giraudo, 54 a?os, consejero delegado, ha manejado las cuentas de forma irreprochable. Sin pedir un euro a los Agnelli ha construido sucesivas plantillas vencedoras y rentables; cuando se ha visto en apuros, ha sabido hacerle un tocomocho al pardillo de turno. En el calcio, tal papel suele corresponder a los dirigentes del Inter. Un ejemplo: en 2004, Giraudo (y Moggi) convencieron al Inter para llevarse a Tur¨ªn a Cannavaro, uno de los dos mejores centrales italianos, a cambio de Carini, el mejor portero uruguayo de su urbanizaci¨®n. Giraudo pas¨® apuros cuando fue procesado por dopar a los jugadores, pero en segunda instancia el caso se cerr¨® sin condenas.
Luciano Moggi, 68 a?os, director deportivo, carece de rivales en su especialidad. Dirigi¨® la pol¨ªtica de contrataciones en el N¨¢poles, el Lazio, el Roma y el Torino antes de recalar en el Juventus, y su olfato para reconocer talentos (su hijo, casualmente, ejerce como intermediario) s¨®lo es comparable a su cari?o hacia los ¨¢rbitros: les invita a cenar, les proporciona traductoras-acompa?antes cuando son extranjeros (en 1993 fue condenado a cuatro meses de arresto; result¨® que las traductoras-acompa?antes prestaban a los colegiados unos servicios lingu¨ªsticos de naturaleza no verbal) y nunca olvida un cumplea?os arbitral.
Roberto Bettega, 54 a?os, ex jugador y vicepresidente, ha ganado car¨¢cter con los a?os. Como futbolista fue un goleador suave y elegante. Ahora, como directivo, prefiere dar le?a: el otro d¨ªa, despu¨¦s del encuentro de Copa en el Ol¨ªmpico, no quiso abandonar el palco sin pegarle un coscorr¨®n a un pobre diplom¨¢tico argentino que, por lo visto, celebraba con demasiado entusiasmo la victoria romanista en la eliminatoria.
Parece, y esa es la noticia, que los Dalton juventinos se separan. Giraudo quiere hacerse rico, al menos tanto como lo es ya Moggi, y tiene preparados unos cuantos negocios inmobiliarios para despu¨¦s de junio. M¨¢s adelante cuenta con encargarse de la remodelaci¨®n de los estadios italianos si el Campeonato de Europa de 2012 es adjudicado, como se espera, a Italia. Bettega se quedar¨¢. Y Moggi, parece, se trasladar¨¢ a Mil¨¢n para hacerse cargo del Inter o, m¨¢s probablemente, del Milan. Ya ha comido con Silvio Berlusconi para hablar del sueldo. El cuarto mosquetero, Capello, asegura que no dejar¨¢ el Juventus mientras sigan los otros tres. Para entendernos, se larga tambi¨¦n en junio. No quiere especular sobre el futuro, pero se le ponen tiernos los ojitos de tiranosaurio cuando le hablan de Madrid.
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