250.000 ni?os haitianos sufren una nueva esclavitud
Las redes de tr¨¢fico de menores operan con impunidad en el pa¨ªs m¨¢s pobre del hemisferio occidental
Hait¨ª fue el primer pa¨ªs en romper las cadenas de la esclavitud hace m¨¢s de dos siglos, pero en la actualidad unos 250.000 menores viven en condiciones de explotaci¨®n al servicio de familias sin escr¨²pulos. Los nuevos esclavos de la naci¨®n m¨¢s pobre del hemisferio occidental son chicos y chicas entre 7 y 14 a?os que dejaron el medio rural pobre para terminar como sirvientes en las ciudades haitianas, subyugados en las plantaciones de ca?a de az¨²car o en las redes de prostituci¨®n de la vecina Rep¨²blica Dominicana.
Las redes de tr¨¢fico de menores operan impunemente en Hait¨ª, con el 50% de la poblaci¨®n menor de 18 a?os, una esperanza de vida que no supera los 52 a?os, un ¨ªndice de escolarizaci¨®n del 54% y m¨¢s de la mitad de los haitianos sin saber leer ni escribir. Las calles est¨¢n pobladas de ni?os sin futuro. Los menos d¨®ciles escaparon de sus nuevos progenitores y se integraron en pandillas. Algunos van a parar a las bandas de chim¨¨res en los arrabales de Puerto Pr¨ªncipe, donde es frecuente ver chavales de apenas 10 a?os armados.
En Hait¨ª son conocidos como 'restavec', t¨¦rmino cr¨¦ole que significa "qu¨¦date con"
Los traficantes cuentan con la complicidad de la polic¨ªa para pasar la frontera dominicana
Jean Robert Cadet opina que, a pesar de la abolici¨®n del r¨¦gimen esclavista, la primera rep¨²blica negra del mundo s¨®lo cambi¨® de amo, al reproducir el mismo sistema. Cadet es un ejemplo de lo que en Hait¨ª se conoce como los restavec, t¨¦rmino cr¨¦ole que proviene del franc¨¦s reste avec y que puede traducirse como "qu¨¦date con". A los cuatro a?os su madre, negra, falleci¨® y su padre, blanco, se neg¨® a reconocerlo y lo entreg¨® a una antigua maestra. Pas¨® toda la infancia trabajando de criado y se convirti¨® en un restavec m¨¢s.
Cadet consigui¨® escapar de la red y decidi¨® dedicar su vida a denunciar esta forma de esclavitud ignorada por las autoridades locales y por la comunidad internacional. Escribi¨® Restavec: un ni?o esclavo en Hait¨ª, donde cuenta la historia de un muchacho abandonado por su familia sin recursos, que lo entrega a otra m¨¢s acomodada, con la esperanza de que no pase hambre. "Los padres biol¨®gicos piden a la familia que le acoge que el ni?o vaya a la escuela y sea bien alimentado. Hay muchas promesas que luego no se cumplen", cuenta en el libro. La ley haitiana proh¨ªbe a los ni?os menores de 12 a?os trabajar como criados, pero no se aplica. Los muchachos m¨¢s pobres del ¨¢mbito rural ni siquiera figuran en el registro civil.
Estos ni?os desarraigados se convierten r¨¢pidamente en peque?os esclavos, explica Alphonse Deo Nkunzimana, director del programa de lucha contra el tr¨¢fico de menores de la Pan American Development Foundation (PADF). "Trabajan por encima de sus posibilidades, no reciben remuneraci¨®n alguna, son v¨ªctimas de abusos sexuales y de todo tipo. Son obligados a limpiar la casa, cocinar, cargar agua y buscar le?a". Nkunzimana, 34 a?os, ruand¨¦s, graduado en Ciencias Pol¨ªticas por la Universidad de Pittsburgh, lleg¨® a Hait¨ª en 2003.
El programa de lucha contra esta nueva forma de esclavitud tiene cuatro ¨¢reas de trabajo: jur¨ªdica, para atraer la atenci¨®n de las autoridades; formaci¨®n de cuadros de organizaciones nacionales y del Gobierno para erradicar estas pr¨¢cticas; campa?a de medios de comunicaci¨®n; y recuperaci¨®n y reinserci¨®n. "Hay muchas ONG y centros de recuperaci¨®n de chicos restavec. Les asistimos y damos dinero para enviar a estos chicos a la escuela y eventualmente devolverlos a sus familias de origen", dice Nkunzimana.
"Hay padres que reh¨²san aceptar a su hijo de vuelta", comenta Marline Mondesir, directora del Centre d'Action pour le D¨¦veloppement (CAD), que acoge a ni?os esclavizados que fueron rescatados. "Tuvimos una ni?a de 16 a?os. Localizamos a su madre verdadera que nos dijo que no la pod¨ªa aceptar porque ten¨ªa otros seis hijos. No ten¨ªa c¨®mo alimentarla. Finalmente, conseguimos una actividad laboral para la familia y la ni?a volvi¨® a su casa".
El CAD de la se?ora Mondesir organiza cursos de formaci¨®n profesional y provee alimentaci¨®n y alojamiento a ni?os recuperados. "Muchos eran sirvientes o criados y acabaron expulsados a la calle". Sacar a los muchachos de la esclavitud moderna cuesta menos que la reinserci¨®n, porque muchos perdieron los lazos familiares y apenas recuerdan de d¨®nde vienen. Entre los a?os 2000 y 2004, 70 ni?os recuperados por el CAD han vuelto a sus familias originarias. "Tenemos cuatro ni?os de 15 y 16 a?os que viv¨ªan en Rep¨²blica Dominicana como criados. Encontramos a sus padres en Cabo Haitiano y est¨¢n dispuestos a acogerlos. Pero necesitamos fondos para la reinserci¨®n", se?ala Marline Mondesir.
Las redes de tr¨¢fico de menores que van a parar a Rep¨²blica Dominicana cuentan con la complicidad de la polic¨ªa en la frontera, que facilita el paso ilegal por cuatro puntos. Hay diversos factores que empujan a los haitianos a huir, ayer en bote hacia Estados Unidos, hoy por v¨ªa terrestre a Rep¨²blica Dominicana. El pa¨ªs vecino es m¨¢s estable econ¨®micamente con una alta demanda de mano de obra. Alrededor de 3.000 ni?os cruzan anualmente la frontera entre Hait¨ª y Rep¨²blica Dominicana en el Noreste, seg¨²n cifras de UNICEF. El Ministerio dominicano de Trabajo estima que entre 25.000 y 30.000 ni?os haitianos trabajan en el sector agr¨ªcola.
Alphonse Deo Nkunzimana denuncia la aparici¨®n de una figura nueva entre los padres biol¨®gicos y la familia postiza: el intermediario. "Este individuo cobra de las dos partes y suele mantener enga?ada a la familia original sobre el paradero y las condiciones de vida del ni?o". El trabajo de las distintas organizaciones que trabajan contra el tr¨¢fico de menores no presenta cifras espectaculares en cuanto a logros. Pero s¨ª ha servido "para cambiar la actitud de la gente a la hora de abordar el problema", seg¨²n Nkunzimana. "Antes s¨®lo UNICEF y las organizaciones internacionales hablaban del problema de los restavec. Ahora son los propios haitianos quienes entienden que es su problema".
El viaje de Brad Pitt y Angelina Jolie
El 13 de enero la capital haitiana recibi¨® la fugaz visita de dos famosos. Los actores Angelina Jolie y Brad Pitt llegaron en helic¨®ptero invitados por el m¨²sico de origen haitiano Wyclef Jean, l¨ªder del grupo de
hip-hop
The Fugees, afincado en EE UU. La pareja de moda viaj¨® a Hait¨ª para dar un espaldarazo medi¨¢tico a la fundaci¨®n Yele Hait¨ª, del popular
rapero,
que junto a otras organizaciones como la Pan American Development Foundation (PADF), contribuye a la financiaci¨®n de decenas de proyectos de educaci¨®n, salud, medio ambiente y ayuda humanitaria en el pa¨ªs caribe?o.
Con financiaci¨®n de la agencia estadounidense para ayuda al desarrollo (USAID), uno de los proyectos estrella en los que est¨¢ involucrado Wyclef Jean es Lari Pw¨°p, que en cr¨¦ole significa Calles Limpias. "La recogida de basura en Puerto Pr¨ªncipe es un tema dif¨ªcil, por la presencia de grupos mafiosos", dice el canadiense John Currelly, representante de la PADF que conoce las dificultades de trabajar en los barrios m¨¢s pobres y peligrosos de la ciudad.
El proyecto Calles Limpias da empleo a 1.400 personas, todos menos dos de Cit¨¦ Soleil, el barrio con el peor expediente de pobreza y violencia. "Wyclef ha sido un factor de gran importancia en el ¨¦xito del proyecto", asegura Currelly. Canciones de 25 m¨²sicos
raperos
ser¨¢n difundidas en la radio, en los populares microbuses
tap-tap,
habr¨¢ un concurso y el ganador tendr¨¢ el honor de grabar con Wyclef Jean.
En numerosos puntos de la capital se ven las brigadas de hombres y mujeres, escoba en mano, con camiseta y gorra amarillos y el logotipo del proyecto, que comenz¨® en Cit¨¦ Soleil y Bel-Air. "Estos barrios no ten¨ªan ning¨²n proyecto, el Gobierno los declar¨® zonas desahuciadas", recuerda Jean-Erick D¨¦ryce, antiguo ministro de Planificaci¨®n, que ahora dirige el proyecto.
"Sin el acuerdo con las bandas no hab¨ªa nada que hacer. Puse condiciones: protecci¨®n de los veh¨ªculos y de los equipos, no pagar¨¦ a los jefes y abonar¨¦ el salario a los empleados sin intermediarios. Yo decidir¨¦ el lugar y d¨ªa de pago", explica D¨¦ryce. Los "bandidos" dijeron de acuerdo, pero con una condici¨®n: nada de presencia de la Polic¨ªa y de la Minustah (Misi¨®n de la ONU). El proyecto arranc¨® el 15 de octubre. De momento las dos partes han respetado los compromisos y cada 15 d¨ªas dos veh¨ªculos llegan a Cit¨¦ Soleil con 20.000 d¨®lares repartidos en sobres que se entregan a cada trabajador. El salario es de dos d¨®lares por d¨ªa trabajado. No ha habido un solo incidente. "Cada d¨ªa de pago es una prueba de fuego. Cuando termina, respiro tranquilo. Los bandidos tienen su c¨®digo de honor, pero son bandidos", admite Jean-Erick D¨¦ryce.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.