Piedra y saetas para medir el tiempo
La Comunidad de Madrid edita un libro que documenta 213 de los relojes solares esparcidos por la regi¨®n
Un valioso patrimonio en piedra y sombra avanza calladamente cada minuto de cada hora de cuantas presiden los d¨ªas soleados que ba?an la ciudad y el territorio regional madrile?o.
Pese a parecer que esta riqueza p¨¦trea durmiera hondamente un sue?o infinito, como los muros de los castillos o las piedras que fraguan las fachadas monumentales urbanas, tal patrimonio madrile?o contin¨²a, sin embargo, trabajando de manera incesante desde hace siglos. Se trata de los dos centenares largos de relojes de sol con los que la Comunidad de Madrid cuenta y cuyo inventario ha sido recogido por Jacinto del Buey y Javier Mart¨ªn Artajo en un libro, Relojes de sol de Madrid.
De inmemorial cabe definir el origen de este tipo de artefactos, ideados para la medici¨®n del tiempo conforme a la evoluci¨®n de la luz del sol a lo largo del d¨ªa. Caldeos, asirios y hebreos fundamentaron los c¨¢lculos astron¨®micos en los cuales se basa la creciente precisi¨®n que, paulatinamente, caracteriz¨® los relojes de sol. ?stos presentan como rasgo com¨²n una superficie plana, generalmente de piedra y orientada al sur, en cuyo centro se clava un gnomon, que consiste en una varilla rectil¨ªnea de metal, habitualmente de hierro o de otro material consistente.
El monasterio de El Paular atesora el ¨²nico cron¨®metro que mide en horas babil¨®nicas
Alberto Coraz¨®n dise?¨® un conjunto de nueve elementos para la Puerta de Toledo
Al recibir la luz solar, este afilado hito proyecta una marca de sombra cuyo desplazamiento con el curso del astro es mensurable sobre la plataforma de piedra. En ¨¦sta, una secuencia de incisiones permite nombrar cada hora o cada conjuntos de horas, generalmente la tercia, la sexta -que coincide con el mediod¨ªa- y la nona, al atardecer.
Jacinto del Buey, de 64 a?os, es coronel de Ingenieros retirado. Por su entusiasmo a la hora de conversar sobre su libro, pareciera haber heredado el legado de aquellos militares espa?oles que, a partir del siglo XVIII, impulsaron el desarrollo cient¨ªfico hispano al erigirse en los ¨²nicos cient¨ªficos sobre el terreno, por aunar todos los saberes emp¨ªricos de la ¨¦poca, desde la matem¨¢tica y la trigonometr¨ªa o la astronom¨ªa, hasta la qu¨ªmica y la f¨ªsica.
"Creo que a un ni?o o un adolescente les resultar¨ªa casi imposible construir un reloj de sol, a no ser que se trate de talentos excepcionales", explica Del Buey. La causa de tanta dificultad reside en que se exigen amplios conocimientos matem¨¢ticos para conseguir un reloj de sol con suficiente precisi¨®n como para hacerlo fiable. Sin embargo, no cabe desanimarse. Los tres a?os que ¨¦l y Javier Mart¨ªn Artajo han invertido en estudiar los cron¨®metros solares madrile?os, reunir la documentaci¨®n concerniente y fotografiar cada una de las 213 piezas compendiadas, han cristalizado en un texto que permite que los lectores puedan conocer casi todo sobre estos maravillosos medidores solares, que en Espa?a suman 5.000 unidades.
"La clave est¨¢ en el gnomon", explica Jacinto del Buey. En griego esta palabra significa adagio o saeta, lo cual permitir¨ªa evocar a los astutos e incisivos geniecillos de los bosques. "Lo m¨¢s importante de un reloj solar es que la varilla est¨¦ orientada hacia la Estrella Polar". ?Por qu¨¦? "Porque el Sol gira en torno al eje del mundo y esa estrella se encuentra en un extremo de tal eje", explica. Jacinto del Buey niega que el propio sol pueda ser capaz de fundir la varilla de hierro que compone el estilete, ya que el punto de fusi¨®n del hierro ronda los 1.535 grados cent¨ªgrados.
En su recorrido por la Comunidad de Madrid, que han dividido en cuatro zonas correspondientes a los puntos cardinales, el mayor n¨²mero de relojes corresponde a la zona norte y donde m¨¢s escasean es en el oeste. Setenta y siete de ellos se encuentran en ¨¢reas rurales; en la capital hay 60 y un n¨²mero similar, 58, en distintos museos, como el L¨¢zaro Galdiano y el Museo Naval, de la calle de Juan de Mena. De toda la regi¨®n, el ¨²nico que permite la medici¨®n en horas babil¨®nicas -un antiqu¨ªsimo procedimiento- es el que se conserva en el claustro del monasterio de El Paular, en las inmediaciones de la villa serrana de Rascafr¨ªa.
Uno de los m¨¢s veteranos se halla en el Museo Arqueol¨®gico Nacional: data del siglo I de esta era. Entre los m¨¢s originales resalta el que exhibe desde 1988 la plaza contigua a la Puerta de Toledo, dise?ado por Alberto Coraz¨®n, con c¨¢lculos de Juan Jos¨¦ Caurcel. Incluye un conjunto de nueve relojes, siete de ellos de sol y dos lunares, con un gnomon de acero de nueve metros.
El libro de Mart¨ªn Artajo y del Buey se?ala itinerarios a los lectores para permitirles conocer cada uno de los destellantes cron¨®metros de la valiosa constelaci¨®n madrile?a. Con 547 p¨¢ginas y profusamente ilustrado, el libro se vende al precio de 28 euros en Fortuny, 51, sede de la librer¨ªa de la Comunidad de Madrid. Ha sido editado por la Direcci¨®n General de Promoci¨®n y Disciplina Ambiental de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, que rige Mariano Zab¨ªa, que lo present¨® al p¨²blico ayer en la sede de su departamento, en el Hospital de Maudes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.