?Campeones nacionales? ?Campeones europeos?
El autor apuesta por el mercado como regulador del tama?o de las empresas y advierte contra las tentaciones proteccionistas de los Gobiernos.Existe un consenso general en que el motivo ¨²ltimo de toda fusi¨®n, adquisici¨®n o reestructuraci¨®n empresarial debe ser la creaci¨®n de valor
Y para que ¨¦ste ¨²ltimo pueda darse, la nueva compa?¨ªa debe satisfacer las necesidades de sus clientes de una forma m¨¢s eficiente que aquella en la que lo hac¨ªan las empresas intervinientes antes de la operaci¨®n. Si esto se produce, la nueva empresa generar¨¢ una mayor liquidez que antes, lo que redundar¨¢ en un mayor valor de mercado.
El lector detectar¨¢ que hay una excepci¨®n importante a lo dicho: la existencia de monopolios. ?stos tambi¨¦n pueden crear valor pero ello no implica que satisfagan mejor las necesidades de sus clientes (s¨ª deber¨ªan hacerlo en pura teor¨ªa, tal y como defend¨ªa Schumpeter, pero en la pr¨¢ctica esto no es as¨ª y por ello existen las leyes antimonopolio y las instituciones encargadas de velar por su cumplimiento). Por ello, en la econom¨ªa de mercado los monopolios, o las empresas que dominan ampliamente un sector, son la excepci¨®n y no la regla; esto es as¨ª porque se ha demostrado hasta la saciedad que la competencia es buena para los clientes, para la mejor asignaci¨®n de recursos, para la creaci¨®n de riqueza y, por tanto, para la sociedad en general. La Comisi¨®n Europea, al menos a trav¨¦s de los comentarios realizados por los Comisarios de Competencia la se?ora Neelie Kroes y de Energ¨ªa Andris Piebalgs, as¨ª lo piensa tambi¨¦n y por ello dicha Comisi¨®n es contraria a todas aquellas agrupaciones empresariales que den lugar a compa?¨ªas que pongan en peligro dicha competencia.
En concreto, la Comisi¨®n se opone a los denominados "campeones nacionales" y anima a la formaci¨®n de los denominados "campeones europeos". Esta toma de postura parece l¨®gica desde una visi¨®n europe¨ªsta puesto que implica que los campeones nacionales, es decir grandes compa?¨ªas que gozan de un gran poder de mercado "protegido" en su sector dentro de un Estado miembro en concreto, da?an la libre competencia dentro de la Uni¨®n Europea perjudicando a otras empresas radicadas en los otros Estados que no pueden entrar a competir en igualdad de oportunidades en aqu¨¦l. Esta falta de competencia, no lo olvidemos, acaba repercutiendo en un peor servicio (menos eficiente y m¨¢s caro) a los clientes, es decir, a los ciudadanos. En una Europa unida en la que se tiende a tener una ¨²nica moneda y con cada vez m¨¢s cosas en com¨²n, tener unos reinos de Taifas econ¨®mico-empresariales no parece l¨®gico. Incluso, yendo m¨¢s all¨¢, por las mismas razones tampoco se deber¨ªa incentivar la creaci¨®n de campeones europeos aunque posiblemente su poder de mercado sea inferior en relaci¨®n al de los nacionales. En palabras de Martin Hellwig, ex-presidente y miembro de la Comisi¨®n de Monopolio alemana, "son las compa?¨ªas y no las econom¨ªas las que deben competir internacionalmente".
En este sentido la legislaci¨®n de la UE da a los ciudadanos europeos, a partir de julio de 2007, el derecho a elegir su compa?¨ªa suministradora de energ¨ªa (gas y electricidad, en concreto). Por cierto, que los espa?oles ya gozamos de dicho derecho. Dado que todas las compa?¨ªas compartir¨¢n los mismos sistemas de transporte de energ¨ªa, ellas deber¨¢n competir entre s¨ª por ser elegidas por los usuarios. Ello deber¨ªa redundar en unos mejores precios y en una mejor asignaci¨®n de recursos siempre, claro est¨¢, que la Comisi¨®n Europea acierte a dise?ar las adecuadas reglas de juego de dicho mercado.
Una raz¨®n importante que puede justificar la existencia de campeones nacionales es la de que nuestros competidores directos tambi¨¦n los tienen y, por tanto, su existencia es un mecanismo de defensa. Pero si esto es as¨ª, se hace dif¨ªcil explicar a los ciudadanos que Europa se mueve hacia una Uni¨®n Econ¨®mica: todos decimos que la soluci¨®n es "m¨¢s Europa" pero no nos fiamos unos de otros; curiosa contradicci¨®n. Pero aunque esto fuese cierto (y algo hay de ello) no olvidemos que estos "campeones" son, al fin y a la postre, empresas cuyos accionistas no son diferentes del resto de los accionistas de otras compa?¨ªas por lo que buscan la mayor rentabilidad posible para el riesgo que asumen (lo del orgullo nacional aqu¨ª no tiene valor econ¨®mico); muchos de los inversores que detentan una parte importante del capital -los inversores institucionales- ni siquiera sabr¨ªan situar en un mapa d¨®nde est¨¢ el pa¨ªs en el que est¨¢ radicada. Por tanto, para que estas empresas sean tan rentables como otras similares de ¨¢mbito m¨¢s global deber¨¢n tener ayuda de sus gobiernos v¨ªa subvenciones, fijaci¨®n de precios, barreras de entrada, etc¨¦tera, lo que ser¨¢ fant¨¢stico para sus accionistas, pero y ?para sus clientes?, ?no tendr¨¢n ¨¦stos que pagar un precio mayor por los productos o servicios proporcionados por aqu¨¦llas?, ?radicar¨¢ en los bolsillos de estos ciudadanos, que tienen dif¨ªcil el dejar de ser clientes de este "campe¨®n" y pasarse a serlo de una empresa competidora con precios inferiores, la defensa del denominado "inter¨¦s nacional"?.
Luego est¨¢ la cuesti¨®n de qui¨¦n decide en qu¨¦ sector va a existir un "campe¨®n nacional". Es decir, ?por qu¨¦ en este sector s¨ª y en ese otro no?. Por mucho que algunos se empe?en, y a pesar de sus imperfecciones, el mercado es el mejor mecanismo de elecci¨®n de que disponemos. El mercado decidir¨¢ d¨®nde es mejor disponer de grandes empresas (con las limitaciones impuestas por las instituciones defensoras de la competencia) y d¨®nde no es interesante. Adem¨¢s, cuando los gobiernos de los Estados deciden apostar por un campe¨®n nacional en un sector que ellos consideran adecuado, estrat¨¦gico, etc¨¦tera, impulsando su competitividad est¨¢n perjudicando simult¨¢neamente la competitividad de otros sectores del pa¨ªs. Para poder convencer a los socios internacionales de la utilidad de la creaci¨®n de un campe¨®n nacional, que va a limitar la competencia en un sector determinado, se deber¨¢ sacrificar a otro u otros sectores en el que se permita la entrada de las compa?¨ªas de otros pa¨ªses, el resultado es un tratamiento desigual a los accionistas, empleados y clientes de los diversos sectores; dejo al lector que piense cu¨¢les salen perjudicados y cu¨¢les beneficiados. As¨ª que la "creaci¨®n de un campe¨®n nacional" implica que, por lo general, haya que destruir a otro o impedir la creaci¨®n de aquellos a los que el mercado apoyar¨ªa.
Recordemos que hasta los a?os 90 del siglo pasado en Europa ten¨ªamos "campeones nacionales" que operaban en r¨¦gimen de monopolio o cuasi-monopolio y que en esa d¨¦cada se les permiti¨® entrar en competencia directa con sus hom¨®logos de otros pa¨ªses, la lecci¨®n fue dura (incluso estando protegidas por "acciones de oro") pero muchas de esas grandes empresas hoy son verdaderas transnacionales europeas que compiten en los mercados internacionales y se gestionan de forma mucho m¨¢s eficiente de c¨®mo lo eran en las d¨¦cadas pasadas. ?Acaso, se pretende rebobinar la pel¨ªcula?.
En conclusi¨®n, un campe¨®n nacional no deja de ser una forma moderna de proteccionismo, ?pero no hab¨ªamos quedado en que el proteccionismo era perjudicial para la econom¨ªa nacional y por ende para los ciudadanos y que por ello se persigui¨®, no s¨®lo la creaci¨®n de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria Europea, sino de otras zonas de librecambio, y de acuerdos internacionales de libre comercio entre dichas zonas econ¨®micas?. No creo que ning¨²n ciudadano europeo desee renunciar al "poder" de elegir.
Juan Mascare?as P¨¦rez-??igo es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Financiera de la Universidad Complutense de Madrid.
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