Los errores del PP y el acierto de Camps
Imaginemos -es un suponer- que Rodr¨ªguez Zapatero fuese un insensato, con el prop¨®sito decidido de fragmentar Espa?a, acabar con los valores tradicionales de nuestra convivencia c¨ªvica y claudicar ante el chantaje de los violentos. ?C¨®mo es posible que con tal pol¨ªtica no se produzca un clamor popular pidiendo a Mariano Rajoy que nos salve de semejante desaguisado? ?C¨®mo es que ni siquiera los sondeos demosc¨®picos le dan ventaja electoral al Partido Popular? Este ¨²ltimo dato ya deber¨ªa ser, por s¨ª solo, motivo de reflexi¨®n para el PP. Alg¨²n m¨¦rito debe tener, pues, el presidente de Gobierno para seguir manteniendo el tipo y, sobre todo, bastantes dem¨¦ritos debe acumular la oposici¨®n cuando su mensaje catastrofista no cala en el conjunto de la poblaci¨®n. Lo menos que cabe decir del Partido Popular es que ante la radicalidad del Gobierno ha realizado una oposici¨®n solitaria, err¨¢tica, contradictoria y desaforada. Vayamos por partes.
La soledad del PP contrasta con el arropamiento -interesado, por supuesto- que los dem¨¢s partidos ofrecen al Gobierno. Artur Mas ya ha adelantado que el PP no podr¨¢ contar con su coalici¨®n durante mucho tiempo. Y no habla a humo de pajas. Tras su procesamiento por el caso Banca Catalana, Jordi Pujol castig¨® a Felipe Gonz¨¢lez con una hostilidad de a?os. ?Puede gobernarse este pa¨ªs sin una pol¨ªtica de acuerdos? ?Son factibles en el futuro nuevas mayor¨ªas absolutas? ?Son ni siquiera deseables?
Si la soledad nunca es buena -aun si la culpa la tiene el otro-, peor es una deriva de objetivos que acaba por desgastar al personal. En un momento determinado, el PP puso toda la carne en el asador contra la LOE. ?Qui¨¦n se acuerda de ello? ?D¨®nde est¨¢n los cientos de miles de manifestantes sacados a la calle? Otro d¨ªa, el objetivo a batir fueron los matrimonios gay, tema en el que tenemos la legislaci¨®n m¨¢s permisiva del mundo. Tambi¨¦n parece olvidado, salvo por el candidato de la izquierda a la presidencia de Italia. Romano Prodi, cat¨®lico confeso, ha prometido sacar sus tropas de Irak si sale elegido, pero ha manifestado en cambio su radical distanciamiento "de la pol¨ªtica familiar de Zapatero".
Esa variaci¨®n constante de prioridades en el PP -Estatut de Catalu?a, pol¨ªtica antiterrorista,...- despista y desgasta al personal. Sobre todo, y ah¨ª radica el tercer error, si se observan aparentes contradicciones entre la pol¨ªtica adoptada en un territorio y en otro y entre lo que dicen Josep Piqu¨¦, por ejemplo, y ?ngel Acebes o Eduardo Zaplana. Y no se arguya que m¨¢s se contradice el PSOE, aunque sea cierto. Las contradicciones del partido en el Gobierno son siempre un buen motivo de ataque pol¨ªtico, por supuesto, pero si lo hace la oposici¨®n es ¨¦sta la que queda inerme y desvalida frente a su rival gubernamental.
Tal debilidad no puede ser suplida por el ruido ni por la furia. La vociferaci¨®n puede ser argumento para alg¨²n predicador radiof¨®nico, pero jam¨¢s para gentes tan centradas y centristas como se supone son Rajoy, Zaplana y muchos otros dirigentes del PP. No es que ¨¦stos ejerzan el desafuero, sino que parecen ir a remolque de sus ¨¢ulicos consejeros medi¨¢ticos, en una il¨®gica inversi¨®n de papeles. ?A qui¨¦n convencen las arengas sino a los ya convencidos previamente? ?Para qu¨¦ sirve la bronca permanente sino para asustar a los votantes de centro de quienes depende el regreso a La Moncloa?
Si lo importante en esta sociedad no es tanto la realidad como la apariencia, no favorece en absoluto al PP la imagen de intolerancia propiciada desde fuera pero mantenida desde dentro. ?Y a qu¨¦ viene, por otra parte, la absurda recogida de firmas para un referendo sobre el Estatut de Catalu?a? ?De qu¨¦ servir¨¢? ?Qu¨¦ se arg¨¹ir¨¢ cuando el recuento, l¨®gicamente, d¨¦ menos firmas que votos obtuvo el PP en las ¨²ltimas elecciones?
Personalmente, creo que son malos para Espa?a estos errores y que el pa¨ªs suspira -as¨ª, con sonido quedo- por una pol¨ªtica de centro frente a la tensi¨®n existente y al radicalismo creciente. Hoy d¨ªa, el mejor ejemplo en el PP de esa actitud la ofrece el presidente de la Comunidad, Paco Camps, aparentemente capaz de compaginar la exigencia frente al Gobierno con la adaptabilidad de su pol¨ªtica, de mantener el "idioma valenciano" en el Estatut y al tiempo defender "Espa?a ante el mundo a trav¨¦s del espa?ol" en la pr¨®xima convenci¨®n del PP. Esa flexibilidad explicar¨ªa, entre otras razones, la ventaja demosc¨®pica de 14 a 18 puntos sobre su rival electoral, Joan Ignasi Pla.
Pero, claro, la imagen lograda hoy en Espa?a por Camps no se corresponde con la del PP, ni los errores pol¨ªticos de ¨¦ste tienen nada que ver con la captaci¨®n por el president del electorado centrista.
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