C¨®mo no hay que abordar el problema del petr¨®leo
En su reciente discurso sobre el Estado de la Uni¨®n, el presidente George W. Bush declar¨® que "Estados Unidos es adicto al petr¨®leo". Anunci¨® un programa de investigaci¨®n energ¨¦tica que reducir¨¢ las importaciones de crudo estadounidense desde Oriente Pr¨®ximo en un 75% durante las pr¨®ximas dos d¨¦cadas. Pero la seguridad energ¨¦tica del pa¨ªs no aumentar¨ªa mucho aunque ese programa triunfara. S¨®lo una quinta parte del petr¨®leo que consume Estados Unidos procede del golfo P¨¦rsico.
Los estadounidenses no son los ¨²nicos que enfocan el petr¨®leo como un problema de seguridad. China e India, los dos pa¨ªses m¨¢s poblados del mundo, tambi¨¦n son conscientes de que su elevado nivel de crecimiento econ¨®mico depende del crudo extranjero. Aunque estos dos pa¨ªses juntos s¨®lo consumen un poco menos de la mitad que Estados Unidos, su consumo est¨¢ creciendo con rapidez. Cuando el consumo per c¨¢pita de los pa¨ªses pobres sea igual al de los ricos, ?habr¨¢ petr¨®leo suficiente para todos? China e India han recorrido el mundo firmando costosos acuerdos financieros y pol¨ªticos para tratar de asegurarse el suministro de petr¨®leo por parte de los nuevos productores. Por ejemplo, cuando los pa¨ªses occidentales aconsejaron a sus compa?¨ªas petrol¨ªferas que no trataran con el Gobierno sudan¨¦s por su inadecuada respuesta al genocidio de Darfur, China se apresur¨® a comprar todo el crudo del pa¨ªs.
Algunos expertos en el tema se?alan que la producci¨®n de petr¨®leo tocar¨¢ techo m¨¢s o menos dentro de una d¨¦cada. Otros replican que el descubrimiento de nuevos yacimientos y la mejora de las tecnolog¨ªas de extracci¨®n en los ya existentes convierte esos pron¨®sticos en demasiado alarmistas. Como no se dispone de cifras precisas sobre las reservas en pa¨ªses como Arabia Saud¨ª, es imposible saldar definitivamente estas discrepancias. Pero la mayor¨ªa de los expertos coincide en que el mundo no se quedar¨¢ sin petr¨®leo en fecha pr¨®xima, a pesar del crecimiento de la demanda china e india. Est¨¢ demostrado que existen reservas de alrededor de un bill¨®n de barriles, y es probable que se encuentren m¨¢s. En cualquier caso, las discusiones sobre la magnitud de las reservas mundiales de crudo y acerca de en qu¨¦ momento se llegar¨¢ al techo de producci¨®n esquiva el principal problema de seguridad. La clave del mismo no radica en la cantidad global de petr¨®leo, sino en su ubicaci¨®n. Dos tercios de las reservas constatadas se encuentran en el golfo P¨¦rsico, una de las zonas m¨¢s inestables del mundo.
Es probable que el suministro de petr¨®leo sea vulnerable a las perturbaciones pol¨ªticas mucho antes de que comiencen a plantearse problemas de escasez en general. Para China e India, esto no hace m¨¢s que reforzar su deseo de asegurarse la provisi¨®n de petr¨®leo desde pa¨ªses situados fuera del golfo P¨¦rsico. La misma raz¨®n ha conducido al objetivo declarado por Bush de reducir las importaciones desde esa zona en un 75% durante las pr¨®ximas dos d¨¦cadas. A primera vista, la labor de Bush parece f¨¢cil. Estados Unidos consume alrededor de 21 millones de barriles de petr¨®leo diarios, de los que importa 2,5 del golfo P¨¦rsico. Antes incluso de que nuevas tecnolog¨ªas produzcan esa misma cantidad de combustible, EE UU podr¨ªa comenzar a importar desde Nigeria, Venezuela y otros pa¨ªses. Pero, aunque ¨¦stos se mantuvieran estables, Estados Unidos no se encontrar¨ªa seguro. Lo importante es la cantidad total de petr¨®leo que importa un pa¨ªs, no de d¨®nde viene.Supongamos que hay una crisis en el golfo P¨¦rsico ocasionada por las iniciativas de Ir¨¢n para conseguir armas nucleares. Ir¨¢n ha amenazado con reducir sus exportaciones de petr¨®leo si el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas le impone sanciones por incumplir sus compromisos nucleares. La mayor¨ªa de los expertos pronostica que esa medida elevar¨ªa el precio del crudo -incluyendo el de Venezuela y Nigeria, as¨ª como el procedente de otros pa¨ªses, que consumen EE UU, China e India- por encima de 100 d¨®lares (83,7 euros) el barril. La r¨¢pida escalada de los precios da?ar¨ªa a todas las econom¨ªas importadoras de petr¨®leo, al margen de donde proceda ¨¦ste. El mundo aprendi¨® esa lecci¨®n despu¨¦s de la guerra ¨¢rabe-israel¨ª de 1973. Los pa¨ªses ¨¢rabes embargaron las ventas de petr¨®leo a Estados Unidos y a Holanda para castigarles por su apoyo a Israel. Pero el crudo destinado a esos dos pa¨ªses se traslad¨® a pa¨ªses como Jap¨®n, mientras que el dirigido a otras naciones consigui¨® llegar a EE UU y Holanda. El petr¨®leo es una materia prima fungible y los mercados liquidan al mismo precio. Cuando pas¨® la polvareda, result¨® que tanto los estadounidenses como los holandeses y otros importadores sufrieron m¨¢s o menos el mismo grado de d¨¦ficit y pagaron un mismo precio en da?os.
Esto significa que China e India se est¨¢n enga?ando si piensan que los acuerdos preferenciales para lograr petr¨®leo sudan¨¦s o iran¨ª les garantizar¨¢n seguridad. Cuando se produzca una perturbaci¨®n, China, India y EE UU tendr¨¢n que enfrentarse a los mismos precios, y, por tanto, a iguales da?os. Entretanto, la mala interpretaci¨®n mercantilista de los mercados por parte de China significa que este pa¨ªs paga con frecuencia m¨¢s caro lo que cree, err¨®neamente, que es seguridad energ¨¦tica. Bush comete un error similar. Aunque redujera las importaciones desde Oriente Pr¨®ximo, Estados Unidos no tendr¨¢ seguridad energ¨¦tica a menos que ponga freno a su sed de petr¨®leo general. En el pasado, el aumento de los precios ayud¨® a reducir el consumo de petr¨®leo en el pa¨ªs, que ahora, de cada d¨®lar empleado en producci¨®n, s¨®lo gasta en crudo la mitad de lo que gastaba antes de que los precios se dispararan en la d¨¦cada de 1970.
No obstante, alrededor de la mitad del petr¨®leo que consumen los estadounidenses se emplea como combustible para coches y camiones. Estados Unidos no solucionar¨¢ su problema de seguridad energ¨¦tica a menos que ahorre m¨¢s combustible, posiblemente mediante una combinaci¨®n de tecnolog¨ªas, impuestos sobre el carburante y leyes.
El petr¨®leo no fue la causa de la guerra de Irak en el sentido simplista de que el control del petr¨®leo iraqu¨ª por parte de Estados Unidos convertir¨ªa esta materia prima en algo m¨¢s seguro. El hecho de que el mundo dependa del petr¨®leo del golfo P¨¦rsico significa que todos los pa¨ªses tienen inter¨¦s en mantener la estabilidad de esa regi¨®n, mejorando al mismo tiempo el ahorro de energ¨ªa y diversificando, en conjunto, sus proveedores de energ¨ªa.
Joseph S. Nye es catedr¨¢tico en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard. Su ¨²ltimo libro es The Power Game: A Washington Novel (El juego de poder: una novela de Washington). Traducci¨®n de News Clips. ? Project Syndicate, 2006.
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