Romano Gandolfi, director de coro y orquesta
Fund¨® el Coro Sinf¨®nico Giuseppe Verdi
El Liceo de Barcelona guard¨® en la representaci¨®n del pasado s¨¢bado de Otello un minuto de silencio a la memoria de Romano Gandolfi, el que fuera durante m¨¢s de diez a?os director del Coro del teatro en el momento de su m¨¢ximo esplendor. Nadie podr¨¢ olvidar las memorables representaciones del Coro del Liceo bajo su direcci¨®n en Mois¨¦s y Aaron, de Sch?nberg, Los maestros cantores, de Wagner, o Khovantchina, de Mussorgski, pongamos por caso. Y nadie podr¨¢ olvidar el talante humano de este conversador inagotable y amante del jam¨®n de Jabugo al que Montserrat Roig denomin¨® el "cor del cor" (el coraz¨®n de coro), de una Barcelona italiana, tan toscana como napolitana.
En Medesano, a 25 kil¨®metros de Parma, en plena Emilia, "en una buhardilla donde hac¨ªan el queso" hab¨ªa nacido hace 72 a?os Romano Gandolfi. Era de familia campesina, sin vinculaciones musicales. Su vocaci¨®n le vino de los cantos de iglesia que entonaba su madre y del acompa?amiento de mandolina con el que uno de sus futuros cu?ados rondaba a una de sus hermanas. La mandolina y la arm¨®nica fueron los primeros instrumentos que manej¨®.
Le fascin¨® una representaci¨®n de La flauta m¨¢gica que presenci¨® en Salzburgo en 1954 en un viaje a la ciudad natal de Mozart que obtuvo como premio por sus calificaciones extraordinarias por sus estudios de composici¨®n y pianoforte. Durante una ¨¦poca toc¨® en orquestas de baile para sobrevivir.
Con el maestro Benaglio aprendi¨® direcci¨®n coral, llegando a ser su sustituto durante varias temporadas en Catania y Palermo. Con ¨¦l entrar¨ªa en La Scala de donde parti¨® como director titular del Coro del teatro Col¨®n de Buenos Aires, en el que estuvo tres temporadas.
En 1971 requer¨ªan sus servicios Roma, Mil¨¢n y Buenos Aires. Opt¨® por La Scala y all¨ª permaneci¨® m¨¢s de una d¨¦cada en la ¨¦poca gloriosa de Claudio Abbado al frente del teatro. ?Un testimonio para la posteridad? La grabaci¨®n de Simon Boccanegra, de Verdi, con Carreras, Freni, Cappucilli y Ghiaurov.
Cuando muri¨® su padre el coro de La Scala por iniciativa propia se desplaz¨® en varios autobuses a Medesano y cant¨® fragmentos de los R¨¦quiem de Mozart y Verdi.
Prob¨® Romano Gandolfi fortuna como director de orquesta, especialmente en un repertorio cercano a Verdi. En el teatro de La Zarzuela de Madrid dirigi¨®, por ejemplo, Attila. La ¨²ltima vez que le vi fue en el Festival de Canarias. Se hab¨ªa enrolado como director del Coro de la Orquesta Verdi, con Riccardo Chailly. Hab¨ªa tenido antes alg¨²n aviso cardiaco, pero all¨ª segu¨ªa con su misma capacidad fabuladora, sus ansias de vivir, su conversaci¨®n hasta horas de la noche.
Me he enterado de su fallecimiento por uno de sus mejores amigos en Espa?a: Santiago Salaverri. Al menos es un consuelo recordar con ¨¦l la extraordinaria humanidad de un hombre bueno y un director de coros realmente genial.
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