"Una orquesta no consigue calidad con muchos cambios"
No dirige, encabeza, seg¨²n ¨¦l, las siempre arriesgadas y nunca indiferentes apariciones de su Kremerata Baltica. Lo de dirigir le parece a Gidon Kremer (Riga, Lituania, 1947) una osad¨ªa por dos cosas: porque le cuesta despegarse del instrumento que m¨¢s ama, el viol¨ªn, y adem¨¢s porque le repele todo aquello que tenga que ver con una excesiva personalizaci¨®n del mando. "Viv¨ª bajo una dictadura en la URSS durante muchos a?os y no me gust¨® la experiencia. Es un r¨¦gimen indefendible para m¨ª y para todos aquellas personas que se consideran creativas, pero que en cambio les ha venido muy bien a los vagos porque siempre es muy c¨®modo echarle la culpa de tus desgracias a alguien", asegura.
Sin embargo, ese rechazo a convertirse en un personaje con batuta en mano no lo contempla Kremer para todos los casos. "Los directores son necesarios cuando ofrecen visiones distintas e interpretaciones propias, personales, pero deben ser gu¨ªas y nunca dictadores", cree este m¨²sico de vocaci¨®n lib¨¦rrima y respetado por las mayores figuras del mundo cl¨¢sico, que ha actuado el martes en Madrid, dentro del ciclo de Juventudes Musicales, patrocinado por EL PA?S, ayer en Valencia y que ma?ana toca en Bilbao.
Lo ha hecho con un programa centrado en la primavera. ?Con este fr¨ªo? "Nunca est¨¢ de m¨¢s prepararse, pero, s¨ª, es cierto, hace bastante fr¨ªo para un programa como ¨¦ste", comenta con la ventolera serrana cruz¨¢ndole la cara y revolvi¨¦ndole el pelo en la terraza de su hotel madrile?o. Es una idea suya que mezcla piezas de Stravinski, Beethoven, Piazzolla, en el que se funden diferentes estados de ¨¢nimo creativos: "Es una estaci¨®n ¨®ptima para Stravinski, melanc¨®lica para Milhaud, excitante para Piazzolla, encantadora para Beethoven. Es una aproximaci¨®n a un tema musical, sin ¨¢nimo de ser muy profundo pero tampoco con ganas de que quede superficial, supone m¨¢s un destello de algo que nos debe hacer fantasear, la llama de un mechero", cuenta Kremer.
Tambi¨¦n interpretan la Sinfon¨ªa de c¨¢mara de Shostakovich, versi¨®n de su Cuarteto de cuerdas n¨²mero 10, para los 25 m¨²sicos que est¨¢n de gira con un grupo que nunca excede los 30 m¨²sicos. "Es de las obras menos conocidas de Shostakovich, una pieza muy teatral, de mucha pureza musical, m¨¢s centrada en personajes encarnados en cada instrumento que con esos mensajes enigm¨¢ticos y cargados de doble sentido cr¨ªtico al sistema, de los que enviaba el compositor en pleno estalinismo", afirma el int¨¦rprete.
El hecho de que sea una adaptaci¨®n para orquesta -con arreglo de Rudolf Barshai- no le quita fuerza, seg¨²n Kremer. "No queda debilitado nunca, es de los cuartetos que gana con m¨¢s m¨²sicos". Mas si, como en el caso de la Kremerata Baltica, est¨¢n bien conjuntados y acostumbrados a tocar juntos. "El grupo ha cambiado muy poco desde su fundaci¨®n hace nueve a?os, somos muy estables y no creo que hubi¨¦ramos llegado a conseguir calidad con muchos cambios. La continuidad para m¨ª era muy importante cuando empezamos esta aventura".
?l es el que primero se compromete. "Hago unos 50 conciertos al a?o con ellos", asegura Kremer, que reparte el resto, m¨¢s de 100, con las mejores orquestas del mundo, al tiempo que deja su Kremerata al mando de grandes batutas como el mismo Simon Rattle, que les ha dirigido m¨¢s de una vez.
Este a?o no les va a faltar trabajo con Mozart, un compositor al que interpretar¨¢n ma?ana en Bilbao. "Espero que no quedemos hartos por el 250? aniversario, al contrario. Hac¨ªa mucho que no abord¨¢bamos ese repertorio y volvemos a ¨¦l con muchas ganas", dice.
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