Las muchas tribus del 'software libre'
El software libre es hoy d¨ªa tema de discusiones estrat¨¦gicas en empresas, escuelas, universidades, ONG y gobiernos. As¨ª lo ha mostrado la segunda conferencia mundial Open Source / Software Libre, que se celebr¨® en M¨¢laga recientemente. La amplitud del movimiento es tal que muchos se preguntan en qu¨¦ medida contribuye a generar nuevos modelos de sociedad.
Javier Bustamante, fil¨®sofo y profesor del Centro Iberoamericano de Ciencia Tecnolog¨ªa y Sociedad, invoca las dimensiones ¨¦ticas en cuesti¨®n y el valor de la cooperaci¨®n. Hasta el ego¨ªsmo ilustrado nos lleva a compartir m¨¢s, lo cual confirma este proverbio indio citado por Dominique Lapierre: "Todo lo que no se da, se pierde".
Las grandes empresas del disco y del cine usan recursos para presionar a los gobiernos. Buscan una expansi¨®n de los reg¨ªmenes de patentes.
El esp¨ªritu Open Source empieza a llegar a componentes esenciales del poder. Los ciudadanos est¨¢n mejor armados para vigilarlo y compartir las informaciones.
"Indispensable a la reproducci¨®n del capital, la innovaci¨®n se fortalece si se comparte", dijo Sergio Amadeu, ex responsable de la pol¨ªtica Open Source del Gobierno de Brasil. Pero compartir puede "crear un virus fatal para la concentraci¨®n de la riqueza y la monopolizaci¨®n", lo cual explica las oposiciones violentas.
Esas reacciones aumentan a medida que el esp¨ªritu Open Source empieza a llegar a los componentes esenciales del poder. Los ciudadanos, por ejemplo, est¨¢n mejor armados para vigilar a los poderosos y compartir las informaciones obtenidas. Se aplica a estrellas de cine tanto como a personajes pol¨ªticos y a periodistas. Se trata de una fascinante inversi¨®n de la era de la vigilancia caracter¨ªstica de la era moderna. Aumenta el poder de movilizar recursos fuera de las instituciones. Prosper.com permite que prestamistas y prestatarios entren directamente en contacto y negocien tasas de inter¨¦s mutuamente ventajosas. Gracias a Global Giving, los fil¨¢ntropos se pueden poner en contacto con organizaciones necesitadas del Tercer Mundo y participar en sus labores.
Algunas de las grandes corporaciones que ven en el movimiento una amenaza para su modelo econ¨®mico lo atacan duramente. Microsoft y las grandes empresas del disco y del cine utilizan sus considerables recursos para presionar a gobiernos e instituciones internacionales. Buscan una expansi¨®n de los reg¨ªmenes de patentes y de propiedad intelectual de una manera que los partidarios de Open Source viven como una "verdadera guerra".
"Nuestro principio es la libertad. El de las corporaciones es la ganancia", declar¨® Branden Robinson, de Debian. "Tenemos la pasi¨®n de nuestra libertad", respondi¨® en eco otro ponente. Buscar un espacio de entendimiento no resulta f¨¢cil en tal clima. Tr¨¢tese de la licencia Creative Commons (criticada por los m¨¢s radicales) o de una f¨®rmula que limitar¨ªa la propiedad intelectual a "una protecci¨®n espec¨ªfica con un n¨²mero m¨¢s limitado de a?os y acceso al c¨®digo fuente", a favor de la cual se pronunci¨® Gabriela Ruiz, profesora asistente de leyes en la Universidad de Navarra.
El chileno Patricio Guti¨¦rrez, coordinador de la divisi¨®n para gobierno electr¨®nico de su pa¨ªs, explic¨® que su Administraci¨®n es favorable a la "neutralidad tecnol¨®gica", primer paso hacia la "imparcialidad tecnol¨®gica informada" seg¨²n la cual el Estado no se pronuncia, pero contribuye a que la poblaci¨®n pueda escoger con conocimiento de causa. Enseguida, Marcelo Branco, del Proyecto Software Livre Brasil, contest¨® : "No puede haber pol¨ªtica p¨²blica neutral. El Gobierno de Lula no es neutral. El Gobierno de Ch¨¢vez, tampoco".
Legitimada por los ataques exteriores, la tentaci¨®n de intransigencia se nutre hasta del ¨¦xito del movimiento. Los reci¨¦n llegados pueden estar convencidos del valor de la propuesta; en su mayor¨ªa son actores pragm¨¢ticos que encuentran en ella una manera eficiente de resolver problemas de otro tipo. Tienden a proponer y a desarrollar soluciones h¨ªbridas que suelen no ser del gusto de los m¨¢s radicales.
Hoy d¨ªa, la diversidad del movimiento es considerable y constituye una gran fuerza y una garant¨ªa. "Somos una comunidad hecha de muchas comunidades," record¨® Simon Phipps, de Sun Microsystems. A su manera, Robinson lo confirm¨® al decir: "Cada uno de nosotros es miembro de muchas tribus. Nos debe ayudar a no caer v¨ªctimas del demonio del fundamentalismo".
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