Limpiar las gradas
Los insultos racistas se han convertido en moneda corriente en los estadios de f¨²tbol. Desde las gradas se abuchea a los jugadores de color -a los del equipo contrario- con insultos repugnantes o con imitaciones denigrantes. Son im¨¢genes que cualquier aficionado que acude a un campo de f¨²tbol o sigue un partido por televisi¨®n presenciar¨¢, sin duda, con mucha frecuencia. El ¨²ltimo episodio remite al intento del futbolista del Barcelona Samuel Eto'o de abandonar el campo de La Romareda tras sufrir continuos insultos y vejaciones de una parte de los espectadores. El Comit¨¦ de Competici¨®n ha impuesto una multa de 9.000 euros al Zaragoza, que se antoja moderada si se tiene en cuenta el revuelo provocado y la elevada probabilidad de que en alg¨²n momento la persistencia de los insultos y c¨¢nticos racistas cause alg¨²n problema deportivo o de orden p¨²blico de mayor gravedad.
En este caso, igual que en todos los que tienen que ver con el racismo, la xenofobia o el maltrato -verbal o f¨ªsico -, abundan las excusas fuera de lugar encaminadas a explicar o justificar el comportamiento. Algunas mencionan la supuesta provocaci¨®n del jugador y otras entienden que no cabe hablar de racismo dado que los espectadores insultan a los jugadores de color de otros equipos, pero no a los propios. Como si la supuesta provocaci¨®n no fuese una interpretaci¨®n arbitraria de quien la invoca; como si no existiesen suficientes evidencias de insultos racistas hacia jugadores de comportamiento mod¨¦lico dentro y fuera del campo; y como si no fuera un agravante la utilizaci¨®n selectiva del insulto racista para los jugadores del equipo contrario desde el momento en que el primer calificativo al que se recurre es precisamente el que no se aplica al jugador propio.
Para acabar con las actitudes racistas se requiere tiempo, determinaci¨®n y la colaboraci¨®n de una mayor¨ªa social que sin duda repudia activamente esta lacra social. Hay modelos de actuaci¨®n en Europa que han funcionado con eficacia para erradicar el mal. Por ejemplo, en el Reino Unido u Holanda. Pero para que estos resortes funcionen las autoridades deben transmitir a la sociedad el mensaje rotundo de que se actuar¨¢ sin contemplaciones contra las actitudes racistas. Si es necesario, deben interrumpirse los partidos -los ¨¢rbitros est¨¢n facultados para ello-; si es necesario, deben cerrarse los campos de f¨²tbol; y si es necesario, debe identificarse a los ofensores y sancionarlos con multas disuasorias. Resulta que hoy es necesario. Para que la grada no se convierta en refugio y escaparate del racismo.
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