Que no se borre la historia
Yo tambi¨¦n tuve un abuelo al que no conoc¨ª porque, al igual que el abuelo del se?or presidente del Gobierno, fue fusilado en 1936. Mi abuelo era capit¨¢n de la Guardia de Asalto y estaba destinado en Sevilla. Cuando los militares rebeldes se sublevaron, mi abuelo mantuvo su juramento de fidelidad al Gobierno legalmente constituido, y tom¨® parte en la defensa de la ciudad. Detenido el d¨ªa 19 de julio, fue asesinado el 24 de agosto, en el mismo cementerio sevillano en el que ser¨ªa enterrado, junto con otros compa?eros que, como ¨¦l, no dudaron en defender la democracia y la libertad, aun a costa de lo m¨¢s preciado que ten¨ªan, sus propias vidas. Mi abuelo dej¨® viuda y cinco hijos, el mayor de los cuales ten¨ªa 12 a?os, que han conservado hasta hoy su carn¨¦ de hu¨¦rfanos de "tercera".
La investigaci¨®n hist¨®rica ha sacado a la luz la tragedia de la represi¨®n franquista, que, desde el momento del golpe de Estado hasta mediados los a?os cuarenta, supuso que entre 100.000 y 150.000 personas fueran fusiladas o muertas como consecuencia de la tortura y alrededor de 300.000 fueran encarceladas.
Muchos, much¨ªsimos espa?oles, por lo tanto, tuvimos abuelos, abuelas, padres, madres, hermanos, hermanas, hijos, hijas, t¨ªos, t¨ªas, primos y primas que fueron asesinados, encarcelados o depurados de sus puestos de trabajo, cuyas vidas fueron segadas o arruinadas, y cuyas familias quedaron en el m¨¢s absoluto de los desamparos. Muchos, much¨ªsimos espa?oles hemos soportado nuestro dolor en silencio durante setenta a?os, de generaci¨®n en generaci¨®n, sin que para nosotros haya habido b¨¢lsamo alguno, en aras, dicen, de la convivencia.
Hace pocos d¨ªas, el diputado en representaci¨®n del PP Vicente Mart¨ªnez Pujalte, en el Congreso, entre risotadas m¨¢s propias de una taberna que del templo de la soberan¨ªa popular, se burl¨® no s¨®lo del abuelo del se?or presidente del Gobierno, sino de todos los abuelos que el terrorismo fascista nos mat¨®.
En nombre de todos ellos, y con la legitimidad que me confiere mi condici¨®n de v¨ªctima, yo exijo que nos pidan perd¨®n. Que nos pida perd¨®n Vicente Mart¨ªnez Pujalte y todos los Vicentes Mart¨ªnez Pujalte que, no contentos con negarnos el derecho a una justa reparaci¨®n para no abrir viejas heridas, dicen, se permiten la osad¨ªa de escarnecer o ningunear a las v¨ªctimas del terrorismo ejercido durante cuarenta a?os por la dictadura de Franco, nacida de un golpe de Estado contra un Gobierno legalmente elegido.
Julita Conesa, una de las "Trece Rosas", fusilada con 19 a?os el 5 de agosto de 1939 por haber sido miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas y, lo que es m¨¢s grave, cobradora de tranv¨ªa en Madrid durante la guerra, le dijo a su madre en su carta de despedida: "Que mi nombre no se borre en la historia".
Que as¨ª sea. Que todos sus nombres sean recordados y honrados.
Mi abuelo se llamaba Jos¨¦ ?lvarez Moreno. Su nombre tampoco se borrar¨¢ en la historia.
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