El tiempo recobrado
CON SAN ENVIDIA cuenta Donoso en su Historia personal del 'Boom' que nada menos que el mism¨ªsimo Edmund Wilson rese?¨® Bomarzo (1982) en las p¨¢ginas de The New York Review of Books, consagrando m¨¢s all¨¢ de la lengua de Cervantes a un autor que viaj¨® sin descanso por medio mundo pero escribi¨® siempre desde su torre de marfil. Su obra m¨¢s c¨¦lebre, traducida a m¨¢s de quince idiomas y estudiado no s¨®lo por la orfebrer¨ªa verbal de su estilo atildado, los viajes del Parnaso en que se ve convertida buena parte de su obra y su mod¨¦lica contribuci¨®n a la novela hist¨®rica, sino por las lecturas esot¨¦ricas a que da pie su tratamiento de la reencarnaci¨®n y la inmortalidad al hermanar al duque renacentista Pier Francesco Orsini, se?or del sacro bosco alqu¨ªmico de Bomarzo, junto a Viterbo, con el narrador porte?o que relata su historia con tama?a empat¨ªa que ambas voces acaban fundi¨¦ndose en el absorbente discurso en primera persona de la novela. Tan lejos ha llevado el autor su obsesiva apropiaci¨®n del pasado, que Bomarzo se dir¨ªa una metemps¨ªcosis. En otro terreno, la descripci¨®n de la batalla de Lepanto, los gui?os enciclop¨¦dicos (Orsini traduciendo a Lucrecio y "leyendo a Garcilaso en el ejemplar de Cervantes", por ejemplo), su dominio de la ucron¨ªa o la excepcional reconstrucci¨®n de un universo cultural, hacen de la lectura de Bomarzo un viaje hist¨®rico y est¨¦tico de primer¨ªsima magnitud que, en menor medida, contin¨²a en El Escarabajo (1982), ese ins¨®lito viaje de tres mil a?os de historia narrado por el escarabajo que un d¨ªa tallaron en el Egipto de Rams¨¦s II.
Novelas como m¨¢quinas del tiempo que nos llevan a habitar ¨¦pocas remotas que no conocemos pero que reconocemos ley¨¦ndolas. ?sa es la magia de un autor cuyo talento se explica porque, de nuevo lo dijo su venerado Proust, ahora en Contra Saint-Beuve, "aqu¨¦llos cuya mente est¨¢ habitada por el recuerdo confuso de verdades que nunca han conocido son los hombres que est¨¢n dotados".
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