?Esto es una California!
La palabra California es agradable de pronunciar, agradable de escuchar, agradable de repetir. Es una palabra crujiente y suave a la vez. Es crujiente por sus cinco consonantes, todas distintas, todas tan bien puestas. Y es suave por sus cinco vocales, dos repetidas en simetr¨ªa respecto de otra central irrepetida. California es una composici¨®n musical con armon¨ªa y ritmo. ?C¨®mo se compuso?
En Ager, un pueblo de Lleida al pie del macizo del Montsec, se llaman californias a los calurosos desvanes, especialmente a los desvanes de las iglesias. La primera fantas¨ªa es irresistible: la palabra nace en catal¨¢n, calor de forn (calor de horno) y cuando Gaspar de Portol¨¢, nacido en Balaguer y con casa en Ager, llega en 1768 a la t¨®rrida pen¨ªnsula de la Baja California exclama: ?Esto es una California! Bonito pero falso: Hern¨¢n Cort¨¦s ya usa la palabra en 1536. La etimolog¨ªa es la misma pero en lat¨ªn, callida fornax (horno caliente) y es Cort¨¦s (que estudi¨® lat¨ªn dos a?os en Salamanca) o alg¨²n marinero culto quien la acu?a. Quiz¨¢ ni siquiera proceda del lat¨ªn, sino de una mezcla de lat¨ªn y alem¨¢n (que Cort¨¦s chapurreaba en honor del emperador Carlos V) y la clave sea calit ferne, es decir, caliente y lejano. Al resto de la historia, sencillamente, le damos la vuelta: Gaspar de Portol¨¢ regresa de Indias y la primera vez que sube a un caluroso desv¨¢n en Ager suelta: ?Esto es una California!
Comprender es encontrar la m¨ªnima expresi¨®n de lo m¨¢ximo compartido
?Llegamos as¨ª al origen de la palabra? Pues quiz¨¢ no, porque en un libro de caballer¨ªas de 1510 llamado Las Sergas de Espladi¨¢n, de Garci Rodr¨ªguez de Montalvo, aparece la palabra California nombrando una isla paradisiaca habitada s¨®lo por mujeres. En el Quijote se cita esta novela entre las quemadas por el cura y el barbero para librar al hidalgo de su perniciosa adicci¨®n. Navegantes espa?oles, quiz¨¢ el propio Cort¨¦s, usan entonces California para bautizar la enorme pen¨ªnsula, que creen una isla, no sabemos si con iron¨ªa o si con la imaginaci¨®n encendida por sue?os de placer y gloria. Pero ahora se debilita la etimolog¨ªa porque Rodr¨ªguez de Montalvo nunca estuvo all¨ª para derretirse de calor. Un escritor puede inventar una palabra biensonante. ?Fue Montalvo el compositor de la palabra?
Pues quiz¨¢ tampoco. En la obra medieval la Chanson de Roland (1090) se menciona un lugar del norte de ?frica llamado Califerne. Es la california escrita m¨¢s antigua. Su compositor, sea ¨¦ste an¨®nimo conocido o cualquier otro desconocido, es en cualquier caso an¨®nimo. La palabra quiz¨¢ proceda de Khilifath, que significa el dominio del califa. Las palabras se seleccionan por una rara combinaci¨®n de selecci¨®n natural y de selecci¨®n cultural. Y, como ocurre en la propia evoluci¨®n biol¨®gica, con las palabras tambi¨¦n existe la convergencia, el reciclaje, la chapuza, el multiuso...
Las cosas (las palabras) cambian de funci¨®n (de significado). La pluma, por ejemplo, quiz¨¢ empezara como adorno animal macho de seducci¨®n, siguiera como aislante contra el fr¨ªo y la humedad, continuara por su idoneidad para volar, nada de lo cual impidi¨® que se impusiera a la hora de escribir con tinta. Hoy persevera como palabra que nombra un inextinguible instrumento de escritura, como provocador adorno femenino, o como relleno de almohadas, colchones y edredones.
Ensayemos una historia compatible con todas las evidencias. El poeta an¨®nimo escribe Califerne en 1090 porque la palabra le suena bien... y misteriosa. Rodr¨ªguez de Montalvo la retoma cinco siglos m¨¢s tarde para nombrar un para¨ªso de ficci¨®n porque la palabra suena bien, misteriosa y aventurera. Cort¨¦s la retoma de nuevo porque la palabra suena bien, misteriosa, aventurera y porque, adem¨¢s, suena a la omnipresente sensaci¨®n de calor. Dos siglos despu¨¦s, y con el nuevo significado consolidado, Gaspar de Portol¨¢ se trae la palabra a casa.
La palabra Potos¨ª no es tan elegante ni musical. Empieza recia y ¨¢spera pero acaba fr¨¢gil y resbaladiza. Se escurre al pronunciarla. Es una palabra improbable pero m¨¢s festiva que misteriosa. ?C¨®mo se compuso? Tambi¨¦n aqu¨ª hay una gran variedad de alternativas. Antonio Carlos Pavao, qu¨ªmico brasile?o, me cuenta la ¨²ltima entre copas y canap¨¦s, salvando as¨ª una recepci¨®n que iba para aburrida. Potos¨ª es un cerro en la actual Bolivia de donde se han extra¨ªdo millones de toneladas de plata en los ¨²ltimos siglos. Palabras como Argentina o como Mar del Plata a¨²n se?alan la ruta de este metal precioso. Seg¨²n Pavao, la palabra Potos¨ª podr¨ªa venir de la expresi¨®n Poto As¨² literalmente, en lengua quechua, estruendo enorme. La concentraci¨®n de plata en el cerro atraer¨ªa las descargas el¨¦ctricas durante las tormentas y m¨¢s de uno acudir¨ªa al lugar s¨®lo para extasiarse con el espect¨¢culo. Comprender es encontrar la m¨ªnima expresi¨®n de lo m¨¢ximo compartido. Mi viejo amigo ?ngel Jov¨¦, artista, me cont¨®, hace veinte a?os, curiosamente durante un paseo por el pueblo de Ager, que el abuelo de un conocido suyo frecuentaba una roca que atra¨ªa los rel¨¢mpagos de las tormentas. El abuelo sab¨ªa c¨®mo presenciar el prodigio sin riesgos y no se cansaba de avisar a los ni?os de la zona: en caso de tormenta no os acerqu¨¦is a aquella roca. El abuelo, por cierto, apareci¨® muerto despu¨¦s de una tormenta, sentado pl¨¢cidamente en el centro geom¨¦trico de la roca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.