Jorge Eduardo Eielson, poeta, pintor y artista conceptual
Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924) ha muerto en Mil¨¢n, donde vivi¨® 50 a?os, leve y esencial. Sus ¨²ltimos a?os estuvieron urgidos por el poco tiempo disponible, luego de la muerte de su compa?ero, Michel, y las prisas de la enfermedad. Public¨® varios libros in¨¦ditos, adelant¨® sus intervenciones y performances, y se multiplic¨® en proyectos de audacia e ingenio. Y en todo ello reafirm¨® su genio celebratorio, esa huella suya, de transparencia feliz. "Todo le es permitido al acto creativo -escribi¨® hace poco- salvo repetirse, caer en la rutina, evitar el peligro y, con eso, el maravilloso sabor de la aventura." Su obra es un tributo de arte mayor. Un despliegue luminoso, de vehemencia afirmativa.
El ¨²ltimo a?o, fue invitado a la Bienal de Venecia, sus perfomances incluyeron una pieza sonora en las calles de Madrid, y en Sevilla transform¨® en templo pagano un claustro desconsagrado del siglo XVIII. Preparaba intervenciones en Florencia, Zurich y Lima. Todo lo suyo tuvo un talante vital deseoso, ajeno al malhumor dominante. Su arte estuvo hecho de sensorialidad y asombro.
Sus nudos y anudamientos, reconocidos en todas partes como un lenguaje pl¨¢stico suyo, son telas tensadas en composiciones elegantes y colores l¨ªmpidos, que evocan el desierto de la costa peruana, la tinta ardiente de un espacio salvado.
Con suerte, uno puede encontrarse con las huellas de Eielson y, sin advertirlo, hasta participar en alguno de sus eventos. Al cruzar un puente, preguntarse si ese r¨ªo no lleva una gota del tintero que Eielson vaci¨® en el T¨ªber. Hab¨ªa multiplicado varios cielos sin necesidad de fotografiarlos, solo titulando las p¨¢ginas que los regalan.
Su ¨²ltimo evento tuvo lugar en la galer¨ªa Melesi (Vivire e un'opera d'arte. Incontro con Jorge Eielson) el 16 de abril pasado. La galerista repart¨ª¨® narices rojas al p¨²blico que entraba. Con la cara pintada de blanco y una nariz roja, el artista se sent¨® en silencio y mir¨® al p¨²blico. Solt¨® una risa ligera. Unas cuantas risas t¨ªmidas se alzaron. Sigui¨® ¨¦l riendo, y ya en el juego, el p¨²blico ri¨® a su gusto. El proyecto (me escribi¨®) era hacer re¨ªr para re¨ªrse de uno mismo y carcajearse, por fin, de todo.
Esta Payasada tiene la elocuencia del juego frente a la banalidad de la tragedia. Con amigos y conjurados proyectaba ocupar el metro de la ciudad de Mil¨¢n, repartir narices coloradas, y hacer re¨ªr a la ciudad entera. Se preguntaba si Madrid ser¨ªa capaz de lo mismo.
J. E. Eielson fue notable poeta de elocuencia l¨ªrica y tambi¨¦n narrador imaginativo, adem¨¢s de pintor, artista conceptual y gestor de performances fugaces y, a veces, an¨®nimas. Su poes¨ªa, intensa y lujosa, fue de inmediato apreciada por su integridad y pureza.
El impacto de su obra madura, mas descarnada pero no menos fulgurante, se hace evidente en su irradiaci¨®n desde Espa?a gracias a Sin t¨ªtulo (Valencia, Pretextos, 2001), Vivir es una obra maestra (Madrid, Ave del Paraiso, 2003) y Del absoluto amor y otros poemas sin t¨ªtulo (Pretextos, 2005).
Elegia 1 concluye diciendo: "No es la m¨¢scara de polvo/ Sobre mi calavera.../ Ni tu desnudez que pasa / Como el viento en el est¨ªo/ Es tan s¨®lo mi ceniza/ Que desea tu ceniza."
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