El Nano ya es doctor
Joan Manuel Serrat recibe los m¨¢ximos honores acad¨¦micos de la Complutense
Quiso ser perito agr¨ªcola y central del Bar?a, su equipo, y fue sexador de pollos. Es uno de los grandes m¨²sicos del siglo XX y desde ayer es doctor honoris causa de la Universidad Complutense. Le han llamado El Nano o El Noi del Poble Sec, y de hecho la gente no se acostumbra a imaginar a Joan Manuel Serrat con 63 a?os; con sus canciones se han jurado amor generaciones de espa?oles y latinoamericanos, y ha popularizado a grandes poetas pasados y presentes.
Serrat entr¨® en el Paraninfo vestido de azul celeste ("azul Galicia", dir¨ªa ¨¦l), con la toga de su doctorado, entre sus padrinos, avanzando como un defensa central, mirando a un lado y al otro, asustado al principio, distendido despu¨¦s. Aplaudi¨® al coro universitario que enton¨® Aquellas peque?as cosas, y despu¨¦s de ese momento emocionante de la ceremonia ya se hizo due?o del auditorio.
Feliz, subi¨® al estrado revestido de doctor. E hizo de la ocasi¨®n un momento serratiano
Ten¨ªa delante a una gran cantidad de sus amigos (Peridis, que estaba entre ellos, declar¨® al final: "Es como si hubieran rendido homenaje a nuestra generaci¨®n") y escuch¨® con mucha concentraci¨®n al profesor Emilio Casares, que hizo su elogio.
Feliz, subi¨® luego al estrado, revestido ya de los atributos de doctor. E hizo de la ocasi¨®n un momento serratiano: improvis¨® chistes (son¨® un m¨®vil y aconsej¨®: "C¨®gelo, puede ser un ser querido, o alguien de la familia"), desgran¨® sus agradecimientos con muchos gui?os personales, y parec¨ªa que era doctor desde hac¨ªa mucho tiempo. De hecho, lo es ya por cuatro universidades m¨¢s, en M¨¦xico, en Argentina..., pero por primera vez pasaba el examen en una universidad espa?ola. Berzosa record¨® la historia de defensa de la libertad de este centro, y en ese marco la figura y la historia de Serrat encajaron como los guantes blancos que formaban parte de los atributos doctorales... Serrat cit¨® enseguida a Rafael Azcona, su amigo, que le estaba escuchando. El guionista hab¨ªa dicho que los premios deben ser secretos "y estar fuertemente dotados", pero este premio de la Complutense ten¨ªa para un cul¨¦ como ¨¦l un atractivo que vale much¨ªsimo m¨¢s que el dinero: "?Ya saben ustedes lo que supone para un catal¨¢n ganar en Madrid!".
Fue un discurso muy serio (reivindic¨® las ra¨ªces culturales de su biling¨¹ismo, y tanto ¨¦l como Berzosa rindieron homenaje a la cultura catalana), pero s¨®lo le falt¨® cantar para hacer que el auditorio se sintiera en uno de sus recitales. No estaba Joaqu¨ªn Sabina, su amigo, pero se hall¨® tan feliz del homenaje que recib¨ªa que "incluso me siento atacado por la vanidad de sufrir un ataque de vanidad y hacer una OPA a Sabina" en su tierra. "No habr¨¦ sido un ¨¢rbol tan torcido si me he hecho acreedor de un birrete", y se reprimi¨® ante los posibles pareados que esa palabra, birrete, puede desatar...
Serrat orient¨® su lecci¨®n magistral como un ejercicio de agradecimiento. "Aprend¨ª este oficio de otros". Divulg¨® a los grandes poetas, "porque me conmovieron y me motivaron", y lo hizo con materiales que ya hab¨ªan explorado otros, como Paco Ib¨¢?ez, o como Raimon, o como Alberto Cortez...
Tanto en la laudatio del profesor Casares como en el discurso del rector, Antonio Machado (como Mario Benedetti, como Miguel Hern¨¢ndez) fue protagonista de la historia de Serrat, y el doctor honoris causa relat¨® una de las grandes satisfacciones que le produjo su trabajo sobre el poeta de Soledades: "Fue cuando el Gremio de Editores de Madrid me envi¨® una carta agradeci¨¦ndome que hubiera contribuido a que se movieran las ventas de Machado gracias, seg¨²n ellos, a mis discos". Y record¨® algo que hab¨ªa escrito en los a?os setenta Xavier Reg¨¤s, promotor teatral, padre de Rosa Reg¨¤s, que ayer estaba oy¨¦ndole: "Dijo que entonces un hombre culto era aquel que hab¨ªa o¨ªdo hablar de Machado antes de que yo le hubiera puesto m¨²sica".
La contribuci¨®n de Serrat a la normalizaci¨®n del catal¨¢n fue algo muy serio. Fue una de las razones que esgrimi¨® la universidad para doctorarle, estuvo en los discursos de bienvenida y tuvo este p¨¢rrafo en la lecci¨®n del cantante: "El catal¨¢n ha estado en una situaci¨®n dif¨ªcil por aquellos que practicaron o practican la intolerancia y el rencor; para m¨ª siempre fue normal, como que crezcan las u?as... Nunca pens¨¦ dejar de cantar en catal¨¢n; la lengua donde siempre me sentir¨¦ m¨¢s c¨®modo es en aquella en que me proh¨ªban cantar". Antonio Mach¨ªn le ayud¨® a hacer esta met¨¢fora: "C¨®mo se pueden querer dos idiomas a la vez y no estar loco".
Serrat reivindic¨® la vida, "el realismo de so?ar en un futuro en que la vida sea mejor". Canta para expresarse, para defender la felicidad propia y para darla, aunque advirti¨® de que muchos de esos enamoramientos que ya duran d¨¦cadas (?o que no duran!) "no son culpa m¨ªa, sino de los atardeceres en que se escucharon mis canciones".
Canta "por el gusto de cantar; es un placer y un privilegio, y adem¨¢s te dan mesa en los restaurantes"; quiere "para ser querido, para que me quieran m¨¢s amigos, y para tener cada vez m¨¢s amigos".
Los ten¨ªa ayer a centenares. El ex presidente Felipe Gonz¨¢lez estaba en primera fila; en esa misma fila, tambi¨¦n, la esposa del presidente Zapatero, Sonsoles Espinosa, que estaba con Yuta Tiff¨®n, la mujer de Serrat; estaban con ellos el presidente del Congreso, Manuel Mar¨ªn, y la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. Si uno recorr¨ªa esas filas que le aplaudieron al llegar, al recibir los atributos de doctor y al irse estar¨ªa haciendo (como suger¨ªa Peridis) la geograf¨ªa humana de una generaci¨®n: Ana Bel¨¦n y V¨ªctor Manuel, Santiago Carrillo, Juan Barranco, Manuel Vicent, Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, Nicol¨¢s Redondo, Rosa Le¨®n, Francisco Frutos, Trinidad Jim¨¦nez, In¨¦s Saban¨¦s, el ministro Montilla, Joan Lerma, Almudena Grandes, Forges, Teddy Bautista, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez...
A nuestro lado, durante la ceremonia, un hombre muy importante en la vida de Serrat, Ricard Miralles, que le ha ayudado a hacer, tambi¨¦n en el escenario, gran parte de su m¨²sica. Se sinti¨® "anonadado; he viajado tanto con ¨¦l, pero nunca lo hab¨ªa visto rodeado de tanta gente importante, por delante, por detr¨¢s..., ¨¦l supongo que tambi¨¦n estar¨¢ anonadado".
S¨®lo le falt¨® cantar, pero tarare¨®, como todos, Aquellas peque?as cosas: "Uno se cree que los mat¨® el tiempo / y la ausencia, pero su tren / compr¨® billete de idea y vuelta...".
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