El radicalismo de Casald¨¢liga
Pedro Casald¨¢liga, apodado el Che por capitanear entre los claretianos la trinchera renovadora despu¨¦s del Vaticano II, ten¨ªa encantamiento y credibilidad entre los m¨¢s j¨®venes por su apertura, su compromiso con la justicia y los m¨¢s marginados, su sensibilidad po¨¦tica y su capacidad de dialogar con los problemas de la cultura moderna.
Un d¨ªa, al regreso de unos Cursillos de Cristiandad dados en Guinea, Pedro escribi¨®: "Siento furiosa la realidad y la llamada del Tercer Mundo. Traigo para siempre en mi coraz¨®n, confusamente, como un feto, ?frica, el Tercer Mundo, y esa nueva Iglesia -la Iglesia de los pobres- que dir¨ªamos luego a partir del Concilio".
Ya en el Mato Grosso, en uno de sus primeros entierros -los sepultados eran cuatro ni?itos de prostitutas- dijo a su compa?ero Manuel Luz¨®n: "O nos vamos de aqu¨ª inmediatamente, o nos suicidamos, o hallamos una soluci¨®n para todo esto".
El radicalismo de Pedro proviene de dentro, como de un r¨ªo que busca recorrer su cauce: "Una vez, tras enterrar a uno de esos peones asesinados, cog¨ª un pu?ado de tierra de su sepulcro, lo puse sobre el altar y excomulgu¨¦ a esas haciendas. Pero fue un acto contra las haciendas, no contra las personas". Y, ante la presi¨®n de ciertos latifundistas muy "cristianos", que lo invitaban a celebrar misa en las capillas de sus haciendas, escribi¨®: "El Evangelio es para los ricos, pero contra su riqueza".
A los dos a?os de encontrarse en Brasil, Pedro firm¨® el informe-denuncia (secuestrado por la polic¨ªa) que recog¨ªa en letan¨ªa tr¨¢gica "los casos en carne viva de peones enga?ados, controlados a pistola, golpeados o heridos o muertos, cercados en la floresta, en pleno desamparo de la ley, sin derecho alguno, sin humana salida. Hasta el nuncio me pidi¨® que no lo publicase en el extranjero y uno de los mayores terratenientes me advirti¨® de que no deb¨ªa meterme en esos asuntos".
No es habitual que un obispo no visite Roma, cuando tiene obligaci¨®n de hacerlo cada cinco a?os y que alce su voz para corregir al Papa y denunciar los pecados del sistema eclesi¨¢stico: "A Juan Pablo II, escribe, al requerirme para que lo visitara, le habl¨¦ con mucho cari?o, pero con mucha libertad".
Sobre la teolog¨ªa de la liberaci¨®n escribe: "S¨®lo a los enemigos del pueblo no les gusta la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. ?Celebrar¨ªan tanto que los cristianos pensasen s¨®lo en el cielo... despreciando la tierra!".
Pedro no es neutral y considera idolatr¨ªa ser persona cristiana y flirtear con el dios del neoliberalismo. Yo me rebelo contra los tres mandamientos del neocapitalismo, que son: votar, callar y ver la televisi¨®n.
Un obispo as¨ª iba a sentir prioritario el problema de la tierra: "?Malditas sean todas las cercas! ?Malditas todas las propiedades privadas que nos privan de vivir y de amar! ?Malditas sean todas las leyes, ama?adas por unas pocas manos para amparar cercas y bueyes y hacer la Tierra esclava y esclavos los humanos! ?Otra es la tierra, hombres, todos! ?La humana tierra libre, hermanos!".
Y siguieron las advertencias, las amenazas y las persecuciones. La mirada de este poeta-profeta desvela que la realidad de opresores y oprimidos la hemos creado nosotros, no Dios: "El Dios de los se?ores no es igual al Dios de los pobres. En todos hay un pol¨ªtico: reaccionario, reformista o transformador". Casald¨¢liga no es neutral: "Yo siempre he sido de izquierdas. Y he pasado a las opciones del socialismo. Qu¨¦ socialismo, no lo s¨¦ a punto fijo, como no s¨¦ a punto fijo qu¨¦ Iglesia ser¨¢ ma?ana la que hoy pretendemos construir por m¨¢s que s¨¦ que la queremos cada vez m¨¢s cristiana".
Pedro lee el evangelio desde las v¨ªctimas que atestiguan la maldad del rodillo neoliberal: "Creo que el capitalismo es intr¨ªnsecamente malo: porque es el ego¨ªsmo socialmente institucionalizado, la idolatr¨ªa p¨²blica del lucro, el reconocimiento oficial de la explotaci¨®n del hombre, la esclavitud de muchos al yugo del inter¨¦s y la prosperidad de los pocos. Una cosa he entendido claramente con la vida: las derechas son reaccionarias por naturaleza, fan¨¢ticamente inmovilistas cuando se trata de salvaguardar el propio tajo, solidariamente interesadas en aquel orden que es el bien... de la minor¨ªa de siempre".
Pedro utiliza un arma -la cultura- para combatir el neoliberalismo inhumano y deshumanizador: "Se nos est¨¢ queriendo imponer una cultura ¨²nica. Una macrocultura, que nos la pasan por televisi¨®n, nos la pasan en la cama. Y yo digo que una macrocultura acaba siendo m¨¢s asesina que muchas armas. Culturas impuestas, no s¨®lo matan a los cuerpos, matan las almas, explosionan la salud de los pueblos".
Benjam¨ªn Forcano es sacerdote y te¨®logo.
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