Simulacro en el Whitney
Poco cr¨¦dito parece quedarle a una bienal -o al arte, en general- para tener que echar mano del cine y de uno de sus m¨¢s soberbios creadores a la hora de acomodar sus argumentos y su presunta capacidad transgresora. El t¨ªtulo de uno de los trabajos m¨¢s deslumbrantes de Fran?ois Truffaut, amalgama de sensatez y desmesura, ha sido objeto de "apropiaci¨®n" debida por la Bienal del Whitney 2006, referente actual del efecto perturbador, confuso, h¨ªbrido, siniestro, obsesivo, religioso y c¨ªnico del arte actual. Se trata de Day for night (La noche americana, 1973), una pel¨ªcula que, entre algunas particularidades formales, destac¨® por haber sido rodada a la luz del d¨ªa con filtros especiales para simular escenas nocturnas. Es la primera vez que, desde su puesta en marcha, en 1932, la bienal del Whitney adopta un t¨ªtulo; y ¨¦ste ha resultado ser tan fascinante para sus comisarios, Chrissie Iles y Philippe Vergne, que en su inter¨¦s por descubrir el complejo artificio de la cultura americana -ambos son europeos, aunque han desarrollado gran parte de su carrera en Estados Unidos- han acabado desbordados por la seductora personalidad de Truffaut, de manera que, una vez visitada la bienal, acabamos valorando antes el legado del cineasta franc¨¦s que las representaciones, entre imposibles e hiperreales, del evento.
Es la vuelta al dad¨¢, o el regreso a un cabaret animado por 150 artistas alucinados, rebeldes, hastiados, conformistas, exc¨¦ntricos
Dicho esto, nos hubiera parecido mejor y menos impropio titularla con la obra de F. Scott Fitzgerald Tender is the night (Suave es la noche), donde el "tri¨¢ngulo euclidiano" formado por un matrimonio consumido en una botella vac¨ªa de alcohol y la mujer que asiste al declive de la pareja lo formar¨ªan contempor¨¢neamente los directores del evento (Iles es comisaria del Whitney y ¨¦ste es su segundo a?o consecutivo en la bienal; Vergne es director del Walker Center de Minneapolis) a los que se sumar¨ªa una tal Toni Burlap, "hija de ambos", un personaje ficticio al m¨¢s puro estilo Rrose S¨¦lavy que existe s¨®lo en el papel (es autora del ensayo del cat¨¢logo) y que ha sido concebida sin m¨¢s pecado que el de "querer transmitir ilusi¨®n".
Pero entremos en el desconcierto americano. En unos tiempos en que existe una superabundancia de bienales -"cada treinta segundos muere una en el mundo", contempla c¨ªnicamente Vergne- estamos ante una m¨¢s que puede que sobreviva incluso en los malos a?os que nos esperan, pues aporta una bien armada visi¨®n del ca¨®tico presente, de nuestras perdurables necesidades, nuestros miedos e identidades; de la miseria humana (la violencia, la soledad), del incesante flujo de artistas, comisarios y mercados, de la ruptura de barreras en los medios art¨ªsticos. Existe, adem¨¢s, una poco frecuente coherencia en el planteamiento de esta bienal, como acontecimiento fluido, irracional, como veh¨ªculo de comunicaci¨®n directo que pretende escapar de las leyes del mercado y que, en esa huida hacia delante, abandona por el camino la est¨¦tica. Es la vuelta al dad¨¢, o el regreso a un cabaret animado por 150 artistas -no son s¨®lo americanos y hay abundancia de mujeres- alucinados, rebeldes, hastiados, conformistas, exc¨¦ntricos, apocal¨ªpticos, na?ves, religiosos, her¨¦ticos o de sufrimientos psicosexuales casi autistas.
La fuerza institucional de esta
bienal se manifiesta en la serena persistencia de los artistas m¨¢s conocidos (Mark di Suvero, Rirkrit Tiravanija, Robert Gober, Dan Graham, Tony Oursler, Rodney Graham, Pierre Huygue, Kenneth Anger, Allora & Calzadilla, Richard Serra, Michael Snow, Francesco Vezzoli, Christopher Williams). Con ellos, se mezcla un centenar largo de nombres menos populares o de artistas que renuncian a la autor¨ªa, ap¨®crifos o disimulados en colectivos, que funcionan dentro de un engranaje ruidoso, con sus opacidades y pulsiones infantiles (Bernardette Corporation's Projects, Otabenga Jones & Associates, Critical Art Ensemble, Deep Dish Television Network, Reena Spaulings y Sturtevant).
El tr¨ªo formado por The Wrong Gallery (Ali Subotnick, Maximiliano Gioni, Maurizio Catellan), que acaba de abrir "sucursal" en la capital alemana y dirigir¨¢ la cuarta Bienal de Berl¨ªn, ha creado una muestra dentro de la bienal, titulada Down by law, con trabajos de 54 artistas que hoy llamar¨ªamos "antisistema" (vivos o muertos), como un pante¨®n familiar con los "h¨¦roes oscuros del sue?o americano". Otros 180 artistas han combinado sus obras para recrear en la entrada del museo la Peace Tower, construida por primera vez en Los ?ngeles en 1966 como protesta contra la guerra de Vietnam. En aquellos a?os, 400 autores compartieron el activismo incondicional de Mark di Suvero (Nancy Spero, Eva Hesse, Donald Judd, Roy Lichtenstein, Rosenquist o Rothko). La nueva instalaci¨®n -mucho menos vistosa, como de patio de colegio- se alza estos d¨ªas en una de las zonas m¨¢s ricas de Manhattan y funciona como ejemplo de c¨®mo la cr¨ªtica ha acabado finalmente confinada y domesticada dentro de las paredes del museo.
El trabajo titulado DTAOT: Com-
bine (Don' t trust anyone over thirty, 2005) de Dan Graham, en colaboraci¨®n con Tony Oursler, Rodney Graham, Laurent P. Berger y la banda Japanther, es la excepci¨®n m¨¢s grandiosa de todo el evento, s¨®lo por el visionado de esta ¨®pera ext¨¢tica de 60 minutos merece la pena perderse en este t¨®tum revol¨²tum de formatos. Se trata de una pel¨ªcula protagonizada por t¨ªteres, y es un h¨ªbrido entre la performance, el teatro, un concierto en directo, una pintura psicod¨¦lica y una instalaci¨®n. La obra narra la trayectoria de la elecci¨®n de un joven presidente norteamericano de 24 a?os, Nelly Sky, despu¨¦s de haber instigado a los adolescentes a salir a la calle y pedir el derecho a voto con s¨®lo 14 a?os, adem¨¢s de hacer apolog¨ªa del LSD (Let' s Stop Destruction). Otra sorpresa es el v¨ªdeo de Pierre Huygue A journey that wasn't (2005), inspirado en las leyendas de las islas remotas que emergen en la Ant¨¢rtida y cuyas im¨¢genes aparecen s¨®lidamente mezcladas con las realizadas durante un concierto en Central Park.
M¨¢s confusi¨®n de medios, el feminismo de Jutta Koether es una mezcla de pintura y environment; en el caso de Robert Gober, un viaje puede ser una "exposici¨®n" de im¨¢genes en blanco y negro. En las fotograf¨ªas de Hanna Liden observamos solitarias figuras enmascaradas en medio de un paisaje nevado, individuos de latitudes extra?as que se han descolgado de un ritual pagano. El hipn¨®tico v¨ªdeo de Rodney Graham es el correlato pl¨¢stico de un invento de Isaac Newton. Keneth Anger descubre el fetichismo demoniaco del rat¨®n Mickey. Una instalaci¨®n de Sturtevant reproduce una docena de ready-mades colocados en una sala en la que cuelgan 1.200 sacos de carb¨®n. Objetos, fotograf¨ªas, escultura, dise?o gr¨¢fico y pel¨ªculas resiguen el pensamiento de Christopher Williams. Adam McEwen muestra su obsesi¨®n por la muerte y la fama en una serie de "obituarios" de Bill Clinton, Nicole Kidman, Jeff Koons, o Rod Stewart, colocados como p¨®sters en las escaleras del museo, sin descubrir la causa.
Quiz¨¢ sea ¨¦ste el trabajo que mejor represente la muerte de la cr¨ªtica institucional. Entre todos la mataron. O ella sola se muri¨®.
Whitney Bienal 2006. Day for night. Whitney Museum of American Art. 945 Madison Avenue. Nueva York. Hasta el 28 de mayo. Comisarios: Chrissie Iles y Philippe Vergne. Patrocinador: Altria.
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