Un lejano aroma a Mayo del 68
"Igual que en mayo del 68", dec¨ªa ayer por la ma?ana una elegante se?ora de cabellos plateados en la esquina del bulevar Saint Michel y la plaza de La Sorbona, en el Barrio Latino parisiense. "Empez¨® igual", a?ad¨ªa con satisfacci¨®n contenida. A su alrededor, los camareros de uno de los bares destrozados la noche anterior recog¨ªan los cristales del suelo, enderezaban algunas mesas y maldec¨ªan su suerte. Un agente de seguros tomaba nota de los da?os y el due?o del establecimiento echaba pestes entre dientes.
"Esto no tiene nada que ver con lo que sucedi¨® entonces", replic¨® uno de los camareros. "?sta es una revoluci¨®n reaccionaria. Estos j¨®venes no quieren cambiar el mundo, quieren que no cambie nada. Quieren que no se le toque ni uno de los derechos que dan por adquiridos por los trabajadores, aun a costa de no poder ejercerlos por no tener trabajo".
Hay dos similitudes con lo que sucedi¨® en aquella primavera que hace 38 a?os marc¨® a una generaci¨®n. La primera, esc¨¦nica: la noche del jueves, los j¨®venes que arrasaron la plaza de La Sorbona, levantaban los adoquines coreando el viejo mantra rom¨¢ntico que asegura que "bajo el pavimento se encuentra la playa".
La segunda, formal: es la segunda vez, desde entonces, que una protesta re¨²ne a los sindicatos y los estudiantes. La anterior fue en 1994, por una raz¨®n muy similar, el contrato para j¨®venes por debajo del salario m¨ªnimo que pretend¨ªa introducir el primer ministro ?douard Balladur y que acab¨® retirando, para dimitir despu¨¦s.
Pero ah¨ª se acaban las similitudes. Quienes protagonizan estas escenas, esos j¨®venes que se enfrentan a los polic¨ªas antidisturbios e incluso lanzan alg¨²n que otro c¨®ctel molotov, no tienen nada que ver con los miles y miles de manifestantes, ordenados, protegidos por el imponente servicio de orden de los grandes sindicatos, que han salido a la calle porque piensan que el Gobierno est¨¢ dinamitando el sistema de vida, el pacto social que establecieron sus padres. No practican la violencia y lo que realmente les preocupa, a corto plazo, es llegar bien preparados a la inminente convocatoria de ex¨¢menes.
"Falta de confianza"
"No estamos politizados", aseguraba una estudiante de la Universidad de Nanterre, uno de los centros claves de aquel mayo de 1968, como queriendo sacarse el estigma de que con su protesta buscaran alg¨²n beneficio o alg¨²n cambio pol¨ªtico. "Me parece que es un insulto que se establezca un periodo de prueba de dos a?os para los j¨®venes, es una falta de confianza absoluta en nuestra generaci¨®n".
A su compa?ero, un estudiante de la prestigiosa Escuela de Ciencias Pol¨ªticas de Par¨ªs, lo que m¨¢s le preocupaba del CPE es que no iba a servirle para obtener un cr¨¦dito en un banco. "Ya lo he preguntado", explicaba, "y me han dicho que con el actual programa inform¨¢tico que aplican para los pr¨¦stamos el CPE no pasa, ni siquiera para poder alquilar una vivienda, y me indigna que Villepin insista una y otra vez en todo lo contrario".
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