"Las casas donde vivimos son la forma de relacionarnos con el mundo"
De un centenar de proyectos que ha construido, casi todos los ha ganado por concurso o invitaci¨®n. Con ellos acumula 36 premios nacionales e internacionales. Se podr¨ªa hablar de un triunfador si no fuera porque su discurso y las formas que le rodean est¨¢n en los ant¨ªpodas.
Pregunta. ?Qu¨¦ se siente al estar en el MoMA?
R. Ah¨ª est¨¢n se?ores que llevan haciendo toda la vida lo mismo y lo hacen muy bien; otros son cazadores medi¨¢ticos, que tienen menos que ver con la arquitectura; otros, gente joven que hace las cosas correctas; y otros, entre los que me encuentro, que son perseguidores, que buscan otros caminos.
P. ?Y c¨®mo emprende esa b¨²squeda?
R. Dejar de pensar en la apariencia y buscar m¨¢s el orden como un estado de equilibrio, cuando todos los elementos involucrados en la creaci¨®n est¨¢n en armon¨ªa. La arquitectura no es negociadora, no se puede imponer por los grandes arquitectos de la F¨®rmula 1. Esta posici¨®n ya no es v¨¢lida para el siglo XXI, pero s¨ª la de convencer con unos valores.
P. ?Y c¨²ales son?
R. La ilusi¨®n como elemento de convicci¨®n, al contrario de lo que se vende ahora, una imagen sin nada detr¨¢s. Y hacer ver a la gente que tiene que girar su cabeza 180 grados y preguntarse: ?La vivienda donde vivo me parece bien? ?Aspiro a algo m¨¢s? Intentar que llegue a toda la sociedad esa capacidad de relacionarse con el mundo. Que la gente se asombre, en el sentido de hacerla despertar a unas condiciones sensibles que le obliguen a hacerse preguntas.
P. ?C¨®mo repercute en la arquitectura los ¨²ltimos cambios sociales? Hogares de una sola persona, sin hijos, monoparentales...
R. Es fascinante el cambio. El problema es que este campo de investigaci¨®n que llena peri¨®dicos no est¨¢ justificado porque la poblaci¨®n jam¨¢s piensa en la vivienda como en un sitio para relacionarse con el mundo, sino como en una cuenta corriente, y nadie le pide a una cuenta corriente que sea bonita. Todo el mundo quiere una vivienda barata, pero que no baje la suya. Hay otra realidad: las superficies peque?as donde vive la gente. Los pisitos de 30 metros son s¨®lo un colch¨®n econ¨®mico. Y el problema es que el suelo es car¨ªsimo.
P. ?Qu¨¦ opina de la locura de los precios?
R. Una obscenidad de la que nadie sabe como salir. No s¨¦ si habr¨¢ un gobierno capaz de cortar esta locura, esa inercia de endeudamiento. En el 92, en Noruega, un pa¨ªs rico, las casas de un d¨ªa para otro costaban la mitad. Esto nadie lo cuenta.
P. ?Por qu¨¦ cree que la arquitectura espa?ola, entendida en sentido tradicional, ha llegado al tope?
R. Desde el punto de vista profesional, la permisividad que la sociedad ten¨ªa hace 30 a?os hacia el arquitecto de que todo lo que dec¨ªa val¨ªa no existe. En cambio, ahora casi no se hace nada de lo que dice el arquitecto, se intenta cambiarle todo y casi siempre es por dinero. Adem¨¢s, la arquitectura estaba pensada antes como un objetivo est¨¢tico en el tiempo, y ahora tiene que pensarse en su capacidad de transformaci¨®n y adaptaci¨®n a futuros usos, en un espacio en el que pueden ocurrir cosas.
P. ?En qu¨¦ medida influye la casa en el individuo que la vive?
R. Es una de las luchas tradicionales: si la vivienda es intemporal e independiente del individuo. Yo creo que no. Cuando hacemos viviendas para gente, las hacemos para esa gente, con unas condiciones vitales determinadas. En el momento que otra familia se haga con ella, una de las dos se tiene que adaptar. Los espacios no son intercambiables. Las historias de la gente se pega en las paredes. Cuando uno se va de ella, siempre queda algo.
P. ?Y si un cliente le pide un tipo de vivienda que aborrece?
R. La gente viene a mi estudio avisada. Pero si me ocurriera intentar¨ªa explicarle que lo que tiene en la cabeza s¨®lo es una imagen. Y si no le convenzo tendr¨ªa que buscarse otro arquitecto. Creo que la negociaci¨®n es el mal de nuestra actividad, y es mediocre. Los dos extremos, antes de llegar a la negociaci¨®n, ser¨¢n m¨¢s interesantes. La mejor construcci¨®n del mundo se construye m¨¢s con los no que con los s¨ª. Los talones no firmados es lo que te queda.
P. ?Qu¨¦ piensa de los edificios inteligentes, ecol¨®gicos?
R. Me duele. Me molestan los grupos de presi¨®n. Todas esas etiquetas no son m¨¢s que pegotes para vender m¨¢s. No responden a las nuevas necesidades de quien las vive, que es la empat¨ªa con la arquitectura.
P. ?Es que la gente en Espa?a no sabe c¨®mo vivir?
R. Es un problema cultural. No tenemos educaci¨®n de la cultura arquitect¨®nica. Hay sociedades que se dejan ayudar y otras que no. La noruega no necesita ayuda y tampoco se deja ayudar; otras, como Holanda y Suiza, tampoco la necesitan, pero se dejan ayudar, siguen buscando; y est¨¢ la nuestra, que necesita ayuda, porque es inacabada, y no se deja ayudar. Y necesitamos ayuda especial, porque unos se?ores han convertido la arquitectura y el espacio en un negocio. Somos unos quejicas natos, pero nadie se manifiesta para pedir vivienda.
P. La herencia del franquismo ha dejado un urbanismo lamentable, y unos criterios a¨²n vigentes.
R. Esa herencia es el descontrol urban¨ªstico que estamos viviendo. Pero hoy se le da una forma judicial clara, todos son planes generales pero el descontrol es el mismo. Y ese descontrol urban¨ªstico genera descontrol arquitect¨®nico, y de un sitio reventado poco bueno puede salir.
P. ?Y c¨®mo se instala ah¨ª el arquitecto?
R. De dos formas, plegarte a las presiones urbanas y pol¨ªticas, o donde me incluyo, actuar como un virus, infiltrarte en un tejido y empezar a transformarlo poco a poco.
P. Dice que la ciudad del futuro tendr¨ªa que tener una orientaci¨®n medieval.
R. La ciudad medieval se adaptaba a la naturaleza en un estado de equilibrio. Todas las buenas ciudades del mundo, como Par¨ªs y Barcelona, tienen una relaci¨®n fant¨¢stica con sus geograf¨ªas, con sus r¨ªos.... Esa condici¨®n de leer el entorno para usarlo a nuestro favor es lo id¨®neo. Y no lo es ir contra el territorio, como se hace ahora, que si hace falta nos cargamos un Parque Natural y no nos importa.
P. ?Qu¨¦ arquitectos admira y qu¨¦ arquitectura derribar¨ªa?
R. Me ha influido Rem Koolhaas en la manera comprometida de actuar en la arquitectura. Y aborrezco la parte ultrarracionalista de los a?os 60 y 70, su enfrentamiento con el mundo. Su representante, Aldo Rossi, me cae muy bien, pero sus seguidores, el posmodernismo, fue nefasto.
P. ?Vive la arquitectura espa?ola un momento feliz?
R. Espa?a tiene los mejores arquitectos del mundo y otros, que no son tanto pero son medi¨¢ticos. Pero tambi¨¦n tenemos la sociedad que menos promociona a su gente. Las sociedades avanzadas, como la norteamericana, la exprime. Aqu¨ª tenemos una serie de grupos. Podemos estar en el mejor momento, pero puede ser el canto de un cisne.
P. Usted critica que Bilbao se reinvente con proyectos de grandes arquitectos, lo que tambi¨¦n ocurre ya en otras ciudades.
R. Los poderes p¨²blicos buscan el efecto Guggenheim, pero hay que tener una ciudad como Bilbao. Y otra cosa, eso no es arquitectura, es algo social, de reivindicaci¨®n de una ciudad gracias al aporte extranjero de una colecci¨®n de arte y su poder medi¨¢tico. Efectos Guggenheim hay como setas por la geograf¨ªa espa?ola, pero ya veremos que pasa, porque de momento no hay m¨¢s que uno.
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