Portavoz o cuentacuentos
Parece que todos andan mojando lo que m¨¢s y mejor saben y pueden, que no es poco, y el que est¨¦ libre de barruntos de corrupci¨®n, que tire el primer Rolls Royce. Y ya ven: ni siquiera consigue sac¨¢rselo de encima el alcalde de Orihuela, Jos¨¦ Manuel Medina, por mucho que declare, en estas mismas p¨¢ginas, que ese coche, y alguno m¨¢s, lo ha usado la mitad de sus vecinos, para bodas y bautizos, que ya es ganas de sacramentar el lujo. Pero es que cuando a uno le caen treinta denuncias por malversaci¨®n, prevaricaci¨®n, falsedad y tr¨¢fico de influencias, uno se sale por peteneras o por mayor¨ªas absolutas, que tambi¨¦n resultan bailables. Cuando el Segura suena es que lleva agua, y como ahora ya no lleva, suenan los oriolanos, en una decidida y clamorosa crecida, pidiendo una transparencia que tampoco llevan -ni presuntamente les interesa- el alcalde, ni los cinco ediles de su equipo, ni los cuatro promotores inmobiliarios, empapelados a la vista de ciertos indicios, por el fiscal Anticorrupci¨®n, y a la espera de que se les investigue judicialmente. Es posible que Jos¨¦ Manuel Medina tenga la confianza del aparato regional del PP, por cierto, qu¨¦ aparato impartiendo confianzas y haciendo, a la vez, m¨¢s que pa¨ªs, comunidad de sospechas: de Fabra fins Medina. Y eso por mucho que el presidente Francisco Camps se encandile con el Estatut valenciano, y Mariano Rajoy desvar¨ªe en su cruzada contra el Estatut catal¨¢n. M¨¢s les valdr¨ªa, a estas alturas, al uno, que dejara de mirarse el ombligo propio -es decir, compartido con Joan Ignasi Pla, en toda una exhibici¨®n de fen¨®meno circense-, y al otro, que cesara en su impudicia de mirar ombligos ajenos, que, en definitiva, son voyeurismos fugitivos y poco gratificantes. Para el buen gobierno de sus gentes, hay que echarle los ojos encima a ambos sujetos, y a algunos m¨¢s, sobradamente afamados, y suspender la funci¨®n que est¨¢n ofreciendo al respetable, con la mayor impertinencia y, hasta el momento, con m¨¢s impunidad, si cabe, en lo que se refiere a las medidas cautelares y disciplinarias de su partido, que los jueces ya se pronunciar¨¢n, o eso se piensa el cronista. Aunque por lo que se ve, el caso Fabra lleva camino de convertirse en la pasarela Fabra. Que si ya han desfilado la tira de figuras por unos pliegos, muy pronto se enriquecer¨¢n con los testimonios de cuatro ex ministros, cuatro, del gobierno de m¨ªster Aznar, y colegas de Rajoy, aunque Rajoy va a su bola, y pasa de largo, hacia su pat¨¦tico destino. Pero Rajoy, presidente del PP, es, no m¨¢s disimulo, un personaje de ficci¨®n, que nos lo cuentan, por relevos, Acebes, y Zaplana.
Esta cadena de desprop¨®sitos no es m¨¢s que un escalaf¨®n, en el que si el alcalde de Orihuela y otros alcaldes, ocupan discretos lugares -algunos ascender¨¢n, quiz¨¢, como chusqueros-, Carlos Fabra tiene una muy considerable graduaci¨®n y adem¨¢s se conoce la tramoya, como pocos. Se sabr¨¢, a su hora, si las nuevas pruebas testificales, "acorralan al presidente popular de Castell¨®n", como presume Ramon Cardona, diputado auton¨®mico de EU. Y usted que lo vea. Pero en lo m¨¢s alto de ese escalaf¨®n, se ha vuelto a encaramar Eduardo Zaplana, d¨¢ndose con su propia verbosidad, pretendidamente parlamentaria, un espectacular batacazo. Quiso competir en ingenio con la vicepresidenta del Gobierno, y la respuesta ir¨®nica y contundente de Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez Vega, lo puso a los pies de las se?or¨ªas de su banco. Zaplana pude ser un ret¨®rico, pero nunca un dial¨¦ctico. Sufri¨® el severo castigo que merecieron sus palabras de intolerable machismo. Que tome buena nota de la lecci¨®n, que se la aprenda y que no se mida, en lo sucesivo, con quien le lleva una buena y l¨²cida cabeza de ventaja. Pero no es precisamente por esa paliza p¨²blica y sonora, por lo que ha vuelto a encaramarse en lo m¨¢s alto del escalaf¨®n de los desprop¨®sitos, sino por el informe del Tribunal de Cuentas que pone en tela de juicio las campa?as publicitarias y de imagen contratadas por Eduardo Zaplana, en sus tiempos de ministro de Trabajo. Bajo sospecha, en tanto se vea si hay responsabilidades penales o contables. Zaplana, de portavoz a cuentacuentos del PP.
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