Sadam tem¨ªa m¨¢s la revuelta chi¨ª que a EE UU
Mientras los aviones militares estadounidenses pasaban como un rayo dos semanas despu¨¦s del comienzo de la invasi¨®n, el teniente general Raad Majid al Hamdani se dirig¨ªa hacia Bagdad para participar en una reuni¨®n crucial con l¨ªderes iraqu¨ªes. Suplic¨® refuerzos para endurecer las defensas de la capital y permiso para volar el puente del r¨ªo ?ufrates al sur de la ciudad para bloquear el avance enemigo. Pero Sadam Husein ten¨ªa otros planes. Convencido de que el principal peligro proven¨ªa de dentro, pretend¨ªa mantener intactos los puentes para poder trasladar r¨¢pidamente las tropas hacia el sur si los chi¨ªes se rebelaban. La decisi¨®n a rega?adientes de volar el puente lleg¨® tarde. Los iraqu¨ªes da?aron s¨®lo uno de los dos tramos y los estadounidenses pronto empezaron a cruzarlo en tropel.
"El presidente cre¨ªa que EE UU no luchar¨ªa por tierra porque era caro", afirm¨® Tarek Aziz
Husein desconfiaba de sus tropas regulares y por ello las despleg¨® lejos de la capital
Los mandos iraqu¨ªes se desmoralizaron al saber que no hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva
El episodio fue s¨®lo uno de los muchos incidentes descritos en un informe militar clasificado de EE UU y otros documentos y entrevistas, que demuestran que Husein, de la minor¨ªa sun¨ª, estaba tan preocupado por la amenaza que exist¨ªa dentro del pa¨ªs que inutiliz¨® a su Ej¨¦rcito en el combate contra la amenaza exterior. S¨®lo una de sus defensas -los feday¨ªn- result¨® ser eficaz. M¨¢s tarde se unieron a la insurgencia, pero eso se debi¨® a la falta de alternativas y no porque se hubiera planeado.
Siempre alerta a los golpes de Estado y temeroso a una revuelta, Husein desconfiaba de sus comandantes y soldados. Tomaba ¨¦l mismo las decisiones cruciales, confiaba en sus hijos para el asesoramiento militar e impon¨ªa medidas que ten¨ªan el efecto de perjudicar a sus fuerzas. Lo hac¨ªa de varias formas:
- El dictador iraqu¨ª era tan reservado y manten¨ªa la informaci¨®n tan compartimentada que sus altos mandos quedaron asombrados cuando les dijo, tres meses antes de la guerra, que no ten¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, y se sintieron desmoralizados.
- Puso a un general al que normalmente se consideraba un borracho incompetente al cargo de la Guardia Republicana y le confi¨® la protecci¨®n de la capital porque se le consideraba leal.
- Se entrometi¨® en los pormenores de la guerra no permitiendo a los comandantes que trasladaran a las tropas sin el permiso de Bagdad y bloqueando las comunicaciones entre los mandos.
- No se hac¨ªa part¨ªcipe de las operaciones de los feday¨ªn a los mandos de las fuerzas convencionales. No se permit¨ªa a las divisiones de la Guardia Republicana que se comunicaran con las unidades hermanas. Los comandantes ni siquiera pod¨ªan recibir mapas precisos del terreno cercano a los palacios del l¨ªder iraqu¨ª.
Gran parte de este material se incluye en una historia secreta preparada por el Ej¨¦rcito de EE UU sobre c¨®mo Irak libr¨® la guerra. Haci¨¦ndose pasar por historiadores militares, analistas estadounidenses interrogaron a m¨¢s de 110 oficiales y funcionarios militares iraqu¨ªes, invitaron a algunos a copiosas cenas e interrogaron a otros en centros de detenci¨®n. Adem¨¢s, se analizaron m¨¢s de 600 documentos iraqu¨ªes requisados.
Bajo la supervisi¨®n del Mando Conjunto del Ej¨¦rcito, pronto se har¨¢ p¨²blica una versi¨®n desclasificada. En abril de 2005 se prepar¨® una versi¨®n clasificada. El estudio Perspectivas iraqu¨ªes sobre la Operaci¨®n Libertad Iraqu¨ª. Principales operaciones de combate demuestra que Husein descartaba la posibilidad de invasi¨®n a gran escala. "Pocas semanas antes de los ataques, Sadam a¨²n pensaba que EE UU no utilizar¨ªa fuerzas de tierra", declar¨® Tarek Aziz, ex viceprimer ministro iraqu¨ª. "Cre¨ªa que no librar¨ªan una batalla por tierra porque les resultar¨ªa demasiado cara".
A pesar de la desproporcionada derrota que sufrieron sus fuerzas en 1991, Husein no ve¨ªa a EE UU como su principal adversario. Su mayor temor era un levantamiento chi¨ª, como el que sacudi¨® a su Gobierno tras la guerra de 1991. Su preocupaci¨®n por las amenazas internas entorpeci¨® sus esfuerzos por defenderse de un enemigo externo, como se hizo patente en 1995 durante un an¨¢lisis de planificaci¨®n hasta ahora desconocido. Los funcionarios propusieron una nueva estrategia para defender la patria, basada en armar a las tribus locales. Husein rechaz¨® la recomendaci¨®n: armarlas era demasiado arriesgado para un Gobierno que viv¨ªa con el temor de un levantamiento popular.
Aunque la planificaci¨®n militar convencional languidec¨ªa, la atenci¨®n de Husein a las amenazas internas condujo a una importante innovaci¨®n: la creaci¨®n de las fuerzas paramilitares feday¨ªn. Equipadas con granadas autopropulsadas y armas ligeras, uno de sus papeles principales era proteger los cuarteles generales del Partido Baaz y mantener a raya a los chi¨ªes. Controlados por Uday Husein, hijo del l¨ªder iraqu¨ª, los feday¨ªn eran tan vitales para la supervivencia del Gobierno que "acapararon a soldados" que de otro modo habr¨ªa utilizado el Ej¨¦rcito.
A Husein tambi¨¦n le preocupaba su vecino del Este. Al igual que la Administraci¨®n de Bush, sospechaba que Ir¨¢n estaba desarrollando un arsenal nuclear. Cada d¨ªa, el Ej¨¦rcito iraqu¨ª realizaba una maniobra cuyo nombre en clave era Halc¨®n Dorado y que se centraba en la defensa de la frontera con Ir¨¢n. EE UU era percibido como una amenaza menor.
La principal preocupaci¨®n de Husein sobre un posible ataque estadounidense era que pod¨ªa inducir a los chi¨ªes a coger las armas contra el Gobierno. Miembros de su c¨ªrculo ¨ªntimo cre¨ªan que si los estadounidenses atacaban se limitar¨ªan a una intensa campa?a de bombardeos y a apoderarse de los campos petrol¨ªferos del sur.
Con la intenci¨®n de disuadir a Ir¨¢n e incluso a los enemigos internos, el dictador iraqu¨ª se propuso cooperar con los inspectores de la ONU y al mismo tiempo conservar cierta ambig¨¹edad respecto a sus armas no convencionales, una estrategia que el general Hamdani denominar¨ªa posteriormente "disuasi¨®n basada en la duda". Esa estrategia dio pie a un equ¨ªvoco mutuo. Cuando el secretario de Estado, Colin L. Powell, se dirigi¨® al Consejo de Seguridad en febrero de 2003 present¨® fotograf¨ªas y comunicaciones interceptadas como prueba de que los iraqu¨ªes se estaban apresurando a descontaminar las instalaciones donde se supon¨ªa que estaban las armas. Los estadounidenses interpretaron los esfuerzos de Husein para eliminar cualquier vestigio de los antiguos programas de armamento no convencional como un intento de ocultar los arsenales. Los pasos que el Gobierno iraqu¨ª estaba dando para reducir la perspectiva de una guerra se usaron contra ¨¦l.
A medida que se aproximaba la guerra, Husein tom¨® medidas para reprimir cualquier levantamiento. Dispers¨® por el sur unidades de feday¨ªn. Dividi¨® al pa¨ªs en cuatro sectores, cada uno dirigido por un miembro de su c¨ªrculo m¨¢s cercano. La maniobra pretend¨ªa ayudar al Gobierno a rechazar cualquier acometida contra el r¨¦gimen. Como reflejo de la desconfianza que inspiraba en Husein su propio Ej¨¦rcito, las tropas regulares fueron desplegadas lejos de la capital.
Husein no apreci¨® la gravedad de la amenaza ni siquiera cuando los estadounidenses avanzaban r¨¢pidamente hacia el norte. En una reuni¨®n celebrada el 2 de abril, el general Hamdani vaticin¨® acertadamente que EE UU ten¨ªa planes de avanzar por el Paso de Kerbala hacia Bagdad. El general Tai, ministro iraqu¨ª de Defensa, no se dej¨® convencer. Sostuvo que el ataque en el sur era un truco y que la principal ofensiva estadounidense proceder¨ªa del oeste, quiz¨¢ con la complicidad de los israel¨ªes. El 6 de abril, al d¨ªa siguiente del primer ataque del Ej¨¦rcito estadounidense sobre Bagdad, Husein empez¨® a percatarse de su desesperante situaci¨®n. En un refugio de Mansur, un barrio de Bagdad, se reuni¨® con sus colaboradores m¨¢s cercanos y pidi¨® a Aziz que leyera una carta de ocho p¨¢ginas. Husein no manifest¨® ninguna emoci¨®n mientras se le¨ªa la carta. Pero Aziz dijo m¨¢s tarde que parec¨ªa un hombre derrotado, y la carta parec¨ªa ser su despedida. Su r¨¦gimen estaba llegando a su fin.
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