Ternera logra la unidad entre los hist¨®ricos y los j¨®venes de ETA
La banda terrorista supera sus tensiones internas y apoya sin fisuras un proceso que ser¨¢ "largo y dif¨ªcil", seg¨²n fuentes 'abertzales'
Ante el inminente proceso de paz que se inicia con el anuncio de tregua, ETA se ha blindado tambi¨¦n por dentro con una unidad de criterio y ning¨²n riesgo de ruptura, seg¨²n aseguran fuentes abertzales. Las tensiones generacionales internas que rodearon la tregua precedente, relacionada con el Pacto de Lizarra, y determinaron finalmente su ruptura, no se dan esta vez. Las dos generaciones en el poder, simbolizadas en Jos¨¦ Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, y su hijo Egoitz, tambi¨¦n incorporado al aparato pol¨ªtico de ETA, van del brazo en la determinaci¨®n de respaldar sin fisuras un proceso de paz que ser¨¢ "largo y dif¨ªcil".
Poco antes de ser entregado a Espa?a -el mismo d¨ªa que Aznar era elegido presidente del Gobierno, el 5 de mayo de 1996- tras haber cumplido su condena en Francia, Josu Ternera coment¨® a los polic¨ªas franceses encargados de su custodia que tuvieran en cuenta que, con su expulsi¨®n, ETA quedaba en manos de una nueva generaci¨®n, porque ¨¦l era el ¨²ltimo hist¨®rico del cuadro de dirigentes de la banda. Puesto en libertad en Espa?a dos meses despu¨¦s de este episodio, Ternera tuvo la oportunidad de conocer a fondo las instituciones auton¨®micas, tan denostadas por ¨¦l mismo, al ser elegido en 1998 parlamentario por Euskal Herritarrok, el partido que sustituy¨® a Herri Batasuna poco antes de Lizarra. Pero antes de terminar la legislatura, huy¨® y pas¨® a la clandestinidad para hacerse de nuevo con las riendas de ETA.
Ternera es el ¨²nico ayatol¨¢ en una organizaci¨®n tomada en la ¨²ltima d¨¦cada por la generaci¨®n que se form¨® y entren¨® en la kale borroka, inspirada en la intifada palestina, que se impuso como forma de chantaje pol¨ªtico en las calles de Euskadi en los a?os 90. La misma generaci¨®n que, pese a los argumentos en contra mantenidos desde el aparato pol¨ªtico por otro hist¨®rico como Mikel Albisu, Mikel Antza, aceler¨® en 2001 la ruptura de la tregua con la violenta ofensiva armada que desencaden¨®. Una tregua que tampoco hab¨ªan respetado del todo al practicar la kale borroka mientras estuvo en vigor, pese a los intentos del propio Arnaldo Otegi de frenar a estos j¨®venes airados, de la edad de sus hijos, que iban en sentido contrario al que ellos pretend¨ªan tras haber pactado con el nacionalismo.
Una organizaci¨®n nueva
Que en ETA perviven latentes dos tendencias contrapuestas respecto a la utilidad pol¨ªtica de la lucha armada es algo sabido, pero fue el endurecimiento de la estrategia de quienes hab¨ªan logrado alzarse en mayor¨ªa en la ejecutiva etarra -una generaci¨®n que prim¨® de nuevo el impulso de lo militar sobre el car¨¢cter pol¨ªtico- lo que determin¨® el regreso de Ternera. Su vuelta, dejando el esca?o de Vitoria vac¨ªo y con la sombra de un nuevo procesamiento, obedec¨ªa tambi¨¦n a la obsesi¨®n de los hist¨®ricos, todos ellos fuera de combate en las c¨¢rceles francesas o espa?olas, por equilibrar el poder interno perdido. A¨²n hoy, se reconoce en medios abertzales que Urrutikoetxea cuenta con un bagaje personal y pol¨ªtico que lo convierte en ¨²nico personaje capaz de conducir a ETA hacia su paulatina disoluci¨®n.
Josu Ternera encontr¨® a su vuelta una organizaci¨®n nueva y juvenil, que hab¨ªa reventado toda estrategia negociadora y se iba renovando aceleradamente, conforme la contraofensiva policial desde Espa?a y Francia deten¨ªa sucesivamente a sus jefes militares y log¨ªsticos provocando una alarmante sangr¨ªa de dirigentes. Adem¨¢s de esta situaci¨®n de extrema debilidad relativa a su organizaci¨®n clandestina, ETA soportaba una pesada carga que la convert¨ªa en obsoleta al tener a toda su jefatura hist¨®rica -sus responsables durante dos d¨¦cadas- encarcelados y con largas condenas.
No necesit¨® mucho tiempo Ternera para demostrar que hab¨ªa recuperado el liderazgo del aparato pol¨ªtico al entrevistarse, junto a Antza, con el l¨ªder de Esquerra Republicana de Catalunya, Josep Lluis Carod Rovira, en Perpignan. Luego, tras la detenci¨®n de Antza por la polic¨ªa, se incorporaron a la tarea de establecer la estrategia de la banda j¨®venes de la ¨²ltima generaci¨®n, entre ellos Egoitz Urrutikoetxea, que ha regresado a la clandestinidad de la organizaci¨®n tras ser responsable de Batasuna en Francia tras la ruptura de la tregua. Siendo a¨²n m¨¢s joven, estuvo encarcelado en una c¨¢rcel francesa por su militancia etarra.
El resultado durante este tiempo ha sido una recomposici¨®n de la estrategia negociadora que la banda ya hizo saltar por los aires al romper la tregua de Lizarra. Precisamente, hace poco m¨¢s de un a?o, ETA dio su respaldo inicial a la nueva f¨®rmula para la negociaci¨®n que anunci¨® Batasuna a finales del 2004 en el vel¨®dromo de Anoeta y que se caracteriza por su renuncia a protagonizar la negociaci¨®n pol¨ªtica, que deja en manos de Batasuna, para tan s¨®lo resolver las cuestiones "t¨¦cnicas" relacionadas con la violencia. Desde el entorno radical se ha subrayado durante todo este tiempo que la inexistencia de atentados mortales, en los casi tres a?os que han transcurrido, debe interpretarse como un apoyo expl¨ªcito a esta nueva etapa.
Pero que tampoco haya error: durante este tiempo la polic¨ªa francesa y la espa?ola han podido transmitir a la sociedad la convicci¨®n de que ETA tiene muy poco margen de maniobra y que los servicios secretos de ambos pa¨ªses les est¨¢n pisando los talones. El resultado es que la estructura de la banda se ha reducido considerablemente y, aunque nadie duda de que conserva cierta capacidad operativa, la mayor¨ªa de sus atentados se han orientado a la extorsi¨®n econ¨®mica con el fin de posibilitar su propia subsistencia como organizaci¨®n.
La demostraci¨®n de que ETA es en la actualidad una organizaci¨®n minimizada y sin futuro se observa en la inversi¨®n de las estad¨ªsticas: en los ¨²ltimos a?os ha habido muchas m¨¢s detenciones que atentados.
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