El cuarto oscuro
En Camp Nama, una instalaci¨®n militar junto al aeropuerto de Bagdad, hab¨ªa en las paredes unos curiosos letreros. "No blood, no foul", rezaban. Sin sangre, no hay falta. Camp Nama hab¨ªa sido una base militar de Sadam Husein y en 2004 se convirti¨® en uno de los centros de detenci¨®n m¨¢s importantes de las tropas americanas en Irak. En un cuartucho del tama?o de un garaje, sin ventanas y pintado de negro, los soldados americanos se dedicaron durante una larga temporada a pr¨¢cticas prohibidas por cualquier legislaci¨®n civilizada y ahora justificadas incluso por abogados al servicio de la Administraci¨®n americana, en virtud de la guerra contra el terror y la perversa teor¨ªa de la bomba de relojer¨ªa. ?Qu¨¦ har¨ªa usted si tuviera en sus manos a un terrorista que ha colocado en un lugar indeterminado una bomba que puede matar a su hijo?
La historia del cuarto oscuro donde se tortura sin sangre viene a sumarse al rosario de p¨¦simas noticias para los derechos humanos y para la imagen y el prestigio de EE UU que han sucedido a aquella declaraci¨®n de la guerra contra el terror despu¨¦s del 11-S. Y se conoci¨® el pasado domingo, coincidiendo con un infeliz aniversario, el de la entrada en guerra de las tropas americanas en Irak. Se trataba de una instalaci¨®n m¨¢s de la red de mazmorras secretas, organizadas por EE UU en todo el mundo, que desmienten la teor¨ªa del mal comportamiento de unos pocos interrogadores, pillados in fraganti gracias a las fotos y v¨ªdeos de Abu Ghraib. Camp Nama pertenec¨ªa a un universo de espacios de excepci¨®n, de chupaderos donde los seres humanos no est¨¢n sometidos a legalidad alguna. Como Guant¨¢namo, en una de cuyas jaulas vivi¨® durante dos a?os Abdul Salam Zaif, la cara m¨¢s presentable de los talibanes. Este ex embajador de Afganist¨¢n en Islamabad ha contribuido a que ampli¨¢ramos al conocimiento del horror con la narraci¨®n, recogida por la periodista de EL PA?S Georgina Higueras, de las torturas que sufri¨® en manos norteamericanas.
Con el tercer aniversario de la guerra hemos conocido tambi¨¦n dos recientes matanzas de civiles iraqu¨ªes -11 personas en Ishaqi y 15 en Haditha-, ahora investigadas por el Pent¨¢gono, que constituyen peque?os remakes de My Lai, el aniquilamiento de una aldea vietnamita que acarre¨® un enorme desprestigio para Washington. Y la sangre contabilizada con el aniversario, las dos cuentas de v¨ªctimas americanas -2.300 soldados muertos y 17.000 heridos- e iraqu¨ªes -entre 33.000 y 38.000 muertos-, que se a?aden a la sangre invisible y sin cuentas, esa que no se quiere ver ni comporta responsabilidad y castigo, y que esconde la tortura y los malos tratos en el cuarto oscuro, donde se difumina el perfil de los objetos y se altera el nombre exacto de las cosas.
Era una guerra global contra el terror. La de Irak se ha dado por acabada en varias ocasiones. Y ahora se rechaza que pueda hablarse all¨ª de guerra civil. Al error de la guerra se a?ade as¨ª el error del cuarto oscuro del disimulo y de la propaganda. Nada ser¨ªa peor que coronar una mala conducci¨®n pol¨ªtica y diplom¨¢tica de la guerra con una partida precipitada y disfrazada de una pacificaci¨®n propagand¨ªstica e irreal. Irak podr¨ªa encenderse por los cuatro costados. Pero en vez de atender a su responsabilidad para intentar paliar en algo el sangriento embrollo, Bush ha invertido el orden del razonamiento para darse la raz¨®n y jugar con la idea del ¨¦xito: "Si no creyera que tenemos un plan para la victoria, no dejar¨ªa que nuestra gente se arriesgara como lo hace". ?Conoce alguien este plan? Si atendemos a los hechos, e incluso al reciente documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional, la superpotencia ¨²nica se halla sumida en una situaci¨®n de confusi¨®n y de falta de orientaci¨®n alarmantes, en la que brilla por su ausencia la estrategia, sustituida por la palabrer¨ªa y la propaganda.
Algunos han empezado a salir del cuarto oscuro. Francis Fukuyama, el pensador conservador que acu?¨® la idea del final de la historia, ha dictaminado con precisi¨®n que "reparar la credibilidad americana no ser¨¢ una cuesti¨®n de hacer mejor las relaciones p¨²blicas, sino que requerir¨¢ un nuevo equipo y nuevas pol¨ªticas". Y ¨¦l mismo responde cu¨¢les ser¨¢n: "Una de las consecuencias del evidente fracaso en Irak ser¨¢ el descr¨¦dito de la entera agenda neoconservadora y la restauraci¨®n de la autoridad de la pol¨ªtica exterior realista". En alg¨²n momento se abrir¨¢n las ventanas y entrar¨¢n el aire y la luz en ese cuarto oscuro donde se disimula la sangre y se diluyen las responsabilidades.
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