Rumsfeld y los cerezos
Washington es una policrom¨ªa de colores en primavera. El verde de sus parques a orillas del caudaloso Potomac se complementa con el estallido de los brotes de los miles de cerezos regalados por Jap¨®n a la capital federal. Contemplado desde la orilla virginiana, donde se halla el Pent¨¢gono, el espect¨¢culo es de una belleza indescriptible con los monumentos a Lincoln y Jefferson al fondo. Todo florece en el Distrito de Columbia y en la vecina Virginia. Todo, menos las ideas en la mente del responsable del Pent¨¢gono y secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Se acaba de comprobar con la publicaci¨®n la pasada semana de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional para el cuatrienio 2006-2010. Inspirada, como la anterior, por Rumsfeld, contiene, en opini¨®n de los expertos, los mismos errores de planteamiento que la vigente y que han conducido a la actual debacle iraqu¨ª. Rumsfeld fue un buen secretario de Defensa en la breve Administraci¨®n del presidente Gerald Ford. Pero su pensamiento no ha evolucionado en los ¨²ltimos 30 a?os. Sigue anclado en los planteamientos de la guerra fr¨ªa.
Seg¨²n un demoledor art¨ªculo publicado en The New York Times por el general de divisi¨®n Paul Eaton, encargado del entrenamiento de las nuevas tropas iraqu¨ªes antes de su pase a la reserva, Rumsfeld sigue sin entender la naturaleza de una guerra prolongada contra la insurgencia y la necesidad de contar con suficientes fuerzas sobre el terreno. En Irak, Rummy se carg¨® la conocida como Doctrina Powell, dise?ada por el entonces presidente de la junta de jefes de Estado Mayor, Colin Powell, y que consist¨ªa, b¨¢sicamente, en que, si Estados Unidos ten¨ªa que hacer frente a un conflicto, deber¨ªa utilizar todo su poder¨ªo tecnol¨®gico y humano para asegurarse la victoria final. As¨ª ocurri¨® en la primera guerra del Golfo, donde la coalici¨®n dispuso de m¨¢s de 500.000 hombres para la invasi¨®n con el resultado triunfal conocido. Hace tres a?os, Rumsfeld pens¨® que la tecnolog¨ªa bastar¨ªa para ganar la guerra y envi¨® un contingente humano que no sobrepasaba los 150.000 hombres (130.000 en la actualidad) para ocupar un pa¨ªs con la extensi¨®n de Francia. En dos meses, se consigui¨® derrocar a Sadam Husein, a costa de dejar atr¨¢s a una insurgencia cada vez m¨¢s organizada. El general Eaton, como el The New York Times, y cientos de voces en el pa¨ªs, pide la dimisi¨®n o el cese de Rumsfeld por "ineptitud t¨¢ctica". Rumsfeld fue avisado por experimentados generales, entre ellos el jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, Eric Shinseki, de que la invasi¨®n de Irak requerir¨ªa, al menos, poner sobre el terreno 370.000 hombres de combate, sin contar los servicios auxiliares. El retiro de Shinseki fue adelantado un a?o y sus sucesores entendieron el mensaje.
La obsesi¨®n era llegar a Bagdad y derrocar a Sadam. Todo lo dem¨¢s era secundario. El libro que est¨¢ a punto de publicarse, Cobra II, escrito por el especialista militar del Times, Michael Gordon, y el teniente general de marines Bernard Trainor -adelantado por este peri¨®dico esta semana-, constituye una prueba de cargo demoledora sobre la conducci¨®n de la guerra por parte de Rumsfeld, con la bendici¨®n ¨²ltima de George Bush y Dick Cheney. Los mandos sobre el terreno alertaban una y otra vez a Washington del peligro que supon¨ªa avanzar sobre Bagdad dejando en la retaguardia a una insurgencia bien armada y organizada, como se vio en Faluya. La respuesta fue contundente. ?Sigan avanzando hacia Bagdad. Los focos de resistencia son simples badenes en el camino!
Tres a?os despu¨¦s, el hombre que dise?¨® aquella estrategia sigue, incomprensiblemente, al frente del Pent¨¢gono con el apoyo, tambi¨¦n incomprensible, de su presidente y comandante en jefe. Ambos viven en una nube cada vez m¨¢s lejana de la realidad terrenal. El resultado, a efectos pol¨ªticos, es que, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de Gallup, s¨®lo el 32% de los norteamericanos creen que Bush tiene un plan coherente para Irak.
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