Slavoj Zizek: ¡°Si un f¨¢rmaco puede hacerme m¨¢s valiente, m¨¢s l¨²cido y m¨¢s generoso, ?en qu¨¦ queda la ¨¦tica?¡±

Slavoj Zizek (Liubliana, 1949) grita, r¨ªe, aplaude. Los aspavientos de sus brazos resultan convulsos, casi tur¨¦ticos, pero el personaje emana una gran cordialidad. Es un fil¨®sofo pluridisciplinar que se dio a conocer en c¨ªrculos psicoanal¨ªticos y en poco tiempo, apenas unos a?os, se ha convertido en una estrella del pensamiento contempor¨¢neo. Colabora en The New York Times, es profesor invitado en las universidades de Par¨ªs (donde estudi¨®), Columbia, Princeton y Georgetown y preside la Sociedad para el Psicoan¨¢lisis Te¨®rico de Eslovenia. A partir de Karl Marx y de Jacques Lacan efect¨²a una cr¨ªtica sistem¨¢tica de la posmodernidad y exige la reinvenci¨®n de una ¨¦tica de izquierda capaz de hacer frente a la revoluci¨®n de la tecnolog¨ªa y la biomedicina. Vive en un peque?o apartamento de Liubliana, la capital eslovena; el mobiliario es barato y la ropa est¨¢ guardada en los armarios de la cocina.
PREGUNTA. ?C¨®mo se le ocurri¨® ser fil¨®sofo?
RESPUESTA. Creo que para ser bueno en algo hace falta una vocaci¨®n alternativa. Como le pas¨® a Claude Levi Strauss, que quer¨ªa ser m¨²sico y se convirti¨® en antrop¨®logo. Yo, de adolescente, so?aba con ser director de cine, pero hacia los 18 a?os empec¨¦ a estudiar filosof¨ªa. Fue como la ca¨ªda de San Pablo en el camino hacia Damasco. Ya nunca tuve dudas. Empec¨¦ estudiando la Escuela de Francfort y otros marxismos disidentes, y al llegar a la universidad me hice heideggeriano, que en Eslovenia era lo m¨¢ximo en disidencia.
P. ?Por qu¨¦ Heidegger resultaba tan disidente?
R. Cada rep¨²blica yugoslava hab¨ªa adoptado una filosof¨ªa distinta, la m¨¢s cercana a cada grupo de poder. En Eslovenia imperaba la Escuela de Francfort. En Croacia se prefer¨ªa a los marxistas de Praxis y a Heidegger: para ascender en el partido comunista croata conven¨ªa dominar la fenomenolog¨ªa. Lo de Serbia era muy distinto: filosof¨ªa anal¨ªtica. Entonces estall¨® el llamado estructuralismo: Lacan, Foucault, Althusser y dem¨¢s. Y result¨® que las dos escuelas rivales en Eslovenia, la de Francfort y la de Heidegger, olvidaron sus diferencias para enfrentarse de forma feroz, paranoica, contra los estructuralistas. Eso me intrig¨®. Yo ten¨ªa 21 a?os. Pas¨¦ los seis o siete a?os siguientes leyendo de forma confusa la teor¨ªa francesa, un poco de Michel Foucault, un poco de Jacques Derrida, hasta que descubr¨ª mi propia secta: desde entonces soy un estalinista ortodoxo lacaniano, dogm¨¢tico y nada dialogante.
P. ?C¨®mo se puede rechazar el di¨¢logo?
R. Mi lema es: ninguna libertad para los enemigos de la libertad. No, en serio, la filosof¨ªa es necesariamente dogm¨¢tica. ?Conoce usted alg¨²n di¨¢logo filos¨®fico que haya funcionado? ?Los de Plat¨®n? Qu¨¦ va, ah¨ª, sobre todo en los di¨¢logos sofistas de la ¨²ltima ¨¦poca, hay un tipo que habla todo el rato mientras el interlocutor se limita a decir "oh, s¨ª, por Zeus, cu¨¢nta raz¨®n tienes". Heidegger ten¨ªa raz¨®n en que cada fil¨®sofo cuenta con una percepci¨®n fundamental y se limita a repetirla a lo largo de su obra.
"La izquierda debe ser reinventada. La tolerancia, el Estado de bienestar y las terceras v¨ªas no constituyen valores supremos"
P. ?Cu¨¢l es su percepci¨®n fundamental?
R. Mi problema es el siguiente: nosotros, la izquierda, a¨²n no disponemos de una buena teor¨ªa sobre lo que fue el estalinismo. La Escuela de Francfort, Jurgen Habermas, todos estaban obsesionados con el marxismo y con el antisemitismo, pero no dijeron nada del estalinismo. Existe un libro de Herbert Marcuse, ya lo s¨¦, pero no es m¨¢s que una interpretaci¨®n de los textos de los congresos del PCUS. Si lee usted a Habermas no podr¨¢ adivinar que mientras el fil¨®sofo escrib¨ªa, hab¨ªa dos Alemanias. Un amigo de la Escuela de Francfort me explic¨® que no abordaron el estalinismo para no parecer anticomunistas. ?C¨®mo? ?Pero si eran abiertamente anticomunistas! ?Algunos apoyaron la intervenci¨®n estadounidense en Vietnam! ?Cu¨¢l es la percepci¨®n fundamental de la Escuela de Francfort? Lo que llaman la dial¨¦ctica de la Ilustraci¨®n, es decir, que existe un potencial opresivo totalitario en la Ilustraci¨®n moderna europea. ?Hay mejor ejemplo de ello que el estalinismo? Mientras el fascismo estaba abiertamente en contra de la Ilustraci¨®n, el estalinismo constitu¨ªa una Ilustraci¨®n radical. No digo que el estalinismo fuera mejor que el nazismo, digo que hay en ¨¦l algo realmente enigm¨¢tico y desconocido. Un detalle revelador: los presos del Gulag ten¨ªan la obligaci¨®n de enviar a Stalin telegramas de felicitaci¨®n por su cumplea?os. ?Se imagina a los jud¨ªos de Auschwitz felicitando a Hitler? Por la misma raz¨®n, los nazis no organizaron juicios para que los jud¨ªos confesaran que participaban en una conspiraci¨®n mundial contra Alemania. Los estalinistas, en cambio, necesitaban confesiones y arrepentimientos, porque consideraban que incluso un traidor formaba parte de la raz¨®n universal y pod¨ªa ver su propia mentira.
P. El nazismo y el estalinismo desembocan igualmente en un antisemitismo brutal.
R. Es la modernidad. Hasta la Revoluci¨®n Francesa, el objetivo consist¨ªa en bautizar y cristianizar a los jud¨ªos. Se cre¨ªa en la emancipaci¨®n. Despu¨¦s decidimos que el problema radicaba en su naturaleza y por tanto s¨®lo cab¨ªa matarlos. Es curioso, los modernos creemos ser m¨¢s "liberales" que los premodernos y no es as¨ª.
P. Auschwitz es la gran tragedia de nuestra ¨¦poca.
R. S¨ª. Pero aquello no puede ser representado como una tragedia. ?Se ha fijado en que las mejores pel¨ªculas sobre el Holocausto son comedias? Cosas como La vida es bella u otra italiana, Siete bellezas...
Cuando las cosas son demasiado horribles hay que explicarlas en clave de comedia, porque la tragedia requiere dignidad. Y no hubo dignidad en Auschwitz, ni en los juicios del estalinismo. En Eslovenia, despu¨¦s de la guerra, tuvimos un juicio atroz, el llamado caso Dachau. Los supervivientes del campo de Dachau fueron detenidos y acusados de cooperar con los nazis, porque si hubieran sido buenos comunistas habr¨ªan muerto. Se les acus¨® de sobrevivir.
"La correcci¨®n pol¨ªtica es un racismo reprimido. Hay que re¨ªrse. ?Por qu¨¦ no podemos re¨ªrnos del islam?"
P. ?Hay dignidad en la guerra de Irak?
R. He escrito sobre ello en La tetera prestada
[que Losada publicar¨¢ en Espa?a en julio], utilizando un viejo adagio iraqu¨ª: un tipo se queja ante otro de que le ha devuelto rota la tetera que le prest¨®. El otro responde que nunca tom¨® prestada una tetera. Luego puntualiza que la devolvi¨® intacta. Y a?ade que, en cualquier caso, la tetera ya estaba rota cuanto la tom¨® prestada. Las justificaciones de Washington para la guerra de Irak son igualmente incongruentes. George Bush afirm¨® que Irak dispon¨ªa de armas de destrucci¨®n masiva. M¨¢s tarde, que aunque no tuviera esas armas cooperaba con Al Qaeda y constitu¨ªa una amenaza para el mundo. Al final argument¨® que Sadam Husein era un dictador terrible y que eso era raz¨®n suficiente para derrocarle. En realidad, las razones eran la extensi¨®n de la democracia, la demostraci¨®n de la hegemon¨ªa mundial de Estados Unidos y el control del petr¨®leo, argumentos incongruentes entre s¨ª que condenaban al fracaso la invasi¨®n.
P. Estados Unidos utiliza la tortura en su "guerra contra el terror".
R. Yo estoy en contra de la tortura, pero puedo comprender ciertas situaciones. Pong¨¢monos en el viejo caso de que tengo ante m¨ª a un tipo que sabe d¨®nde est¨¢ secuestrado mi hijo: no puedo prometer que no le torturar¨ªa personalmente hasta que me diera la informaci¨®n. Lo importante es mantener la distinci¨®n entre un caso desesperado y la legalizaci¨®n de la tortura. Todos sabemos que la CIA es experta en interrogatorios violentos y brutales, pero no debemos aceptar que se hable de ello como algo normal. Algo est¨¢ cambiando en la moralidad p¨²blica de Estados Unidos. El otro d¨ªa, en televisi¨®n, un congresista conservador hizo el siguiente razonamiento: nuestros prisioneros eran desde el principio "objetivos leg¨ªtimos" de guerra pero sobrevivieron a los bombardeos; por tanto, podemos hacer con ellos lo que queramos, ya que desde el principio ten¨ªamos el derecho a matarlos. Se ha puesto en marcha una "revoluci¨®n silenciosa", las reglas fundamentales de la ¨¦tica est¨¢n cambiando y nosotros no pedimos siquiera estar al corriente de ello. En eso estoy de acuerdo con Habermas.
P. Y Habermas est¨¢ bastante de acuerdo con el papa Benedicto XVI. Han escrito un libro a medias.
R. Estoy de acuerdo en el diagn¨®stico de Habermas, pero no en las soluciones que propone. Su actitud es puramente defensiva: no hagamos esto, no hagamos lo otro...
No podemos decir, como Habermas, que hay un l¨ªmite en la eugenesia y no debemos traspasarlo. Tenemos que reinventar la ¨¦tica. Hoy es posible implantar un chip en un rat¨®n y teledirigirlo. ?Se da cuenta? Obviamente, ser¨¢ posible hacer lo mismo con un ser humano.
P. Eso es crear un Golem.
R. Se plantea una cuesti¨®n filos¨®fica: ?c¨®mo experimentar¨¢ ese ser humano el control remoto? ?Tendr¨¢ consciencia de que le controla una fuerza exterior? ?Creer¨¢ ser ¨¦l mismo el emisor de las ¨®rdenes? Me inclino por la segunda hip¨®tesis: el ser humano teledirigido no se dar¨¢ cuenta de nada, se sentir¨¢ libre.
P. Jurgen Habermas propone una dr¨¢stica autolimitaci¨®n de la investigaci¨®n cient¨ªfica para no destruir la esencia del ser humano.
R. ?Y eso c¨®mo se hace? Es imposible. Si se pueden manipular los genes, se manipular¨¢n. Los chinos est¨¢n ya experimentando con el control remoto del cerebro. Eso espanta mucho a la gente religiosa. El otro d¨ªa particip¨¦ en Viena en una mesa redonda en la que hab¨ªa un par de obispos. Les pregunt¨¦ por qu¨¦ estaban en contra de la experimentaci¨®n farmacol¨®gica en el cerebro. "Porque el hombre es una criatura divina, con un alma divina, etc¨¦tera", me respondieron. Pero si no somos simples mecanismos biol¨®gicos, sino que tenemos un alma inmortal, nos pueden hacer lo que sea en el cerebro. Nos queda el alma, ?no? No, los obispos son secretamente materialistas y temen que, en realidad, s¨®lo seamos nuestro cerebro. Un obispo bastante listo coment¨® que el cerebro era un televisor y el alma un descodificador, necesarios el uno al otro. ?se fue un argumento inteligente, pero falso. Si un f¨¢rmaco puede hacerme m¨¢s valiente, m¨¢s l¨²cido, m¨¢s generoso, ?en qu¨¦ queda la ¨¦tica? Significa que somos s¨®lo qu¨ªmica. Entonces, ?somos libres? Yo creo que s¨ª. Pero si bloqueamos la experimentaci¨®n cient¨ªfica s¨®lo estamos manteniendo una ficci¨®n de libertad.
P. Usted cita en abundancia a Lenin y ha escrito un libro sobre ¨¦l.
R. Mucha gente discute sobre la escasa participaci¨®n de las mujeres en pol¨ªtica y sobre si conviene establecer cuotas. Zapatero no se entretuvo en debates e impuso las cuotas. Eso es leninismo: dej¨¦monos de esperar las condiciones objetivas, hag¨¢moslo y veamos si funciona. Acerca de mi posici¨®n pol¨ªtica, existe una cierta confusi¨®n. He escrito un libro sobre la actualidad del pensamiento leninista, pero lo que propongo es "repetir" el leninismo en el sentido que Walter Benjamin daba al t¨¦rmino "repetir". Eso supone reconocer que Lenin est¨¢ muerto. Carezco de soluciones, me declaro m¨¢s pesimista que los partidarios de las "terceras v¨ªas". Para m¨ª, Tony Blair es un gran traidor. La izquierda debe ser reinventada.
P. ?Se puede pensar en una izquierda al margen del capitalismo?
R. Hay quien considera que mi leninismo es una provocaci¨®n. Tambi¨¦n hay quien se r¨ªe del "fin de la historia" anunciado por Francis Fukuyama, pero todos actuamos como si Fukuyama tuviera raz¨®n, como si el capitalismo liberal fuera la culminaci¨®n del progreso. No estoy loco ni preconizo la fundaci¨®n de un nuevo partido revolucionario. S¨®lo propongo que mantengamos la mente abierta y no creamos que la tolerancia, el Estado de bienestar y las "terceras v¨ªas" constituyen valores supremos.
P. Respecto al capitalismo, ha demostrado una capacidad casi infinita para engullir a quienes le contradicen.
R. Cierto. Hemos vivido varias veces la "crisis final" del capitalismo. Para Marx fue el imperialismo, para Stalin fue el fascismo... El capitalismo siempre est¨¢ en crisis y cada vez es m¨¢s fuerte. Ahora hay bastantes que conf¨ªan secretamente en que una gran cat¨¢strofe ecol¨®gica acabe con el capitalismo. ?Al contrario! ?Se imagina las oportunidades de inversi¨®n y negocio que se abrir¨ªan con esa cat¨¢strofe?
P. ?Y el nacionalismo? Usted ha vivido de cerca la tragedia yugoslava.
R. En la antigua Yugoslavia circulaban muchos chistes pol¨ªticamente incorrectos, en los que los eslovenos eran siempre taca?os, los montenegrinos eran perezosos...
El intercambio de ofensas de apariencia racista era continuo. Y eso facilitaba la convivencia. La prueba es que los chistes desaparecieron con la guerra. S¨®lo qued¨® la correcci¨®n pol¨ªtica, que es un racismo reprimido. Hay que re¨ªrse. ?Por qu¨¦ no podemos re¨ªrnos del islam? A m¨ª me interesa la religi¨®n musulmana, porque tanto Ismael, hijo de Abraham y Agar y patriarca de los ¨¢rabes, como Mahoma eran hu¨¦rfanos, y eso ha conducido a una religi¨®n antipatriarcal. ?Sabe que hablar de Dios Padre es blasfemia en el islam? Deber¨ªamos dejar de afrontar el islam con la memez de la lente multiculturalista y tratar a los musulmanes aceptando con naturalidad que son distintos a nosotros. En el siglo XIX, una de las cr¨ªticas europeas al decadente Imperio Otomano era su "degeneraci¨®n multicultural". Y ahora ya ve.
P. Usted fue opositor a Slobodan Milosevic e incluso se present¨® como candidato en las elecciones presidenciales de 1990.
R. Slobodan Milosevic fue mi enemigo. Serbia ten¨ªa el mayor potencial democr¨¢tico de todas las rep¨²blicas yugoslavas, pero Milosevic ensambl¨® la antigua nomenklatura con los nacionalistas. Tito hab¨ªa puesto ya las bases de ese ensamblaje, porque en las ¨²ltimas purgas, las de principios de los setenta, persigui¨® a los dem¨®cratas y respet¨® a los nacionalistas. En cualquier caso, Milosevic acab¨® haciendo un gran favor a Eslovenia. S¨®lo un 20% o un 30% de los eslovenos quer¨ªan la independencia, pero bast¨® que apareciera ¨¦l para que todos entendi¨¦ramos que ese hombre iba a traer la guerra: su ambiente natural era la excepci¨®n, la crisis, la pulsi¨®n ultranacionalista. Nos escapamos de Yugoslavia en el ¨²ltimo minuto, cuando el ej¨¦rcito no hab¨ªa sido a¨²n depurado para convertirlo en serbio y Belgrado no estaba a¨²n seguro de la fidelidad de los mandos intermedios. Eslovenia tuvo suerte.
P. ?Qu¨¦ pens¨® cuando la OTAN bombarde¨® a los serbios?
R. Pens¨¦ en el horror que deb¨ªan sentir mis amigos de la izquierda europea. Y pens¨¦ en que eso deb¨ªa haberse hecho mucho antes, porque se habr¨ªa evitado mucha muerte. Los que piensan que hubo una conspiraci¨®n imperialista para destruir Yugoslavia se equivocan totalmente. Yugoslavia ya estaba muerta cuando Milosevic lleg¨® al poder. Su m¨¦rito consisti¨®, precisamente, en analizar de forma correcta la situaci¨®n: Tito ya no exist¨ªa y su f¨®rmula yugoslava estaba acabada. Fue el primer pol¨ªtico yugoslavo en comprenderlo.
BIBLIOGRAFIA
Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. Debate.
Arriesgar lo imposible. Conversaciones. Trotta.
El t¨ªtere y el enano. El n¨²cleo perverso del cristianismo. Paid¨®s.
Bienvenidos al desierto de lo real. Akal.
Repetir Lenin. Akal.
Amor sin piedad. S¨ªntesis.
El fr¨¢gil absoluto o ?por qu¨¦ merece la pena luchar por el legado cristiano? Pre-Textos.
?Qui¨¦n dijo totalitarismo? Pre-Textos.
La pol¨ªtica de la diferencia sexual. Episteme.
Violencia en acto. Paid¨®s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.