Petirrojo
El petirrojo pasa los veranos en el norte de Europa donde las costumbres de este p¨¢jaro son absolutamente respetadas: entra en las cocinas de las casas y los padres, los ni?os, los perros y los gatos lo aceptan como uno m¨¢s de la familia. El petirrojo no es un p¨¢jaro audaz, sino simplemente confiado, porque despu¨¦s de veranear durante siglos en Escandinavia, en Holanda o en Inglaterra lleva esta coexistencia pac¨ªfica codificada en su cerebro, pese a que ¨¦ste es del tama?o de un cacahuete. Cuando comienza el fr¨ªo en Europa el petirrojo viene a invernar a Espa?a y aqu¨ª trata de seguir practicando las mismas reglas que ha aprendido en aquella refinada escuela de verano. Una ma?ana de noviembre se presenta en el alfeizar de la ventana y, sin pensarlo dos veces, da una ligera revolada y se posa en una mesa para picotear las migas que han quedado del desayuno. A peque?os saltos conquista despu¨¦s el interior de la cocina hasta llegar al fregadero. Un gato espa?ol no es ni de lejos un gato de Escandinavia. Mientras el petirrojo va saltando de ac¨¢ para all¨¢, el gato espa?ol, adormilado en un rinc¨®n, se despierta y en el primer momento no da cr¨¦dito a lo que ven sus ojos. ?C¨®mo es posible, parece pensar, que este insensato se meta en mis dominios sin saber el peligro que corre?. El gato se relame, se acerca muy despacio por detr¨¢s, da un zarpazo y se come al p¨¢jaro. Puede suceder que al due?o de la casa le gusten tambi¨¦n los pajaritos fritos: en este caso entre ¨¦l y el gato se establece una dura competencia por ver quien se lo zampa primero. Si esta lecci¨®n de ornitolog¨ªa se aplicara a la pol¨ªtica espa?ola actual, sin duda, el petirrojo audaz ser¨ªa Rodr¨ªguez Zapatero, que se ha metido hasta el fondo en la cocina del poder, creyendose firmemente su papel de dem¨®crata aprendido de sus antepasados republicanos. Otros pol¨ªticos socialistas en el subconsciente cre¨ªan que hab¨ªan llegado a la Moncloa por un favor pasajero de la derecha; en cambio Zapatero es el primero que gobierna desde la izquierda sin complejo de okupa e incluso puede suceder que en esta vez el petirrojo se coma al gato. Una pol¨ªtica progresista ejecutada con plena convicci¨®n podr¨ªa convertir en poco tiempo en una antigualla a esos pol¨ªticos de la derecha agreste, que s¨®lo dan zarpazos y mientras el petirrojo los evita dando peque?os saltos en la cocina, dentro de unos a?os, al volver la vista a atr¨¢s, tal vez se vea lo lejos y antiguos que han quedado Rajoy y Aznar, sentados en la moqueta sin quitarse la corbata.
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