Un futuro con hijos del Athletic
El guineano Sali¨² Djalo reside en Bilbao desde 2001, ha trabajado en la construcci¨®n y da clases de baile africano y percusi¨®n
Sali¨² Djalo lleg¨® a Bilbao desde Guinea-Bissau tras la pista de su hermano en 2001. Antes, sus pesquisas le hab¨ªan llevado a Lisboa, en avi¨®n y con visado de turista, y all¨ª alguien le inform¨® de que en la capital vizca¨ªna hab¨ªa una persona con el nombre y apellido que buscaba. La suerte quiso que, cuando Sali¨² se ape¨® de un taxi en la calle San Francisco, la persona que estaba en ese momento frente a ¨¦l se llamaba igual que su hermano. Pero no lo era. Pronto se enter¨® de que, efectivamente su hermano hab¨ªa estado en Bilbao, pero se hab¨ªa marchado. Mientras, Sali¨² encontr¨® acomodo en una pensi¨®n y el due?o de ¨¦sta le ayud¨® a encontrar trabajo como pe¨®n en la construcci¨®n. "De Bilbao no sab¨ªa nada, ni d¨®nde estaba. La primera vez que o¨ª nombrar la ciudad fue cuando me dijeron que podr¨ªa estar aqu¨ª mi hermano", comenta.
Djalo es el primer hijo de la segunda mujer de su padre, un comerciante de Guinea-Bissau que transportaba mercanc¨ªas a Senegal y a su vez llevaba de vuelta otros bienes que se precisaban en su pa¨ªs. Ten¨ªa cuatro mujeres. Con la segunda, la madre de Djalo, tuvo cuatro hijos. "Las costumbres son distintas en mi pa¨ªs", dice Saliu encogiendo los hombros. Su padre muri¨® "muy mayor", con 52 a?os. Saliu vuelve a encogerse de hombros: "La esperanza de vida en mi pa¨ªs ronda los 55 a?os", explica.
Una persona con suerte
Ya lleva casi cinco a?os en Bilbao y comparte piso con otros cuatro j¨®venes. Ha estado trabajando en la construcci¨®n, un trabajo que le gusta porque "se gana dinero". Pero desde el proceso de regularizaci¨®n de inmigrantes ya no le cojen porque no tiene "papeles". No pudo conseguirlos, le falt¨® el contrato de trabajo. Recibe el salario de inserci¨®n social y se desespera por conseguir el permiso de residencia. Sin embargo, asegura que es una persona con suerte.
"He tenido mucha suerte con la gente que me he encontrado en Bilbao. Todos han sido muy buenos conmigo. Por eso s¨¦ que me quiero quedar aqu¨ª. No es posible que pueda tener tan buena suerte otra vez. Este es mi sitio", dice convencido. Quiz¨¢ a ese amor por Bilbao le ayude haber encontrado pareja. Hace ya dos a?os que sale con una chica bilba¨ªna y el D¨ªa del Padre, cuenta, los padres de ella le invitaron ya a comer.
La conoci¨® dando clases de baile africano, otra de las actividades profesionales a la que se dedica. Tambi¨¦n ense?a percusi¨®n y ha formado un grupo musical con otras cuatro personas, Calabaza Grande, con los que ha actuado ya en muchos lugares de Euskadi, incluso en el escenario del Palacio Euskalduna, dentro de un espect¨¢culo po¨¦tico-musical. "En ?frica todo el mundo sabe tocar instrumentos. La m¨²sica y el baile son la mayor diversi¨®n de los ni?os. Los de aqu¨ª tienen videojuegos; all¨ª, el baile es el juego", indica, y a?ade: "Me gustar¨ªa aprender un aurresku".
Djalo habla pausadamente y con voz dulce, sonr¨ªe a menudo y se siente c¨®modo en Bilbao. Sin embargo, a menudo siente el rechazo por el color de su piel. "Es normal, soy negro y este es un pa¨ªs de blancos. Lo mismo le pasar¨ªa a un blanco en mi pa¨ªs", disculpa. Pero narra un episodio en una discoteca de la capital vizca¨ªna, donde recientemente no le dejaron entrar por el color de su piel: "Ni negros ni marroqu¨ªes", le dijeron. Los denunci¨®. Mira con confianza hacia adelante: "Quiero algo bueno para mi y s¨¦ c¨®mo conseguirlo: haciendo m¨²sica, hablando con la gente, integr¨¢ndome". No le cuesta imaginarse en el futuro "con hijos bilba¨ªnos y del Athletic".
?Y qu¨¦ fue del hermano que vino a buscar? Los amigos de Lisboa le escribieron a Cuba, donde se encontraba, cont¨¢ndole que Sali¨² le buscaba. Ahora reside tabi¨¦n en Bilbao.
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