La larga evoluci¨®n de la sanguijuela
El estudio de los gusanos que se alimentan de sangre indica una compleja adaptaci¨®n
El tarro lleno de sanguijuelas se halla sobre una mesa del despacho de Mark Siddall en el American Museum of Natural History. Las sanguijuelas, cada una de 2,5 cent¨ªmetros de longitud y cubiertas de lunares naranjas, nadan lentamente en el agua. Una sanguijuela en particular llama la atenci¨®n de Siddall. De repente, ha empezado a ondularse arriba y abajo describiendo elegantes curvas y haciendo que resbale el agua por su cuerpo para que su piel pueda captar m¨¢s ox¨ªgeno. "Es hermosa, m¨ªrela", dice Siddall. "Es una conducta muy compleja. Adem¨¢s de ¨¦ste, los ¨²nicos animales que nadan seg¨²n un patr¨®n vertical y ondulante son las ballenas y las focas".
Para Siddall, las sanguijuelas son un motivo de orgullo, obsesi¨®n y fascinaci¨®n. Las paredes est¨¢n cubiertas de carteles y fotograf¨ªas de sanguijuelas. Su laboratorio est¨¢ plagado de tarros llenos de sanguijuelas que ha recogido en algunos de los lugares m¨¢s peligrosos del mundo. Considera que los riesgos valen la pena, ya que ahora puede reconstruir la historia evolutiva de estos animales: c¨®mo hace cientos de millones de a?os, un gusano corriente dio lugar a las sofisticadas sanguijuelas que se extendieron por todo el planeta.
La sanguijuela medicinal europea se exporta a EE UU para usos m¨¦dicos
El suyo no fue un caso de amor a primera vista. Cuando era un ni?o criado en Canad¨¢, a Siddall le repugnaban las sanguijuelas que le atacaban cuando iba a nadar a las charcas del bosque. Empez¨® a sentir curiosidad por su biolog¨ªa cuando era estudiante de la Universidad de Toronto, donde comenz¨® a interesarse por c¨®mo las sanguijuelas propagan par¨¢sitos entre ranas y peces. Nadie sab¨ªa si los par¨¢sitos que portaban las sanguijuelas pod¨ªan saltar de una especie a otra o si sus elecciones estaban limitadas. El saberlo exig¨ªa conocer c¨®mo se relacionan unas sanguijuelas con otras, algo que, seg¨²n descubri¨® Siddall, era una inc¨®gnita sin resolver.
A finales de los a?os noventa, los cient¨ªficos estaban desarrollando m¨¦todos que pod¨ªan arrojar luz sobre la evoluci¨®n de las sanguijuelas, como las secuencias de ADN animal y los programas inform¨¢ticos que pod¨ªan utilizar dichas secuencias para reconstruir ¨¢rboles evolutivos. Cuando Siddall se incorpor¨® al museo en 1999, la evoluci¨®n de las sanguijuelas se hab¨ªa convertido en su principal obsesi¨®n. S¨®lo que hab¨ªa una pega: para trazar el ¨¢rbol completo, Siddall deb¨ªa de obtener especies de todas sus ramas principales. Ello exig¨ªa una serie de expediciones a lugares como Sur¨¢frica, Madagascar, Guayana francesa, Bolivia, Chile y Argentina.
"A las sanguijuelas no se les pueden poner trampas", se?ala Siddall. "El cebo siempre somos nosotros. Puedes dar la vuelta a rocas o ramas pero, al final, las cosas interesantes se dirigir¨¢n hacia ti". El convertirse en cebo est¨¢ teniendo su recompensa. La investigaci¨®n de Siddall ha demostrado que los antepasados de las sanguijuelas probablemente fueran gusanos de agua dulce que se alimentaban inofensivamente de peces o crust¨¢ceos en la superficie, como hacen los parientes vivos m¨¢s cercanos de las sanguijuelas. El ADN de estos gusanos no s¨®lo es m¨¢s parecido al de la sanguijuela que el de cualquier otro animal, sino que desarrollan la misma ventosa en la base de la cola que utilizan las sanguijuelas para arrastrarse.
El ¨¢rbol evolutivo de las sanguijuelas indica que los vertebrados terrestres m¨¢s antiguos podr¨ªan haber sido sus primeros hu¨¦spedes. Siddall ha identificado varias innovaciones importantes que desarrollaron las primeras sanguijuelas mientras se convert¨ªan en hem¨®fagos. Adquirieron una ventosa con la que pod¨ªan penetrar en sus hu¨¦spedes para beber sangre. M¨¢s tarde, algunas sanguijuelas desarrollaron un grupo de tres mand¨ªbulas para raspar la piel. Tambi¨¦n necesitaban componentes qu¨ªmicos que pudieran mantener clara la sangre de modo que no se les coagulara en el cuerpo. Las sanguijuelas han desarrollado muchas mol¨¦culas distintas para esa labor que afectan a diferentes fases de la coagulaci¨®n, junto con otras mol¨¦culas que impiden la inflamaci¨®n. Las empresas farmac¨¦uticas han aislado algunas de esas mol¨¦culas y las venden como anticoagulantes.
La sangre es una buena fuente de energ¨ªa, pero no constituye una dieta equilibrada. Los mosquitos y otros hem¨®fagos han desarrollado una simbiosis con bacterias que pueden fabricar vitaminas y amino¨¢cidos necesarios para la vida. Las sanguijuelas parecen haber establecido sus propias asociaciones, e incluso crean c¨¢maras especiales en la garganta donde pueden habitar las bacterias. Es especialmente dif¨ªcil estudiar estas ¨²ltimas, ya que los cient¨ªficos deben encontrar sanguijuelas con grandes ¨®rganos de alojamiento de bacterias para diseccionarlas. Resulta que algunas de las m¨¢s grandes se encuentran en una especie que vive en el extremo posterior del hipop¨®tamo. Aunque ¨¦l no tuvo suerte en recolectar ninguna directamente cuando viaj¨® a Sur¨¢frica y se acerc¨® a los hipop¨®tamos, un guardabosque record¨® que uno de estos animales hab¨ªa sido abatido tras entrar en unos jardines y le envi¨® una sanguijuela del trasero del hipop¨®tamo. "Result¨® que conten¨ªa un linaje de bacterias completamente ¨²nico", explica Siddall.
Despu¨¦s de que las sanguijuelas originales perfeccionaran el equipamiento b¨¢sico para alimentarse de sangre, se trasladaron a nuevos h¨¢bitats. La investigaci¨®n de Siddall indica que primero evolucionaron en agua dulce y luego pasaron al oc¨¦ano y a terrenos secos. Las sanguijuelas terrestres se volvieron especialmente adeptas a tender emboscadas a los hu¨¦spedes, utilizando sus agudos sentidos para detectar el di¨®xido de carbono y el calor. Tienen 10 ocelos en la cabeza que pueden utilizar para detectar objetos en movimiento. "Poseen una visi¨®n incre¨ªble", se?ala Siddall. "Si pasas la mano por su campo de visi¨®n, siguen el movimiento".
Durante los ¨²ltimos a?os, Siddall ha estado realizando un cuidadoso estudio sobre las sanguijuelas medicinales de Norteam¨¦rica, averiguando qu¨¦ genes revelan mejor las variaciones entre distintas poblaciones de sanguijuelas. Resulta que, en realidad, algunos grupos podr¨ªan representar especies totalmente nuevas. "Creemos haber hallado una nueva especie en el Harriman State Park de Nueva York", se?ala. Pero la mayor sorpresa lleg¨® cuando Siddall aplic¨® las nuevas t¨¦cnicas al ejemplar m¨¢s conocido de todos, la sanguijuela medicinal europea o Hirudo medicinalis.
En la antigua Roma, los m¨¦dicos utilizaban esa especie para sangrar a los pacientes y tratar afecciones como los dolores de cabeza y la obesidad. La tradici¨®n prosigui¨® durante 2.000 a?os. En la d¨¦cada de 1860, los hospitales londinenses utilizaban cada a?o millones de sanguijuelas medicinales. Aunque los m¨¦dicos ya no sangran a sus pacientes, la Hirudo medicinalis ha gozado de un renacimiento. Los cirujanos que reimplantan dedos y orejas han observado que los pacientes se curan m¨¢s r¨¢pidamente con la ayuda de estos animales. Al chupar la sangre e inyectar anticoagulantes, las sanguijuelas aumentan el riego a trav¨¦s de los vasos sangu¨ªneos que se han vuelto a conectar.
En 2004, el organismo estadounidense que autoriza los alimentos y medicamentos (FDA, siglas en ingl¨¦s), aprob¨® la Hirudo medicinalis como recurso m¨¦dico, y varias empresas est¨¢n haciendo un gran negocio import¨¢ndolas a Estados Unidos desde Europa. Trabajando con Peter Trontelj en la Universidad de Liubliana, Eslovenia, Siddall empez¨® a recoger sanguijuelas de toda Europa y a encargarlas a empresas de suministro. Cuando analizaron el ADN de la sanguijuela, se llevaron una gran sorpresa. "La sanguijuela medicinal europea no es una especie ¨²nica en absoluto", se?ala Siddall. "Son como m¨ªnimo tres".
Siddall y Trontelj intentan determinar las variedades de las tres especies y sus diferencias. Espera que su descubrimiento provoque cambios en las normativas de la FDA. Y lo que es m¨¢s importante, espera generar atenci¨®n para la dif¨ªcil situaci¨®n de las sanguijuelas europeas. La excesiva captura y la destrucci¨®n de h¨¢bitats han reducido dr¨¢sticamente sus cifras. "La situaci¨®n de la aut¨¦ntica sanguijuela medicinal europea podr¨ªa ser mucho m¨¢s funesta de lo que pens¨¢bamos", afirma Siddall.
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