Mar¨ªa Jos¨¦ Garc¨ªa Barrachina, psiquiatra
Era experta en conductas adictivas
Una fatal coincidencia ha llevado a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos dos noticias relacionadas con la asistencia psiqui¨¢trica: la tr¨¢gica muerte de cinco discapacitados ps¨ªquicos durante el incendio ocurrido en la residencia de Massamagrell que los alojaba y el fallecimiento de la doctora Mar¨ªa Jos¨¦ Garc¨ªa Barrachina (Valencia, 1961), que esa misma ma?ana recib¨ªa una emotiva despedida. Del grave siniestro habremos de ocuparnos en los pr¨®ximos d¨ªas, exigiendo responsabilidades -una vez m¨¢s- a la Administraci¨®n que permite la ilegalidad de estos albergues clandestinos, donde los enfermos mentales son sometidos a una marginaci¨®n sobrea?adida en manos de personal no cualificado, que recuerda los peores modos de la reclusi¨®n tradicional en manicomios y asilos.
Pero hoy nos toca recordar a Pepa Barrachina, que quiz¨¢ no habr¨ªa visto nada mal que sus cenizas ascendieran hasta el cielo junto a las de los enfermos por los que siempre se esmer¨®. Su entereza no se quebr¨® ni con la cruel enfermedad que se la lleva y a¨²n fue capaz de transmitirnos aliento en los momentos m¨¢s dif¨ªciles, en los que sobraban las palabras y las quejas. Estremece todav¨ªa el eco de su ¨²ltimo mensaje le¨ªdo durante la ceremonia, donde nos hac¨ªa saber que, all¨¢ o aqu¨ª, vamos a seguir juntos por el mismo camino.
Porque ella era as¨ª, entusiasta en el trabajo y en la vida; disfrutaba del cine, la literatura y la naturaleza y se emocionaba con la ¨®pera o los placeres de la buena mesa. Se entregaba a sus pacientes sin dar por perdido ning¨²n caso y se aprestaba a compartir su sabidur¨ªa con los compa?eros, que siempre terminaban en su n¨®mina de amigos.
Tanto en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia como en el Hospital psiqui¨¢trico de B¨¦tera, donde se form¨®, o en su puesto de Torrent, desde el Centro de Salud Mental o el Dispensario de Alcoholismo y Toxicoman¨ªas, as¨ª como en el Hospital General, se hizo querer por todos, profesionales y usuarios, que hoy lamentan su ausencia.
La variada representaci¨®n de todas las orientaciones y tendencias de nuestra disciplina que participaban en su masiva despedida es la mejor prueba de la calidad humana que atesoraba, como conocen de cerca los familiares que lloran su p¨¦rdida. Fue un d¨ªa triste para la psiquiatr¨ªa valenciana, en el que un eclipse de sol recorri¨® el planeta sin haber podido borrar la luz de su sonrisa contagiosa, ni la intensidad de los ojos azules de nuestra querida Pepa.
C¨¢ndido Polo es psiquiatra.
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