Todos los caminos llevan al refer¨¦ndum
Hace unos d¨ªas, en un debate radiof¨®nico, el representante del Partido Popular confesaba con modestia, haci¨¦ndose generosamente portavoz de los ciudadanos, que no entend¨ªa nada de las discusiones, de los compromisos de pasillo y de las votaciones en la Comisi¨®n Constitucional sobre el Estatuto, una comisi¨®n en que el monopolio de la coherencia lo ten¨ªa su partido, instalado en el no ante las votaciones diversificadas de los representantes de los dem¨¢s partidos. No le faltaba cierta raz¨®n al portavoz del Partido Popular al interpretar como desconcierto un estado de opini¨®n social que se mueve en el espacio informativo entre la creciente exasperaci¨®n de los extremos y los intentos de taponar los diversos frentes hemorr¨¢gicos con equilibrios homeost¨¢ticos confeccionados, demasiadas veces, con un improvisado ovillo de contradicciones. Esta parte de la confesi¨®n del portavoz del Partido Popular acertaba y pon¨ªa el dedo en la llaga. Lo que es m¨¢s dif¨ªcil de creer es que, dada su condici¨®n de observador pol¨ªtico privilegiado, fuera ¨¦l quien "no entend¨ªa nada", a no ser que quisiera dar una medida de su propia capacidad para comprender la compleja situaci¨®n del debate. Y es que desde el interior del entramado pol¨ªtico el laberinto puede ser razonablemente analizado si no se tiene la intenci¨®n de contribuir a aumentar la confusi¨®n.
La convocatoria del refer¨¦ndum dar¨¢ la ¨²ltima palabra al pueblo de Catalu?a
Empecemos por la diferencia global entre el brindis con cava (nadie, por fidelidad nacional, ha filtrado el nombre del celler escogido) del 30 de septiembre en el Parlament y los litros de agua sin gas consumidos en el Congreso de la Carrera de San Jer¨®nimo, donde sus se?or¨ªas han ido aprendiendo fatigosamente lo que el sentido com¨²n convirti¨® en sabia sentencia en boca del torero: "Lo que no puede ser no puede ser y, adem¨¢s, es imposible".
En este contexto, es m¨¢s f¨¢cil comprender -que no digo justificar, pero s¨ª respetar como leg¨ªtimas- las diversas singladuras que han recorrido los distintos partidos parlamentarios. Comencemos por recordar las prepotentes exigencias maximalistas de Converg¨¨ncia -obs¨¦rvese que no escribo CiU- para alcanzar el acuerdo final en el Parlament, junto a las concesiones de Esquerra Republicana, los intentos del PSC de acoger a todos los protagonistas bajo su ala protectora, el meritorio esfuerzo de ICV por derrochar generosamente sentido com¨²n y el prudente distanciamiento del PP que representa Josep Piqu¨¦. La celebraci¨®n del final feliz de la etapa catalana ven¨ªa a mitigar el descenso en ventas de la exquisita producci¨®n de nuestros esforzados productores de cava.
Pero hab¨ªa un pero: no est¨¢bamos ante un proyecto de ley que terminaba su camino en el parque de la Ciutadella, sino que, por su car¨¢cter de org¨¢nica, iniciaba un recorrido que obligaba a asumir instucionalmente que somos una parte de Espa?a, un hecho que no pueden obviar ni los que saben escribir en un aceptable ingl¨¦s -lengua que por cierto tiene una larga historia de imposici¨®n colonial- que "Catalunya is not Spain".
No es extra?o que, dado su h¨¢bil historial pragm¨¢tico, fuese Converg¨¨ncia la que, haciendo suya la sentencia del torero sin necesidad de traducirla al catal¨¢n, la convirti¨® en positiva y en la reuni¨®n de Mas con Rodr¨ªguez Zapatero convino que "lo que puede ser puede ser y, adem¨¢s, es posible", configurando una nueva situaci¨®n real que descolocaba inicialmente al resto de las fuerzas catalanas, y no descolocaba al Partido Popular de Rajoy, Zaplana y Acebes porque desde que perdieron la elecciones tienen puesto el piloto autom¨¢tico que les dej¨® instalado Aznar. El primero en resituarse fue ICV, que consider¨® que se hab¨ªa creado una nueva situaci¨®n en la que se deb¨ªan defender las posibilidades reales de dar pasos adelante en el reconocimiento nacional de Catalu?a. El PSC acept¨® esta nueva situaci¨®n con dos sensibilidades distintas, la del presidente Maragall, obligado a defender a su Gobierno tripartito, actitud que era a la vez una forma de defenderse a s¨ª mismo, y la de los l¨ªderes de su partido que, les gustase o no, entend¨ªan que Rodr¨ªguez Zapatero -en sentido figurado, claro- hab¨ªa matado dos p¨¢jaros de un tiro. En el nuevo contexto, el peor papel quedaba atribuido a Esquerra Republicana, que despu¨¦s de verse descalificada en los debates del Parlament, defendiendo las posiciones del tripartito frente a los ataques soberanistas de Converg¨¨encia, se ve¨ªa ahora expulsada de la fotograf¨ªa hiperrealistsa de Mas junto a Zapatero.
El escenario pol¨ªtico se configuraba como un espacio que ambos personajes iban a protagonizar a expensas de invocar el pragmatismo. Aqu¨ª, cuando menos hasta ahora, ERC no ha conseguido resituarse y se ha parapetado tras su propio piloto autom¨¢tico, lo que parad¨®jicamente la ha llevado a coincidir repetidamente con el voto del PP, olvidando que la coherencia de los principios son los cimientos s¨®lidos en los que se asientan los pies para hacer pol¨ªtica, pero que, sin perderlos de vista, nunca se puede olvidar que los resultados siempre son fruto de la correlaci¨®n de fuerzas y de la habilidad de moverse en ella, y no de declaraciones provocadoramente escandalosas.
Y es que en este caso, adem¨¢s, al final del camino del proceso legislativo est¨¢ la convocatoria del refer¨¦ndum que dar¨¢ la ¨²ltima palabra al pueblo de Catalu?a, y existe el peligro de que la divisi¨®n, los intereses personales o de partido, una interpretaci¨®n dogm¨¢tica de la fidelidad a los principios o el cansancio producido por la excesiva prolongaci¨®n del proceso configuren un panorama de desaliento social que conduzca a unos resultados en el refer¨¦ndum que dejen debilitado el autogobierno de Catalu?a, as¨ª como cuestionada la credibilidad de todos los protagonistas, y, lo que es peor, sin que se vislumbre en el horizonte ni la fuerza unitaria suficiente ni la capacidad pol¨ªtica para ofrecer una alternativa veros¨ªmil. Tal vez ser¨ªa bueno sopesar con urgencia las hipot¨¦ticas influencias y las diversas responsabilidades que nos puedan corresponder a todos en el resultado final del refer¨¦ndum.
Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz es ex vicepresidente del Parlamento Europeo.
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