Refrigeradores-arte
LO QUE EMPEZ? como un simple divertimento entre dos amigos una tarde cubana de descarga ha acabado convirti¨¦ndose en una de las exposiciones principales de la Novena Bienal de La Habana y, probablemente, la que m¨¢s expectativas ha levantado. Manual de Instrucci¨®n re¨²ne 51 refrigeradores norteamericanos anteriores a 1959 intervenidos por 55 artistas cubanos, entre ellos, destacados pintores y escultores como Roberto Fabelo, Nelson Dom¨ªnguez, Ernesto Garc¨ªa Pe?a, Roberto Diago, Alexis Leyva (KCHO), Ever Fonseca, Ernesto Ranca?o, Flora Fong, Eduardo Roca (Choco), Zaida del R¨ªo y Agust¨ªn Bejarano.
Algunos han querido que estos viejos electrodom¨¦sticos fueran simples soportes de su pintura m¨¢s reconocible. Otros los han transformado en caja fuerte, en confesionario, en caballo de Troya, en muro del malec¨®n, en ata¨²d o en librero de barricada.
Manual de Instrucci¨®n naci¨® en casa de Mario Gonz¨¢lez, Mayito, cuando una tarde al pintor Roberto Fabelo se le ocurri¨® decorar su humilde refrigerador socialista con algunos de sus "retratos locos". Despu¨¦s de varias sesiones, el fr¨ªo estaba terminado pero Mayito se qued¨® enganchado a la idea y decidi¨® intentar convertirla en un proyecto serio. Primero se dio a la tarea de conseguir unos pocos refrigeradores norteamericanos en desuso, e invit¨® a varios artistas pl¨¢sticos a trabajar en ellos. Durante un a?o, el lugar se transform¨® en taller y junto a los artistas empezaron a trabajar t¨¦cnicos en refrigeraci¨®n y chapistas, pues una de las condiciones del proyecto es que las neveras funcionen. Los ¨²ltimos a quienes Mayito invit¨® a sumarse, hace unas semanas, fueron el documentalista Roberto Chile y el actor Jorge Perugorr¨ªa, quien pinta hace tiempo.
En medio de esta vor¨¢gine creativa, Fidel Castro en un discurso acus¨® a los viejos refrigeradores yanquis de "devoradores energ¨¦ticos" que arruinaban la econom¨ªa del pa¨ªs, anunciando que ser¨ªan cambiados a la poblaci¨®n por nuevos equipos, con ayuda del Estado. De pronto nadie quer¨ªa desprenderse de su viejo refrigerador ni venderlo a precios razonables, pero Manual de Instrucci¨®n sigui¨® adelante.
Ya navegando a contracorriente, surgi¨® el dilema de d¨®nde exponer las obras. Al tratar la Novena Bienal sobre las din¨¢micas de la cultura urbana, se pens¨® al principio en exhibirlos en plena calle, en los Altos de Bel¨¦n. Pero ya la muestra hab¨ªa adquirido peso espec¨ªfico y hab¨ªa generado expectativas demasiado grandes, por lo que finalmente los organizadores de la bienal le ofrecieron un espacio privilegiado, el Convento de Santa Clara, sede del Centro Nacional de Restauraci¨®n y Museolog¨ªa.
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