Muerte por controlar Alzira
El poder en el territorio local y la custodia de un ni?o son las causas de la tragedia que acab¨® con cuatro muertos y cinco heridos
"Una miajica de aqu¨ª, una miajica de all¨¢, todo se junta y la cosa explot¨®", comenta alguien que conoce el ambiente de las familias que protagonizaron el tiroteo en Alzira el jueves que acab¨® con cuatro muertos y cinco heridos. Fuentes cercanas a la investigaci¨®n policial indican que rivalidades relacionadas con el control territorial del tr¨¢fico de droga y el robo de bancos en Alzira determinaron el ataque. Todo ello contaminado por rencillas derivadas de relaciones personales. Como la que empareja a un miembro de la familia atacada con una chica de la atacante, y su posterior fuga del hogar. Se dice que los padres de la mujer fueron a hablar con los del hombre. Y que ah¨ª, por los nietos, comenz¨® el tr¨¢gico enfrentamiento.
En el barrio de L'Alquerieta del pueblo de Alzira, Rosi, ayudada por otras dos mujeres, no se tiene en pie. Ha perdido a su padre, Luis, de 37 a?os, a su t¨ªo Jos¨¦, de 53 a?os, a sus primos Isidro, de 26 a?os, y Ram¨®n, de 22. Su t¨ªa Juana se debate entre la vida y la muerte en el hospital de La Ribera. A los hombres se les oye una letan¨ªa. "No tenemos prisa. Padres, hijos o nietos pagar¨¢n, morir¨¢n por este crimen".
Fue el pasado jueves cuando cuatro miembros de una misma familia de etnia gitana fueron asesinados por entre diez y quince personas armadas de otra familia. Luis y Antonio, primos de Ram¨®n, uno de los asesinados, tienen tambi¨¦n una versi¨®n del porqu¨¦: "El Ram¨®n estaba en el parque el mi¨¦rcoles y les dijo a dos gitanas, la Loli y la Miriam, que si iban a terminar pronto de hablar por tel¨¦fono en la cabina. Y la Loli, que es una chulita, le peg¨® al Ram¨®n con el tel¨¦fono, y ¨¦l le dio un tortazo". "Y luego", contin¨²a, "Ram¨®n, por la noche fue con sus padres, que los llamamos los kunf¨², a pedirles perd¨®n a las gitanas, que eran de la familia manigua. Al final, los manigua vinieron a matarlos a todos".
Pese a que un hijo y la nuera de dos de los muertos est¨¢n en prisi¨®n, y que miembros de las dos familias tienen antecedentes, Luis y Antonio dicen que no hay ninguna custodia que enfrente a las familias y que los Moreno (los kunf¨²) no trafican con drogas. Pero la polic¨ªa mantiene un enorme control sobre Alzira, y los familiares de los agresores han desaparecido del pueblo. Esa vigilancia no es eterna, y miembros de los Moreno han vaticinado venganza sin fecha.
El funeral se ha aplazado hasta ma?ana. El titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Alzira acord¨® anoche el ingreso en prisi¨®n comunicada y sin fianza para tres de los cinco detenidos que ayer pasaron a disposici¨®n judicial. Otras dos imputadas quedaron en libertad provisional con la obligaci¨®n de comparecer en la oficina judicial los d¨ªas 1 y 15 de cada mes. A todos ellos se les imputan cuatro delitos de homicidio, un delito de homicidio intentado y un delito de tenencia il¨ªcita de armas. Est¨¢ previsto que hoy, a las once, el juez tome declaraci¨®n al sexto detenido, que permanece bajo custodia policial en el Hospital General de Valencia, informa Xavier Espanya.
En Sevilla, en Elche, en diversos sitios de Espa?a, los altercados relacionados con familias de origen gitano hundidas en marginalidad relampaguean en los ¨²ltimos tiempos. Hasta la religi¨®n evangelista, com¨²n entre gitanos, proh¨ªbe expl¨ªcitamente las venganzas. Pero es como si la inserci¨®n en las estructuras sociales que, de manera paulatina, lleva a cabo el grueso de esta etnia, dejara restos muy dolorosos. "Hay una ausencia de control sobre los grupos excluidos y sus situaciones", opina Trinidad Mu?oz, gitana y antrop¨®loga, "no se interviene sobre ellos ni de manera preventiva o socializadora, ni policial o jur¨ªdica". "Hablamos de grupos muy cerrados, al margen de todo proceso de reinvenci¨®n y adaptaci¨®n, algo que s¨ª ha hecho la mayor¨ªa del colectivo, y de los que no se habla hasta que no pasa algo muy malo".
La cuesti¨®n es si forma parte, como se sugiere no pocas veces, de los c¨®digos y de relaciones culturales esenciales de los gitanos. "No, pero hay que explicarlo", afirma Juan Roige, vicepresidente de la Federaci¨®n de Asociaciones Gitanas de la Comunidad Valenciana (FAGA). "Cien a?os atr¨¢s, incluso cincuenta, todos los gitanos ¨¦ramos proscritos, se nos met¨ªa en la c¨¢rcel s¨®lo por existir, deb¨ªamos apa?arnos como pod¨ªamos para impartir justicia, para lo que fuera. Mantuvimos costumbres grupales que para la sociedad mayoritaria ya eran de otros tiempos". No obstante, "no ten¨ªan demasiado que ver con toda esta violencia, la gente m¨¢s mayor dirim¨ªa las cuestiones del resto, el que perd¨ªa era desterrado, para evitar odios o muertes".
A medida que los gitanos dejaron el campo y la itinerancia y se vincularon a la sedentarizaci¨®n y a la venta ambulante, se apartaron de los vestigios de conducta colectivos m¨¢s imposibles de mantener. "Pero esto no lleg¨® a las que se han quedado por el camino, las familias que viven en la exclusi¨®n absoluta", insiste Roige.
"La paradoja", explica Jes¨²s Salinas, educador que ha impartido clase a ni?os gitanos de distintas generaciones, "es que estas familias tampoco siguen las pautas de conducta gitanas". Efectivamente, los rasgos de respeto a mayores y a hijos, de relaciones de mujeres, de no intervenir en decisiones de los ancianos, es raro que se cumplan.
"Las primeras familias gitanas que viv¨ªan en las ciudades espa?olas se vieron muy afectadas por la crisis en la d¨¦cada de los setenta; muchas acabaron en chabolas, perdieron la identidad real". Entonces, se mezclaron restos culturales de supervivencia -como el c¨®digo de justicia m¨¢s at¨¢vico- con lo trashumante, lo suburbano y lo marginal. La droga extrem¨® la situaci¨®n, hasta alejar al m¨¢ximo a estas personas de la pauta evolutiva regular gitana (y, desde luego, paya). As¨ª, hasta hoy.
El papel de los mayores
La antrop¨®loga Trinidad Mu?oz considera que, cuanto m¨¢s grande es el alejamiento entre los gitanos marginales y el resto social y cuanto m¨¢s grande sea el abandono, m¨¢s graves son los estallidos de violencia de los excluidos. "Es como si esa violencia, cada vez m¨¢s enrarecida y deforme, fuera la ¨²nica pauta colectiva de comportamiento que se asume en estos grupos", opina Trinidad Mu?oz.
Por ello, y seg¨²n la opini¨®n del educador Jes¨²s Salinas, "la intervenci¨®n administrativa es urgente sobre todo en los hijos de estas familias", considera Salinas. "Hay que hacerles crecer, vincularlos al sistema, no dejar que se repitan una y otra vez los mismos errores", a?ade.
Manuel Bustamante, coordinador de minor¨ªas ¨¦tnicas para el gobierno valenciano, ha insistido en que, en la tradici¨®n de su pueblo, los conflictos familiares se han resuelto con las palabras de los ancianos. "El problema", plantea Joaqu¨ªn L¨®pez Bustamante, ex director de la revista de an¨¢lisis del mundo cal¨® I Tchatchip¨¦n, "es que en los grupos m¨¢s marginales los mayores no suelen cumplir esa funci¨®n tradicional, no asumen el papel de interlocutores para resolver asuntos delicados". De hecho, muchas veces est¨¢n implicados en los problemas. En Catalu?a, un foro de entidades ligadas al mundo gitano ha planteado la intervenci¨®n conjunta siempre que se den conflictos que afecten al colectivo. Se resalta aqu¨ª el papel de los t¨ªos u hombres de respeto, que es como se conoce a los gitanos viejos con trayectoria vital reconocida. Detr¨¢s de estas figuras, s¨®lo la uni¨®n de todos los sectores implicados puede garantizar cualquier mejora de la situaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.