Huelga de RTVE
Trabajadores de RTVE en huelga obligaron ayer, con el estruendo de una cacerolada, a interrumpir la emisi¨®n del informativo de mediod¨ªa. Fue el incidente m¨¢s sonado de la jornada de huelga convocada por los sindicatos en protesta por el plan de reconversi¨®n recientemente presentado por la direcci¨®n del ente y la SEPI, y que prev¨¦ reducir la plantilla en casi un 40%.
Despedir a m¨¢s de 3.000 empleados es una medida grave. Tambi¨¦n lo es el endeudamiento acumulado, que alcanza ya los 7.500 millones de euros, resultado de un desfase entre ingresos y gastos que en los ¨²ltimos a?os ronda los 500 millones de euros por curso. Esa situaci¨®n es insostenible. Una cosa es que la televisi¨®n p¨²blica no tenga que ser un negocio y otra que los contribuyentes tengan que sostener una ruina de ese calibre. En cualquier otra empresa, p¨²blica o privada, hace a?os que se hubieran tomado medidas para detener esa crecida. Es lo que ahora se est¨¢ haciendo.
Y no de cualquier manera. El plan se basa en jubilaciones anticipadas y bajas incentivadas; es l¨®gico que los sindicatos intenten negociar su cuant¨ªa y condiciones, pero no pueden oponerse a una adaptaci¨®n de las dimensiones de la plantilla a la situaci¨®n real del mercado audiovisual, tan distinta a la de los a?os en que TVE funcionaba en r¨¦gimen de monopolio. La resistencia a reformas paulatinas ha hecho inevitable la muy dr¨¢stica que ahora se emprende.
Ir a una huelga de 24 horas sin haber iniciado de hecho la negociaci¨®n es como m¨ªnimo desproporcionado. Y est¨¢ fuera de lugar hacerlo con el argumento puramente dilatorio de que antes de abordar el recorte hay que definir el nuevo modelo de televisi¨®n p¨²blica. Esa definici¨®n corresponde al Parlamento, donde est¨¢ a punto de culminar la tramitaci¨®n del proyecto.
La utilizaci¨®n del derecho de huelga en los servicios p¨²blicos est¨¢ sometida a limitaciones l¨®gicas, dado que sus efectos pueden perjudicar a millones de personas. Los servicios m¨ªnimos establecidos por la direcci¨®n hab¨ªan reducido las emisiones en directo durante la huelga a los informativos y a la retransmisi¨®n del encuentro entre el Barcelona y el Benfica. Los huelguistas impidieron que terminase el Telediario de las tres de la tarde, el m¨¢s visto a esa hora, y trataron de que no se diera el partido, recurriendo en ese punto los servicios m¨ªnimos. Los partidos de Champions retransmitidos en abierto suelen ser vistos por m¨¢s de ocho millones de personas, en su inmensa mayor¨ªa contribuyentes que con sus impuestos mantienen RTVE. Se equivocan los sindicatos si piensan que ¨¦se es el camino para contar con la comprensi¨®n del p¨²blico.
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