Generaci¨®n ETT
Hay muchas formas de morir. Y muchas formas de vivir. Nada m¨¢s cierto que moriremos, pero de esa certeza tenemos evidencia indirecta. De hecho, en la escuela, siempre era S¨®crates el que se mor¨ªa con necesidad apod¨ªctica al final del silogismo, dado que era hombre, y como los hombres son mortales, pues... Epic¨²reo lo expresaba as¨ª: "La muerte nada es para nosotros, pues cuando nosotros existimos ella no est¨¢; y cuando la muerte viene, nosotros ya no estamos. No tiene que ver ni con los vivos ni con los muertos, ya que para los primeros no existe, y los ¨²ltimos ya han desaparecido para siempre". Y, sin embargo, hay vidas que no se desea vivirlas dos veces. Una forma de morir viviendo. De ello algunos, demasiados, s¨ª tienen experiencia, especialmente si son j¨®venes.
Visitemos -sea el ejemplo- una empresa de ediciones sita en una gran nave industrial, aqu¨ª en Valencia. Es de noche, fin de semana. Mientras otros se divierten -quiz¨¢ en la forma exasperada y narc¨®tica del botell¨®n- aqu¨ª se imprimen peri¨®dicos. Grandes y sofisticadas m¨¢quinas, pero tambi¨¦n mucho trabajo de los "auxiliares". Los auxiliares son estudiantes o pluriempleados, o ambas cosas, que han llegado a trav¨¦s de una ETT (empresa trabajo temporal). Tambi¨¦n est¨¢n los "encargados", que llevan un uniforme negro con el logotipo de la empresa. Es gente r¨¢pida, con nervio que ya lleva a?os en la empresa, fijos. Cada encargado tiene su zona donde controla un grupo de trabajadores auxiliares. Cuando ¨¦stos llegan por la noche a la nave hay pilas y pilas de peri¨®dicos y suplementos. Los ejemplares se imprimen, doblan y trasiegan mediante una maquinaria con aspecto de monta?a rusa que serpentea sobre las cabezas de los trabajadores. Aqu¨ª y all¨¢ hay grandes cajones met¨¢licos a los que va a parar el material defectuoso. Por todas partes los pal¨¦s contienen los peri¨®dicos, los suplementos y la propaganda. Hay que vaciarlos cuanto antes. Los auxiliares revisan los diarios, desechan los ejemplares estropeados, introducen los suplementos, encartan la propaganda y retiran el material sobrante. Por fin, asean las dependencias. Antes, los ejemplares acabados se colocan en pilas de 50 unidades en pal¨¦s que volver¨¢n a ser descargados para que la gran m¨¢quina, en su tramo final, meta los fajos de peri¨®dicos en bolsas. El ruido es infernal.
Los auxiliares no comprenden muy bien todo el proceso y, en cualquier caso, no lo perciben en su totalidad. Algunas de sus acciones las podr¨ªa hacer la m¨¢quina, por ejemplo, encartar. Por otra parte, no es raro que lo que unos han hecho, otros reciban, al rato, la orden de deshacerlo (por ejemplo, volver a separar los suplementos de los peri¨®dicos). Los que acuden m¨¢s a menudo lo hacen de 3 a 4 veces por semana y subsisten con lo que ganan, unos 6 euros brutos a la hora. Si trabajan bien, no ser¨¢n fijos pero merecer¨¢n figurar en el cuadrante del mes pr¨®ximo. Entre ellos est¨¢ J. licenciado en F¨ªsicas. A veces hace sustituciones en colegios privados y completa el sueldo yendo a mercadillos y en esta imprenta. R., de 25 a?os todav¨ªa es estudiante de pedagog¨ªa; algunas ma?anas, en funci¨®n de las clases, trabaja para una empresa dedicada a discapacitados y ancianos, pero los fines de semana va a la nave por las noches. A., tres a?os mayor, tiene una hija. No encontr¨® trabajo de delineante y recorre varios trabajos temporales, siempre a tiempo parcial, para poder ocuparse de la ni?a. M. es muy joven, estudia filosof¨ªa, pronto acabar¨¢, pero antes ha recorrido buena parte del espectro del trabajo temporal: repartidora de propaganda, azafata, hosteler¨ªa, monitora en un centro de ni?os minusv¨¢lidos, alguna inmobiliaria y ahora aqu¨ª, por las noches, tambi¨¦n los fines de semana. Alguna vez ocurre lo que le sucedi¨® a A., de 36 a?os. Estudi¨® publicidad compagin¨¢ndolo con cuatro horas al d¨ªa en la imprenta. Empez¨® de auxiliar los viernes y s¨¢bados para ganar algo de dinero. Cuando acab¨® los estudios no encontr¨® trabajo, pero hab¨ªa un puesto libre de encargado. Lleva nueve a?os. Los 40 est¨¢n cerca, quiere cambiar, no es f¨¢cil. No es raro que algunos estudiantes trabajen cada vez m¨¢s y m¨¢s horas, entonces los estudios pasan a segundo plano y al final los abandonan por un dinero siempre escaso. Para otros, es cierto, la precariedad del trabajo y del salario les sirve incluso de acicate para acabar cuanto antes los estudios.
Pero hay otras historias, entre s¨®rdidas y c¨®micas. Una noche fue a trabajar un chica algo estrafalaria, de aspecto grotesco, incluso deplorable. Su ritmo era lento y constantemente sonaba su m¨®vil. Llam¨® la atenci¨®n, fue reprendida... al final se supo: mientras estaba en la cadena atend¨ªa su otra ocupaci¨®n, telefonista er¨®tica. Quiz¨¢ el ritmo de la cadena ayudara al realismo de los jadeos. Todo ello ocurre aqu¨ª, no m¨¢s all¨¢ de los Pirineos. Con motivo de las movilizaciones de Francia, este peri¨®dico informaba que mientras que en la Uni¨®n Europea el 40,2% de los contratos para asalariados menores de 25 a?os son temporales, en Espa?a la cifra alcanza el 65,3%. ?Que hay casseurs (rompedores) en las manifestaciones? Me sorprende que no haya m¨¢s. Ya ocurri¨® a principios del otro siglo: la violencia sucia como expresi¨®n desordenada del malestar.
La precariedad en el trabajo tiene efectos mucho m¨¢s all¨¢ de la econom¨ªa: rompe v¨ªnculos y evita fraternidades, convierte a los asalariados en m¨®nadas sin ventanas e instala y expande la desconfianza, el recelo y el resentimiento. Fragmenta la vida en momentos inconexos que se agotan en s¨ª mismos y enormes bolsas de j¨®venes no consideran la vida como proyecto, sino como una gymkhana laboral donde construir y reconstruir mil veces su identidad. Se ha dicho que una de las notas de la subjetividad moderna es la autenticidad. Pues el sentimiento de una identidad individualizada, que cada uno descubre en s¨ª, se conecta con el ideal de ser fiel a s¨ª mismo. Pero ?qu¨¦ sentiment d'existence puede darse en semejante traj¨ªn laboral?. No desde luego el de la libertad, sino algo parecido al frenes¨ª, o mejor, al delirio.
Nicol¨¢s S¨¢nchez Dur¨¢ es profesor del departamento de Metaf¨ªsica y Teor¨ªa del Conocimiento de la Universitat de Val¨¨ncia.
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